Opinión

¿A cambio de qué?

SE SUPONE, y no es mucho suponer, que todos los partidos sometidos a lo que decidan las urnas y los votantes son democráticos, en contra del sectarismo e intereses partidistas de algunos que lo aceptan solo cuando conviene. Atañe a Vox y Podemos, por ejemplo. Al primero lo consideran un apestado por representar a la derecha extrema, y al segundo, porque también rompe determinados moldes en sus planteamientos.

A Podemos, los socialistas no lo quieren en el Gobierno y, sin embargo, imploran su apoyo. A Vox lo detesta Ciudadanos, pero no rechaza su respaldo cuando gracias a sus votos resultan favorecidos. Choca, pues, que se les exija cooperación a cambio de nada. Por eso parece muy normal que Vox reivindique concejalías o presencia en las corporaciones que ayuda a sostener para rentabilizar su figura. Como también es razonable que Podemos demande ministerios en el Gobierno de Sánchez en vez de otro tipo de colaboración a cambio de respaldar la investidura. Otra cosa es que la incorporación podemita al Ejecutivo sea inoportuna, que lo sería seguramente para el funcionamiento democrático y equilibrado del país, pero esa es otra cuestión que no invalida sus lógica pretensiones.

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