2019: un año para que la gran herida de la crisis, el paro, se cierre al fin

Las previsiones apuntan a que a finales del nuevo año la economía gallega recuperará el nivel de empleo previo a la crisis, pero el Brexit y el menor crecimeinto del PIB amenazan ese objetivo

Monedas. AEP

Lálos brujos de la economía que suelen navegar en un mar de previsiones, lo tienen claro. Galicia logrará alcanzar a finales de 2019 o a lo sumo a principios de 2020 tasas de empleo previas al comienzo de la crisis. Es quizá el mejor regalo de reyes que una economía puede tener tras diez años de incertidumbre, recortes, despidos y cierres. El objetivo no se presenta fácil: el PIB alcanzó el nivel precrisis en el segundo trimestre de 2017, pero el número de desempleados es actualmente un 41,5% superior a 2008, año de referencia para abordar el inicio de los diez años negros. La economía gallega llegaba al verano de 2008 con 108.100 desempleados. En el tercer trimestre de este año, el número de parados suma 153.000. Y con menor población activa.

La meta es difícil por todas las incertidumbres que asoman con la llegada del nuevo año. Y no están necesariamente relacionadas con el fin de los vientos de cola que empujaban hasta ahora a la economía española, como podían ser los tipos de interés bajos, el precio del petróleo o las medidas de apoyo y compra de bonos por parte del Banco Central Europeo. Es algo mucho más doméstico lo que puede alterar planes y objetivos. Las previsiones oficiales, recogidas por la propia Xunta en los presupuestos del próximo año, hablan de un crecimiento del PIB del 2,5% para 2019, ligeramente por encima de la media española, pero inferior a este año. Y eso que, de hecho, las cuentas públicas diseñadas por el equipo de Núñez Feijóo establecen un techo de gasto de 9.850 millones para todo el ejercicio. Galicia contará con un aumento de gasto del 3,8% en comparación con los presupuestos vigentes. Este vuelve a ser el presupuesto más alto desde 2010.

¿Y cuál es la amenaza si todo esto pinta relativamente bien, pese a una ralentización que ya ha comenzado este año? Pues la ola proteccionista que sacude medio mundo, empezando por Estados Unidos con Donald Trump, siguiendo por Brasil con el populista Bolsonaro y terminando por Reino Unido, puede poner en jaque una de las economías más internacionalizadas de toda la España autonómica, como es Galicia. De hecho, el tirón exportador comienza a ser reemplazado por el consumo interno como palanca de crecimiento. Y la puntilla puede llegar con el Brexit. De hecho, según las últimas encuestas publicadas por el Consello Económico e Social (CES), la mitad de la población gallega se muestra preocupada por la ruptura de Reino Unido con la Unión Europea. El dato es de octubre, cuando todavía no se habían consumado los peores presagios. Los precios, los jóvenes, el comercio exterior y el empleo son los ejes, para los encuestados, de esa intranquilidad, que puede acabar en alarma si llega finalmente una ruptura brusca, sin acuerdo, como amenaza ahora. Lejos de Londres, el 2019 será un año electoral, y eso se traducirá en un mayor gasto público, como suele suceder en cualquier cita con las urnas, aunque unas municipales no sean precisamente el frontispicio del derroche. También estarán encima de la mesa las autonómicas de 2020, con todas las incógnitas que se irán despejando a lo largo del próximo año, candidatura de Núñez Feijóo a la Xunta incluida. Sin salir de Galicia, tiempo habrá el próximo año de comprobar si ha resultado efectiva (y beneficiosa para los usuarios) la transferencia de la titularidad de la Autopista del Atlántico, por ejemplo. Tarea tiene ahora el equipo de la conselleira de Infraestructuras. De una hábil negociación económica del traspaso del vial dependerán en buena medida los resultados a corto plazo de su gestión.

También en 2019 se podrán conocer los primeros resultados de una de las iniciativas más ambiciosas y polémicas planteadas por la Xunta este mismo año. Será hora de hacer el primer balance de la conocida como Lei de Fomento da Implantación de Iniciativas Empresariais en Galicia, tramitada este año por la vía de urgencia en el Parlamento. Será el momento del titular de Economía, Francisco Conde, cuyo entusiasmo a la hora de abordar proyectos pocos ponen en duda. Sin embargo, la escasa inversión extranjera en Galicia durante los últimos años, que amenaza con convertirse en mal endémico, exige esta vez abonarse al resultadismo, como en el fútbol. Veremos.

También el sector forestal busca su momento, una vez alcanzados consensos mínimos entre el propio sector y la Administración gallega. El plan lanzado por la Xunta, que tendrá una vigencia prevista de unos veinte años, comenzará su desarrollo con un objetivo: duplicar la producción maderera. Nada menos.

Todas las medidas recogidas en el plan suponen una inversión anual de 112 millones de euros al año, una cantidad que se incrementará un 1% cada ejercicio durante las próximas dos décadas. Ese es el objetivo sobre el papel. Como también lo es lograr asignar a la producción sostenible de madera el 52% del territorio forestal gallego: un total de 1.060.000 hectáreas, lo que supone 80.000 hectáreas más que actualmente.

La incertidumbre pende sobre sectores productivos muy concretos. Por despejar queda la ecuación para los grandes consumidores de energía, con Alcoa a la cabeza. A la agonía de las plantas de A Coruña y Avilés, prolongada ahora hasta mediados de enero, se suma la incerteza para unas compañías que generan en Galicia unos 4.500 empleos. En este caso Francisco Conde ha estado rápido y nuclea un lobby de empresas electrointensivas al que se han sumado grupos como Finsa, Tojeiro, Megasa, la nueva SLG Carbón, Ferroatlántica, Ence y Celsa Atlantic.

Frente a ese liderazgo, en el limbo queda la presidencia de los empresarios gallegos, tras un año sin cabeza visible. El problema reside, en este caso, en que entre todos se han encargado de demostrar la inutilidad de la patronal.

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