Nueve lucenses efectuaron donaciones de órganos 'a corazón parado' en el Hula

La reducción de accidentes de tráfico explica que cada vez se recurra más a esta técnica, implantada en Lugo en 2016

La coordinadora de trasplantes del Hula, Montserrat Ortiz. SEBAS SENANDE
photo_camera La coordinadora de trasplantes del Hula, Montserrat Ortiz. SEBAS SENANDE

Nueve de los 32 pacientes que donaron órganos en el Hula desde 2016 lo hicieron en asistolia o a corazón parado. Los donantes en asistolia son pacientes fallecidos por el cese de la actividad cardíaca, frente al que hasta ahora ha sido el donante más habitual, fallecido por el cese de actividad cerebral. Esta opción está ayudando en toda España a mantener e incluso incrementar el número de donantes después de que se redujeran las muertes encefálicas al bajar los accidentes de tráfico y mientras la lista de espera para un órgano no para de crecer.

El Hula es un hospital donador pero no hace trasplantes. Es decir, a los fallecidos en el hospital que están en condiciones de donar se les extraen los órganos y se trasladan a otros hospitales que los implantan, frecuentemente a los de Santiago y A Coruña. La intensivista Montserrat Ortiz - coordinadora de trasplantes del Hula, junto a los también intensivistas Diego Pastor y Miguel Ángel Fernández- explica que, de media, entre diez y doce personas donan en el centro lucense cada año. Hace cuatro años fueron 10 y solo una donación se hizo en asistolia; el año pasado, de una docena, 5 se hicieron así y, en lo que llevamos de año, ya han sido dos de cinco.

Las donaciones en asistolia se dan en el caso de "un paciente ingresado en Uci con una patología neurológica muy grave y pronóstico funcional catastrófico, como una persona en coma profundo", explica la doctora Ortiz. Ante esa clase de procesos irreversibles y después de agotar todos los tratamientos posibles, el equipo médico, en contacto con la familia, propone lo que se llama limitación del esfuerzo terapéutico; es decir, retirar las medidas extraordinarias, las máquinas o dispositivos, porque ya no se beneficia de ellas. Al dejar que siga la evolución natural, el paciente suele fallecer en las horas posteriores.

Previamente se le plantea a la familia la posibilidad de donación y, si acepta, se alerta a la Organización Nacional de Trasplantes. Esta revisa la lista de espera e indica quiénes serán los receptores. "Lo habitual es que los órganos se queden dentro de la comunidad, pero si hay una urgencia cero, que es cuando el receptor tiene entre 24 y 48 horas de vida si no se le hace el trasplante, se lleva a dónde haga falta", puntualiza.

Cuando se produce la muerte -al detenerse el corazón, por eso se llama donación a corazón parado- los cirujanos retiran los órganos del donante y los trasladan hasta el hospital en el que espera el receptor. Los que se extraen con frecuencia son riñones, hígado y córneas, aunque también se puede extraer el pulmón, pero no el corazón por razones obvias.

La doctora Ortiz señala que las donaciones en asistolia suelen ser mejor aceptadas por las familias que las donaciones por muerte cerebral. "Hay que destacar la generosidad de las familias, que en un momento de duelo responden a la propuesta de donación", dice y admite que se trata de un momento "muy delicado" en el que hay que tener en cuenta el dolor que sienten por su familiar y simultáneamente "velar por los receptores, por las personas que necesitan un trasplante para seguir viviendo".

La razón por la que la donación a corazón parado tiene una mejor aceptación no está clara, aunque "se da en todos los hospitales". Puede influir el hecho de que algunas veces ocurre después de ingresos prolongados en Uci, en el que ven que su familiar no ofrece respuesta y se encuentra en un estado irreversible que no quieren alargar innecesariamente. Consideran que la donación de órganos ayuda a dar cierto propósito a la muerte de su ser querido.

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