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¿Qué hacemos con el Miño?

Lugo se debate entre acercarse al río y afectar a su vida o protegerlo como santuario animal

Una garza en el río Miño a su paso por Lugo. AEP
photo_camera Una garza en el río Miño a su paso por Lugo. AEP

UN PASEO POR las orillas del río Miño en Lugo durante una mañana otoñal puede ser tan sorprendente como un documental de National Geographic, pero con la diferencia de que se vive en directo. Se puede observar a una nutria acercarse sigilosamente a una pareja de patos, a otros palmípedos hacer vuelos acrobáticos sobre el agua, a garzas sobrevolar el cauce en busca de pesca y, últimamente, hasta a mansos jabalís rebuscando entre las hojas algo que llevarse a la boca.

Es la ventaja de tener un ecosistema singular a dos pasos del casco urbano y que la Unesco llegó a catalogar en 2002 como Reserva de la Biosfera, un título que sin embargo Lugo no sabe o no quiere aprovechar como tal y del que se recela por las trabas que impone al modelo de desarrollo urbanístico que imperó en España hasta el ladrillazo de hace una década.

La postcrisis nos sirvió para conocer otras formas de desarrollo sostenible que adoptaron ciudades que lograron recuperar para el disfrute ríos que eran alcantarillas y que habían sido canalizados para apartarlos de la vista. Lugo rescató entonces su interés de mirar hacia el Miño, un cauce que se había conseguido sanear gracias a la inversión en depuradoras y al control de los vertidos, y un proyecto municipal para desarrollar esa idea fue acogido con tan buenos ojos por la Unión Europea que incluso logró 12 millones de euros de financiación.

Pero una vez empezaron a florecer proyectos para acercar la ciudad al río, surgió el debate entre los que apuestan por la creación de infraestructuras como una playa pública, piscinas termales o zonas de ocio en sus orillas y quienes alertan del riesgo de romper el equilibrio y piden que el Miño se mantenga como santuario ecologista.

Wim Timmermans, un experto en planificación de zonas verdes en las ciudades que ofreció hace unas semanas un taller invitado por Lugonovo, admitía que cuanto más se trata de proteger a un río urbano más se aparta del mismo a los ciudadanos y, por tanto, menos interés despierta su protección. Añadía que la fórmula ideal era conseguir un consenso entre los integristas de la ecología y quienes piden que se facilite el disfrute del cauce.

"Ourense terá no Miño piscinas termais, pero non pode presumir da riqueza natural que ten o mesmo río en Lugo", recordaba Daniel Piñeiro en un reciente pleno en el que se debatía una iniciativa para crear zonas de baño de agua caliente. El concejal de desarrollo sostenible advertía de que el elevado grado de protección del cauce en la capital lucense dificultaba cualquier obra en el entorno, aunque buscaba con esa alusión una lectura positiva de las limitaciones que imponen los organismos que vigilan la protección medioambiental.

Pasear, hacer ejercicio y jugar a orillas del Miño o incluso darse un chapuzón en sus aguas no tendría por qué ser ni incómodo ni una agresión ambiental, siempre que el respeto a los auténticos moradores del río no se pierda.

Un edificio público verde
Lugo contará con el primer edificio público de Galicia construido con madera gallega y que quiere ser el germen de un barrio multiecológico en As Gándaras pionero en España. El proyecto, que se enmarca en el programa Lugo + Biodinámico y que cuenta con fondos europeos, será presentado este martes día 20 en el CEI-Nodus por la alcaldesa y representantes de la Diputación, la USC y la  Politécnica de Madrid.

Motores con caducidad
Los planes del Gobierno central para poner fecha de caducidad a los vehículos con motores de combustión deben de ser tenidos en cuenta por ayuntamientos como el de Lugo. Solo hay que pasear por una arteria de la ciudad en un momento de retenciones para darse cuenta de que el aire que respiramos está viciado. Aunque la polución no sea un problema para esta urbe, sacar motores de las calles ayudará a darle calidad de vida.

Bicicletas y patinetes
El uso de la bicicleta para hacer deporte está consolidado y solo hay que ver la proliferación de tiendas especializas, pero su utilización como sistema de transporte está en pañales aunque cada vez se ven más ciclistas por la calle, incluso en invierno. Además, la irrupción de los patinetes eléctricos puede ayudar a cambiar el modo de desplazarse por la ciudad, aunque se debe regular su convivencia con el peatón.
 

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