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Excusas de mal pagador

El Concello no es un cliente fiable para los proveedores por su retraso en abonar facturas

Cuadrilla de una empresa de cobro de morosos, durante un paseíllo por Lugo. CAMELIA IGLESIAS
photo_camera Cuadrilla de una empresa de cobro de morosos, durante un paseíllo por Lugo. CAMELIA IGLESIAS

Cuentan quienes cogieron las riendas del Concello en el año 1999, tras varias mandatos de alcaldes populares, que resultaba una tarea harto complicada conseguir que los proveedores suministrasen cualquier tipo de mercancía al Ayuntamiento, ya que la elevada deuda que soportaban por aquel entonces las arcas municipales retrasaba los pagos y muchas empresas no podían asumir la demora.

La bonanza económica que afrontaron el bipartito PSOE-BNG primero y luego los equipos socialistas en solitario ayudaron a rebajar esa deuda y mitigaron la imagen de administración morosa que tenía Lugo, aunque el último mandato de José López Orozco al frente de la alcaldía acabó por enterrar todo lo hecho hasta entonces por la falta de previsión a la hora de cubrir las bajas en el servicio encargado de controlar la facturación eléctrica. De repente, el más de medio millar de facturas que llegan cada mes al Concello desde las empresas energéticas comenzó a amontonarse en la mesa al mismo ritmo que perdía credibilidad la hasta entonces reconocida gestión del gobierno. Fue entonces cuando apareció en escena el ministro Cristóbal Montoro y su ley de estabilidad, que limitó la contratación de personal por parte de las administraciones locales. El responsable de Hacienda comenzó entonces a ser el parapeto del ejecutivo frente a las críticas de la oposición.

El argumento del bloqueo ministerial a los concellos continuó con la llegada a la alcaldía de Lara Méndez, con quien se dio la paradoja de que, con las cuentas corrientes en número negros y sin deuda financiera, Lugo se encaramaba en lo alto de la lista de ayuntamientos morosos, solo por detrás de Jaén, el campeón de los mal pagadores.

Entonces, a las excusas por la limitación del personal, el gobierno sumó la falta de presupuesto, pese a que siempre que llegaron facturas antiguas o con reparos de legalidad al pleno, la oposición miró para otro lado y dejó hacer, y solo un empecinamiento puntual del exportavoz popular Jaime Castiñeira llegó a poner en aprietos al ejecutivo local durante un par de meses.

El problema es que en estos años algunas empresas comenzaron a mirar de nuevo con recelo al Concello como cliente, al ver cómo las facturas seguían varadas en el pantano burocrático. Si algunas firmas eléctricas llegaron a cortar el suministro de instalaciones como la piscina de Frigsa o el MIHL como toque de atención ante el moroso municipio, ahora se acaba de saber que hasta las gasolineras se negaron a fiarle el gasóleo a la Policía Local porque nadie respondía a la hora de abonar las facturas o que incluso se corre el riesgo de que los agentes se queden sin boletines de multas si no se le garantiza a la imprenta que va a cobrar en tiempo y forma.

Al próximo pleno van 1,7 millones de euros en facturas atrasadas, algunas de ellas de hace varios años. Como ya hay presupuesto, Montoro se llevará las culpas del retraso. Claro que el ministro de Hacienda sabe bien cómo se la gasta el moroso.

Normas o sentido común
La ordenanza de seguridad ciudadana de Lugo no es más que un decálogo del sentido común que todo ciudadano debería practicar, al que se añaden sanciones para disuadir a quienes nunca han trabajado ese sentido. La norma debe ser un arma contra problemas candentes como la prostitución callejera, los gorrillas o el vandalismo, aunque tratar de abarcar incluso cuestiones de moralidad puede acabar por desvirtuarla.
Louzao, coportavoz de Ace
La portavoz de Ciudadanos, Olga Louzao, ejerció en la última comisión de bienestar social como coportavoz de Ace-EU, debido a que el único edil de esta última formación, Carlos Portomeñe, no pudo asistir y le pidió a Louzao que le tomase notas de las respuestas que se iban a dar a las preguntas que había planteado este grupo. Portomeñe solicitó que se cambiase la hora de esa comisión, pero la petición no fue atendida.
Conectados en el pleno
Los concejales pasan en los plenos casi tanto tiempo atendiendo a las pantallas de sus móviles como escuchando las intervenciones, lo que incluso provocó en el último pleno una reprimenda de la portavoz de Cs al concejal Daniel Piñeiro por pasarse la sesión escribiendo en el teléfono. Lo cierto es que aplicaciones como Whatsapp les sirven a los ediles para recibir mensajes de los asesores y preparar las réplicas.

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