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Una banda municipal en solfa

La histórica formación lucense cumple un lustro sin batuta mientras florecen otras en la provincia
Un concierto de la Banda de Música. AEP
photo_camera Un concierto de la banda de música de Lugo. AEP

LA PRAZA MAIOR que da nombre a esta sección está huérfana cada matinal de domingo desde hace un lustro. Pocos recuerdan la última actuación en el templete de la histórica agrupación residente, la banda municipal de música de Lugo, que desde la jubilación del último de sus directores, Rosendo Ivorra, hiberna en las dependencias del centro social Uxío Novoneyra, donde las notas siguen sonando gracias a los alumnos de la escuela de música.

Este mes de noviembre se cumple un lustro desde que la banda se quedase sin una batuta que ponga orden en el servicio municipal y haga vibrar a la vieja plaza donde hasta el busto de Juan Montes, trasladado en pandemia desde San Roque a su nueva ubicación, espera con paciencia que alguien desempolve sus partituras.

Para quienes se sientan ajenos a la historia marcada por este agrupación, solo apuntarles que Montes asumió la dirección ya como banda municipal en el último cuarto del siglo XIX y que, desde entonces, tuvo etapas de esplendor y sombras, pero logró sobrevivir aunque en algún momento se llegase a dudar de que un ayuntamiento del siglo XXI tenga que sostener a una agrupación musical de este tipo.

Pero fue la falta de previsión a la hora de cubrir la baja por jubilación del último director lo que motivó una situación en la que se pasó por momentos de tensión entre los músicos, con agresiones e insultos,  e incluso de ridículo, cuando en el desfile del Domingo de Pascua de 2018 tuvo que dar el arranque de una pieza el jefe de protocolo del Concello, porque los músicos se negaban a tocar si nadie les dirigía.

El nuevo mandato municipal en 2019 y luego la pandemia tampoco solucionaron el problema, dado que pese a ser convocado un proceso para cubrir la plaza vacante en la dirección de la banda, el ganador de la oposición, David Fiuza, pidió la excedencia poco después de tomar posesión para asumir la dirección de la banda de música de Santiago.

La última noticia que se tiene de una formación que suma 18 integrantes más el director en excedencia es que se va a buscar un sustituto temporal para la batuta entre los profesores que se presentaron a la convocatoria. Eso sí, de momento se sigue a la espera y entre tanto pasan fiestas y celebraciones civiles y religiosas en las que tienen que ser las charangas o agrupaciones tradicionales las que pongan la música en las calles de la ciudad.

BANDAS EN LA PROVINCIA. Por contra, las bandas de música han florecido en los últimos años en diferentes localidades de la provincia, en algunos casos impulsadas por miembros de la propia formación lucense, lo que demuestra que no hace falta ir muy lejos para buscar talento musical.

Por poner varios ejemplos, Rábade, Begonte y Outeiro de Rei, con su banda mancomunada, Vilalba, Foz, Viveiro, Ribadeo, Meira, Antas, Sober... animan sus celebraciones al son de los instrumentos de sus agrupaciones locales, que a la vez son escuelas de formación de jóvenes músicos que comparten una afición compatible con otras, pero que, en municipios pequeños, sirve también para cubrir la falta de oferta ocio en ciertas edades.

La esperanza de la banda municipal de Lugo es una escuela de música que se ha consolidado desde su creación en el año 2012 y que ha conseguido atraer a muchas familias interesadas en inculcar a sus hijos la afición por un arte con múltiples estilos y sin que ello suponga un gran desembolso para las economías más modestas.

Los conciertos que los alumnos de esta escuela han ofrecido durante el parón de la banda han servido al menos para alentar la sensación de que algún día se pueda volver a escuchar a la banda municipal en el templete de la Praza Maior, con una batuta respetada y un elenco acompasado y bien avenido. Porque no habría mejor homenaje a Montes, Sariñera, Méndez, Groba, así como al resto de directores de la histórica formación, que permitir a los lucenses escuchar a su banda en una plaza que lleva tres siglos vibrando a su compás.

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