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Que suene el rock and roll

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photo_camera Sergi Quintela, en el partido ante el Araberri (J. VÁZQUEZ)

Cuando llegaba la primavera y tocaba ver desde lejos al líder de la Liga, en Lugo gustaba imaginar aquéllo como un paseo aburrido de semana en semana hacia una meta donde esperaban unos tímidos aplausos y un brindis con delicadas copas de champán. El rock and roll estaba en los play off; la salsa del baloncesto, el todo o nada, el sudor, la sangre, ganar o morir... ¡¡¡Ja!!!

Visto de cerca, esto de aguantar en cabeza del pelotón con un par de pesados pisándote los talones es trash metal del Resurrection Fest. Un sinvivir que convierte cada partido, cada canasta, en una razón para plantearse dejar lo de ascender a la Liga ACB y conseguir una plaza de  funcionario en la LEB Oro, que tampoco se está tan mal.

El Pazo se levantó ayer convencido de que lo había visto todo, que ya conocía todas las maneras de ganar o perder. Pero se acostó perpejlo. Aún quedaba otra. Una en la que un héroe de la casa aparece para salvar a la chica de una muerte segura. Había escuchado historias del viejo Pabellón Municipal en las que un tal Manel Sánchez rescataba al breoganismo ametrallando el aro rival, pero nunca les había hecho mucho caso. Los jóvenes no prestan atención a los cuentos de viejos. No saben que un día, el menos pensado, los suyos también sonarán a tiempos remotos.

Había escuchado historias del viejo Pabellón Municipal en las que un tal Manel Sánchez rescataba al breoganismo ametrallando el aro rival

Como cuando dentro de muchos años el Pazo intente explicar lo que el breoganismo vivió en el choque ante el Araberri, camino de una línea de meta en la que espera el más salvaje de los aplausos; un partido en el que fue arrollado en el primer cuarto por un equipo ante el que había doblado tres veces la rodilla en otras tantas batallas. ¿Otra vez tú? ¿Acaso eres tú mi kriptonita?

No hay explicación en torno al baloncesto a lo sucedido durante los diez primeros minutos. Es imposible que un equipo como el Breogán firme  semejante papelón. La razón hay que buscarla en el cerebro, en esa masa gris capaz de convertir el aro en una piscina o en una cerradura. Cuando la cabeza no va no hay sistema que funcione. Es momento de recurrir a la garra, ya llegará el momento de recuperar la lucidez. Lo primero es dejarse la vida en cada balón, en cada jadeo. Es el tiempo de los héroes y esta vez lo fue Sergi Quintela. Un chaval de Lugo que, como el Pazo, creció escuchado historias de un tal Manel Sánchez con capa que aparecía en el momento justo para alegría de la ciudad. Justo como hizo él. Que el  rock and roll suene en su honor.

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