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La prieta camiseta de Messi

La selección de Sampaoli llegó a Rusia como candidata a la gloria y, después de dos partidos, lucha por tener la cabeza en su sitio. Y en Argentina muchos señalan como culpable a Messi, para quien cada partido con su país se ha convertido en una pesadilla

Messi

Julio Grondona se pasó 35 años al frente de la Asociación del Fútbol Argentino (Afa). Su poder fue tal que tras su muerte, en 2014, el país en el que la pelota no se mancha y el fútbol lo mancha todo se quedó sin norte. La Afa tardó un año en celebrar unas elecciones en las que buscar un sustituto al eterno mandamás y a ellas se presentaron Luis Segura, la línea continuista, hombre de la cuerda de Grondona, y Marcelo Tinelli, vicepresidente de San Lorenzo de Almagro y el presentador más importante de la televisión argentina.

El país contuvo la respiración cuando los 75 representantes de la Afa se reunieron en la cancha de fútbol sala del complejo deportivo de la selección argentina para realizar las votaciones. Como siempre sucede en estos casos, los dos candidatos se veían ganadores, pero el que triunfó fue el bochorno. El resultado fue de empate a 38 votos. Cuando quisieron repetir el proceso, dos miembros de la Afa ya habían emprendido viaje de vuelta a sus ciudades, así que Julio Grondona prolongó un poco más su estadía en el poder desde la tumba.

El propio Tinelli resumió aquella jornada con una frase memorable: "El que tuvimos hoy fue un acto democrático que, lamentablemente, no salió bien".

La jornada en sí fue una especie de resumen de lo que es el fútbol argentino, de lo que es Argentina, vamos. Un país que no puede escapar del caos por mucho que lo intenta. Un país que está a punto de dejar escapar la oportunidad de regresar a la cima del fútbol mundial de la mano de uno de esos jugadores que pasan por La Tierra muy de vez en cuando.

"El que tuvimos hoy fue un acto democrático que, lamentablemente, no salió bien".

El partido ante Croacia del pasado jueves evidenció que Messi aún no ha encontrado su talla de la camiseta argentina. Mientras la del Barcelona parece hecha para él, la albiceleste le aprieta, le ahoga...  a veces da la impresión de que le estrangula hasta convertirlo en un futbolista más.

Lo que pasa por esa cabeza cuando juega para su país solo lo sabe él. Por mucho que lean sobre el tema no dejan de ser especulaciones. Messi siempre ha dicho que daría lo que fuera por ganar con su selección, pero en Argentina país se resisten a creerle. Lo único que conocemos con seguridad de esta relación es la versión de la prensa argentina.

La carrera de Messi en su país discurre por una fina línea roja que separa el olimpo en el que habita Maradona del barro en el que se revuelcan los miserables. Argentina presume de tener al mejor jugador del mundo y recurre a él para soñar con un regreso a 1978 o 1986, pero cuando el viaje se tuerce, aunque sea a escasos metros del destino, entonces Messi pasa a ser la causa de todos los males.

La carrera de Messi en su país discurre por una fina línea roja que separa el olimpo en el que habita Maradona del barro en el que se revuelcan los miserables

En Argentina se contó, en los medios de comunicación más seguidos, que Messi se sintió abatido tras perder la final del Mundial 2014. En los vestuarios de Maracaná aseguró que no volvía más, así que los dirigentes de la Afa le preguntaron: ¿A qué seleccionador quieres? y escogió a Martino.

El pasado jueves, tras el choque ante Croacia, fue acusado de haber influido para formar la lista del Mundial de Rusia y el once inicial ante Islandia. Se dijo que Sampaoli no quería llevar a Rusia a Mascherano, pero que el padre de Messi lo llamó para decirle que por supuesto que debería ir.

Se contó que su mal partido ante Croacia se debió a que Sampaoli había cambiado de sistema y había quitado el once inicial a sus amigos Biglia y Di María. Que ante tal decisión, Messi decidió bajar la cabeza y deambular por el campo sin importarle el destino de su selección.

Hasta a Simeone se le coló casualmente un audio en el que viene a acusar a Messi de rendir solo cuando está bien rodeado, como sucede en el Barcelona. A Simeone se le echó en cara no hacerse cargo de la selección cuando estaba a punto de quedarse fuera del Mundial. Ese audio viene a ser una justificación de su decisión.

Todo eso hace que la camiseta de la selección argentina le apriete a Messi cada vez que salta al campo. Todo eso más Maradona, claro, la vara que todo lo mide en Argentina. Esa batalla la tiene perdida La Pulga haga lo que haga. A Maradona le vieron dar toques al balón en los descansos de los partidos de Argentinos Júniors, le vieron debutar en Primera con 16 años, le vieron ganar una Liga increíble con Boca en 1981, le vieron emigrar a Europa, pero regresar siempre en verano para ponerse una albiceleste que le quedaba como un guante, le vieron llegar a casa a las tantas en un estado lamentable, le vieron al borde la muerte y lo verán siempre levantando al Copa del Mundo del 86.

A Maradona le vieron llegar a casa a las tantas en un estado lamentable, le vieron al borde la muerte y lo verán siempre levantando al Copa del Mundo del 86.

La primera noticia que tuvieron de Messi fue que había que hacerlo debutar con la selección argentina antes de que lo hiciera con la española. Que se trataba de un pibe que con doce años se había marchado a Barcelona porque en su país no podían pagarle un tratamiento de crecimiento. El corazón pesa mucho en la balanza.

Argentina tiene muy complicado ganar el Mundial de Rusia y la razón sería muy compleja de explicar. Habría que empezar a buscarla en un fútbol que exporta a sus mejores promesas cuando aún no han cumplido los 18 años y terminar en unos dirigentes capaces de empatar una votación cuando el número de participantes es impar.

Pero es más fácil echarle la culpa a un Messi que, al fin y al cabo nunca será el Maradona del Mundial 86, en vez de darle una camiseta de su talla.

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