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Números y sonrisas

Son las cosas que tiene crecer, que trae consigo cambios. Y a veces dolorosos. El Breogán jugará en la ACB y figuras claves en el ascenso no seguirán en el equipo. Es el caso de Matt Stainbrook, a quien el breoganismo llora. Y bien ganado que se lo tiene

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photo_camera Matt, con los suyos (VICTORIA RODRÍGUEZ)

EN LOS veranos de la LEB llegaban a Lugo jugadores de nombres extraños que militaban en equipos desconocidos y que competían en Ligas con iniciales sin sentido. Eran tiempos de bucear en internet a la búsqueda de un pasado para aquellos nombres con la esperanza de encontrar algún detalle que invitara a la esperanza. Aguantabas la respiración con el anhelo de descubrir un dato estadístico, un vídeo o una frase que transformase ese extraño grupo de letras en una razón de peso para pensar que el Breogán podría regresar esa temporada a la Liga ACB.

Desde los tiempos de Bob Fullarton uno de los enigmas a resolver en la ciudad es el nombre de los americanos (o americano) del Breogán. En Lugo sabemos bien que el futuro del equipo, y de algo más, depende en buena parte en el acierto a la hora de vestir de celeste al Mister Marshall de turno. Y no siempre se acierta.

En los años de la ACB era más fácil clavar la flecha en medio de la diana. El mercado es de más calidad, es gente que hasta sale por la televisión y a la que se reconocería incluso haciendo la compra en un supermercado. En la LEB todo era más complicado. Aquellos nombres extraños eran auténticas incógnitas que, en algunos casos, aún a día de hoy lo siguen siendo. Profesionales sobre la cancha y poco más. De esa gente solo quedan números.

Lo que cuentan son los hechos, que no tiene por qué ser extraordinarios, a veces basta con una sonrisa

Pero de vez en cuando se da algún caso en el que el extraño grupo de letras toma sentido y forma un nombre que pasa a formar parte de la lista más importante; una de entrada libre, pero en la que no todo el mundo cabe: la del breoganismo. Porque para acceder no bastan las palabras, lo que cuentan son los hechos, que no tiene por qué ser extraordinarios, a veces basta con una sonrisa, como la que Matt Stainbrook tenía siempre para los aficionados del conjunto celeste.

Cuando el equipo lucense puso la directa hacia la ACB y el baño en la Fonte do Rei era solo cuestión de tiempo todo era felicidad en el breoganismo. Pero siempre hay un lugar para la pena. Generalmente basta con ponerse a pensar. Llegó un día en el que, empujados por el reino del ansia en el que vivimos, nos pusimos a imaginar la plantilla del año siguiente en la élite. Y llegó la gran pregunta: ¿Quienes seguirán? ¿A cuántos de estos tipos que nos sacaron del pozo veremos el año que viene en la Liga ACB?

Cada uno hizo su quiniela. Este sí, este no, este no sé, este le gusta a Lezkano, este si se trae a un base anotador, este para unos minutos... ¿Y Stainbrook? Ay, Stainbrook.

Todas las reacciones que viví ante esa pregunta fueron similares, de esas en las que cuestan soltar las palabras, no vayan a decir la verdad. Pero no hacían falta, la respuesta estaba en los ojos, en los gestos... ¿Stainbrook? Ay, Stainbrook.

¿Stainbrook? Y en ese momento todos nos convertimos en un médico a la hora de dar una mala noticia a un paciente

En ese momento todos nos convertimos en un médico a la hora de dar una mala noticia a un paciente. Intentamos hacerla lo menos dolorosa posible, pero duele, vaya si duele.

Estas cosas forman parte de la vida y no queda más remedio que aceptarlas. A la afición le fastidia perder de vista a Stainbrook, pero al mismo tiempo es consciente de que el Breogán se ha cambiado a un piso en el que hacen falta otros muebles.

En su lugar vendrá un jugador con un nombre que no sonará extraño, de un equipo conocido y de una Liga con iniciales preciosas. Y algún día le llegará el momento de marchar. Entonces sabremos si solo deja en Lugo un montón de números o si, como sucede con Stainbrook, es llorado por el breoganismo por dejar también un montón de sonrisas.

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