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Las cenizas más hermosas

Es tiempo de felicidad en el breoganismo, de mirar a un futuro lujoso. Pero todo edificio, por alto que sea, tiene unos cimientos, y los del equipo lucense se reforzaron hace tres años en una temporada vibrante y despiadada. Una temporada inolvidable

Quique Fraga y Lisardo Gómez, tras el cuarto partido del play off ante el Ourense en 2015. XESÚS PONTE (AEP)
photo_camera Quique Fraga y Lisardo Gómez, tras el cuarto partido del play off ante el Ourense en 2015. XESÚS PONTE (AEP)

NADA MÁS​ ganar la Liga de 2000 le preguntaron a Fran si esa alegría borraba la decepción de la perdida en 1994, la que Djukic tuvo en su bota y un tal González arrancó del corazón del deportivismo. Fran vino a contestar que de aquel puñetazo siempre iban a quedar secuelas, pero que había que seguir para delante y que el presente, en aquel momento, no podía ser mejor.

Llevo un par de días preguntándome si el ascenso conseguido por el Breogán el pasado viernes tacha de la lista de penas lo vivido en el cuarto y quinto partido del play off de 2015 ante el Ourense. Creo que no. Aquí no vale eso de que unha perna non tapa á outra. Vuelvan al final del anterior párrafo, por favor.

Si el Breogán vive un presente esplendoroso es gracias, en gran medida, a lo sucedido en 2105, a aquel equipo que llamó a la puerta de una ciudad que dormía como un elefante. No sé si conocen el dicho africano que servía para definir al más famoso de los boxeadores. ‘Muhammad Ali es como un elefante dormido. Puedes hacer lo que quieras alrededor de un elefante dormido; lo que quieras. Pero cuando se despierta, lo pisotea todo’.

Ganar puede hacerlo cualquiera, a veces solo es cuestión de dinero. Emocionar está solo al alcance de unos pocos. Los finales felices están sobrevalorados. En ‘Casablanca’ la chica no se queda con Bogart

Pero había que despertarlo. Y no era fácil. No llegaba con el canto del gallo, hacía falta un bramido, una explosión, para despertar semejante masa. Y ese milagro lo logró un equipo que ha quedado grabado a fuego en la memoria del breoganismo, algo similar a lo que sucede en Brasil con la selección del Mundial 82, la de Zico, Falcao, Toninho Cerezo, Junior, Eder... Ninguno probó el champán, pero ambos conjuntos llegaron al corazón de sus seguidores. Ganar puede hacerlo cualquiera, a veces solo es cuestión de dinero. Emocionar está solo al alcance de unos pocos. Los finales felices están sobrevalorados. En ‘Casablanca’ la chica no se queda con Bogart.

La historia del Breogán 2014-15 ya la conocen. Un equipo sin demasiadas lentejuelas que poco a poco encandila a la afición con su entrega y que con la llegada de Gary Mc Ghee se transforma en un aspirante a la élite. Las jornadas pasan y en el Pazo los de siempre alzan un día la vista y se encuentran con un pabellón casi lleno en el play off ante el Palencia, pestañean, y contra el Valladolid todavía hay más gente. Solo queda un paso para alcanzar la ACB. El guion es inmejorable. Con el Ourense como rival, el Breogán se cita con su destino un domingo de mayo en un Pazo desbordante. Si gana, adiós a la LEB. Faltan tres minutos y la cosa está encaminada, pero los guionistas de aquel play off, como los de Casablanca, trabajan sobre la marcha, y en un giro inesperado deciden que haya quinto partido. Semejante puñetazo deja al equipo lucense sonado y en Ourense es triste testigo de una alegría que creía suya y que se escapa de las manos hacia un mar de lágrimas.

Ahora, con el corazón ya en su sitio y las botellas de champán vacías, no está de más acordarse de quienes colaboraron para que la ACB sea una realidad en Lugo

Los héroes de este ascenso son los jugadores que, a las órdenes de Natxo Lezkano, han paseado la camiseta celeste del Breogán por las canchas de la LEB. Pero ahora, con el corazón ya en su sitio y las botellas de champán vacías, no está de más acordarse de quienes colaboraron para que la ACB sea una realidad en Lugo.

A aquel elefante lo despertó en 2015 un conjunto liderado por Lisardo Gómez, un tipo de la ciudad, que había mamado breoganismo desde niño y a quien un médico, en plena temporada, le dijo que tenía que dejar de ser entrenador del equipo de su vida porque la vida, a veces, no tiene corazón.

Pero Lisardo le dijo que no podía, que tenía una misión por delante. El plan era ascender al Breogán y retirarse, pero todo se fastidió en aquel final de play off ante el Ourense. Tanta rabia le quedó que lo intentó un año más, pero a mitad de temporada no le quedó más remedio que hacerle caso a los médicos.

No saldrá en los libros; se tendrá que conformar con quedarse en los corazones de quienes lo vieron jugar. Elijan ustedes qué es más importante

Igual que al deportivismo le duele que Arsenio, Bebeto o Djukic no puedan presumir de haber ganado una Liga, el breoganismo lamenta que aquel equipo se quedara a un peldaño de la ACB. No saldrá en los libros; se tendrá que conformar con quedarse en los corazones de quienes lo vieron jugar. Elijan ustedes qué es más importante.

Muchos de los viejos conocidos que el año que viene se pasarán por el Pazo llevaban doce años sin saber nada del Breogán. El triunfo del pasado viernes fue la primera señal de vida del equipo lucense que reciben en mucho tiempo. No tienen ni idea de las aventuras vividas todo este tiempo, ni del frío que hace en la LEB... Ellos se basan sobre todo en lo que sale en los libros, no saben que en 2015 hubo un equipo que despertó a un elefante dormido; no tienen ni idea de que este Breogán, el que saborea la gloria, está construido sobre las cenizas de aquel que en 2015 se quedó a un paso de la eternidad porque la vida, a veces, no tiene corazón.

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