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Fandiño y la oreja de Jenkins

rodrigo cotaDE JUAN LEÓN FANDIÑO poco sabemos para lo mucho que hizo. Era de familia gallega afincada en La Habana y desencadenó una guerra entre España e Inglaterra que duró un montón, entre 1739 y 1748 y se libró en el Atlántico, en el Pacífico, con alguna batallita en Europa. Lo que se jugaban era el predominio de las rutas comerciales en los océanos. Barcos ingleses llegaban con mercancía a América, cosa que a los españoles no les gustaba aunque si iban los ingleses a abastecer ese continente era precisamente porque España no podía satisfacer tanta demanda de todo tipo de mercaderías. Por otra parte, los ingleses tenían mucho interés en el pacífico, donde tenían ya puertos comerciales y para acceder a ellos cruzaban aguas españolas. O sea que la guerra estaba cantada y se necesitaba una excusa, yo qué sé, como cuando lo de las armas de destrucción masiva de Irak.   

Ahí fue donde encontraron a Fandiño. Unos años antes de que se declarase la guerra, en 1731, Juan León Fandiño, que curraba de corsario, había apresado a un barco inglés en las costas de Florida. Abordó el Rebecca, que era el barco Inglés, cogió al capitán Robert Jenkins, lo ató al mástil y le cortó una oreja. Luego saqueó la mercancía y los dejó marchar tras amenazar al rey de Inglaterra: "Ve y di a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". La frase mola. Seguro que Fandiño la había discurrido tiempo atrás por si aparecía un capitán ingles y le cortaba una oreja. Así que cuando el Parlamento inglés quiso declarar la guerra, llamó a Robert Jenkins para tomarle testimonio. El tío apareció con un bote que llevaba la oreja dentro, en serio. Ya hay que ser rencoroso para guardar una oreja. Los ingleses mandaron al rey español, Felipe V, un requerimiento exigiendo una cantidad de dinero. Como España también quería esa guerra se negó y así, para satisfacción de ambas partes, se celebró la guerra, que en España fue llamada guerra del Asiento y en Inglaterra, más descriptivos, la bautizaron como War of Jenkins’ Ear, o sea, la guerra de la oreja de Jenkins. Al menos los ingleses reconocieron, aunque de manera indirecta, la hazaña de nuestro compatriota Fandiño.

Y poco más se sabe, pero para eso estoy yo. Resulta que en plena guerra, concretamente en 1744, Juan León Fandiño fue apresado por un barco inglés. Lo encarcelaron junto a su hijo, Juan José Fandiño, y los tuvieron prisioneros durante unos meses. Yo creo que no se enteraron de quién era, pues de otra manera no se explica que el hombre que cortó una oreja a un capitán inglés y amenazó con cortar otra oreja al rey de Inglaterra, Jorge II, el verdadero iniciador de la contienda fuera puesto en libertad.

Tras su prisión en Inglaterra fue liberado en Cádiz, donde solicitó pasaportes para volver a La Habana con su hijo, cosa que probablemente sucedió. Esto último lo encontré en una pequeña serie de documentos que nunca he visto mencionados en ningún lado, pero que se pueden ver digitalizados en la web del Portal de Archivos Españoles. Entra usted ahí, pone el nombre de nuestro hermano Fandiño y puede ver el legajo entero, que no es muy largo. Yo no lo hice con el debido detenimiento, que se trataba de hacer este texto, tampoco era cosa de escribir una tesis sobre Fandiño, o sea que no descarto en absoluto que si se hace una lectura a conciencia aparezcan detalles sobre las circunstancias de su encarcelamiento y de su liberación o algún otro dato que arroje luz sobre el personaje. A ver si alguien se anima.

Lo suyo fue un efecto mariposa: un corsario gallego le corta una oreja a un capitán inglés en Florida y al cabo de ocho años Inglaterra y España se declaran la guerra. Aquí una de las cuestiones que de verdad importan es qué fue de la oreja que Fandiño le cortó a Jenkins. Sería cosa de averiguar si sigue en el frasco y la guardan los herederos, si la enterraron con el resto de Jenkins cuando murió o si está a la venta en Wallapop. Nunca prestamos la debida atención a las cosas que de verdad importan. Sería buena idea recuperarla y exhibirla en el Museo do Pobo Galego, o yo qué sé, en algún sitio donde pudiéramos admirar la oreja y rendir homenaje a Juan José Fandiño, un gallego universal tristemente olvidado. España nos roba.

Bueno, tampoco es que Fandiño sea precisamente Breogán, pero merece su pequeño hueco entre nosotros. Debió ser un personaje muy popular en su día, pero hoy apenas queda registro de su paso por la vida. Ni cortando una oreja a un capitán inglés se gana uno un lugar en la Historia. No sé qué más quieren que hagamos.

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