Después de la patraña de los reyes asturianos y del Reino de Asturias, que jamás existieron unos ni los otros, viene la del Reino de León, que sí existió, pero del que nos transmiten una imagen más falsa que un billete del Monopoly. Los reyes de León y de Castilla, hasta bien entrada la Edad Media lo eran de Galicia en primer término, y así lo reconoce toda la documentación diplomática.
Al menos hasta el reinado de Sancho IV, que empezó en 1284 y fue el primero en renunciar abiertamente a sus orígenes gallegos, todos los reyes nacían, o se educaban o morían o eran enterrados en Galicia o varias de estas cosas juntas. Si usted busca por ahí en Google a Alfonso IX de Galicia, le aparecerá únicamente como rey de León. Tanto morro tienen que en su entrada en la Wikipedia dicen que murió en Sarria, Reino de León. Ya con eso le digo todo.
Pero mucho antes, en 1088, a Alfonso VI de Galicia, que usted encontrará como Alfonso VI de León, le escribía una carta el Papa Urbano II en la que se refiere a él como Regi Ildefonso Gallitie, que yo no sé qué signifi ca pero usted sí. Parece que Urbano no sabía de dónde eran los reyes de los reinos cristianos porque los papas eran bobos y estaban desinformados. Y todavía antes a Alfonso II, del que dicen que fue rey de Asturias le llaman Totius Galletiae rex en los anales del reino franco. En 1029, Sancho III de Navarra llamaba en documento como Imperator domus Vermudus in Gallaecia al rey Bermudo III. Sin embargo, no lo encontrará si no busca a Bermudo III de León.
Fernando III reinó entre 1217 y 1252. Se le llama rey de Castilla. Cuando se habla de su infancia y juventud, hablan de diferentes lugares, ninguno de ellos en la actual Galiza ni en el antiguo Reino gallego, pero luego acaban reconociendo, cuando hablan de sus intereses culturales, que "Las trovas y canciones gallegas, aprendidas por él durante su juventud en Galicia, eran sus favoritas". A ver, ¿cómo iba a aprenderlas durante su juventud en Galicia si no había pisado Galicia en su juventud? Es que son tan burdos que las mentiras se les caen a la vista de todos mientras caminan. Alfonso X el Sabio se crio en Allariz. ¿Cómo es que todos los reyes mandaban a sus hijos a estudiar y formarse en Galiza si eran tan leoneses y tan castellanos?
Fernando II (de León, dicen) también educado en Galicia, mandó ser enterrado en Santiago, pero claro, eso es porque era un rey leonés descendiente de los reyes asturianos. A ver, los tres reinos se unieron y se dividieron en diferentes ocasiones durante siglos, siempre por disputas familiares, pero ellos, los reyes, sabían perfectamente cuál era su procedencia y qué reino era el más antiguo y del que procedían tanto León como Castilla y Portugal.
Tampoco se cortan en llamar leonés a Alfonso VII (Caldas de Reis, 1105). Este señor fue el creador de la Universidad de Salamanca, o de las escuela catedralicia que fue el germen de la tercera Universidad europea. La escuela catedralicia y la posterior Universidad dependían del arzobispado de Compostela, situación que duró varios siglos. ¿Por qué no de un arzobispado leonés?, le pregunto yo. Pues, contesta usted, porque la de Santiago de Compostela era la catedral primada de los reinos de Galicia y de León. ¿Por qué? Por decisión de los reyes de Galicia, y de León, y de Castilla, que eran gallegos. Curioso que la sede catedralicia no estuviera en Covadonga, o en Salamanca, o en Soria, yo qué sé.
A cada uno de estos ejemplos y cientos más podría dedicar usted un texto y pedirle a Maruxa Caeiro una ilustración, pero basten estos casos desordenados cronológicamente, lo siento, culpa mía, para hacernos una idea general de cómo se roba la Historia de un pueblo, de un reino, de un país, de una nación, de una patria y de un estado, que todo eso lo fuimos, o lo somos, o lo seremos de nuevo.
Nos hablan de los reinos de Asturias y de los reyes leoneses y decimos que llueve sin preguntarnos si nos mienten
Es una necedad que, también lo siento, es en buena parte culpa nuestra, del pueblo gallego, que es incapaz de reescribir la Historia con el único soporte de fuentes y de documentos, de los que vamos más que sobrados. Con la décima parte de esto mire usted a los catalanes, gobernando ahora mismo España entera y hacen bien. Nos falta ser más orgullosos de lo nuestro, entre otras cosas porque también carecemos del conocimiento que nos han robado y de la divulgación académica que no suele llegar al público porque no hay demasiado interés.
Nos hablan de los reinos de Asturias y de los reyes leoneses y decimos que llueve sin preguntarnos si nos mienten. Pues nos mienten, a diario, en todas partes. Y eso solamente se arregla con una ofensiva en la que llevamos todas las de ganar, pues no tenemos más que exhibir airosamente la documentación que muestra quiénes fuimos. Pero a esto no suele apuntarse casi nadie entre quienes tienen los conocimientos y las líneas de transmisión. Vagos quintacolumnistas.
