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Las hachas piamontesas de hace seis milenios

HACE 6.000 años faltaban más de 1.000 años para que se construyera la primera pirámide de Egipto, la de Zoser, una pirámide escalonada y tirando a modesta. Es decir, que el mundo estaba en pañales. En la época de la que hablamos se inventaba la escritura cuneiforme y los sumerios montaban lo que quizá fue el primer imperio como Dios manda. Las primeras culturas americanas fundaban algunas ciudades y también acabarían levantando pirámides. Hace mucho tiempo. Yo ni me acuerdo.

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Sin embargo, en lo que hoy es Galiza, teníamos un par de hachas fabricadas con piedra de Piamonte, en el norte de la actual Italia. La piedra es identificada porque las hachas son de jade, que no abundaba en Europa, si acaso en lugares mucho más lejanos todavía donde todavía hoy hay reservas de este mineral verde, sobre todo en Asia y en América Latina.

Una de las hachas, perfectamente pulida, fue encontrada hace cosa de 100 años en el yacimiento de A Zapateira, entre A Coruña e Culleredo. Su descubridor, Manuel Lugrís, papá del pintor, la depositó en la Real Academia Galega y ahí quedó olvidada. En la década de 1950, otro arqueólogo mencionó el hacha y concluyó que el lugar donde debió encontrarla Lugrís, que no había dado al parecer demasiados detalles, debió ser en una de las tres mámoas, sepulcros funerarios de nuestros ancestros, que se encontraban en la zona de Monte Aberto, hoy inexistentes porque algún listo se las cepilló para levantar una autovía. Así somos.

El hacha volvió a olvidarse hasta que recientemente investigadores de la USC volvieron a estudiarla y determinaron la procedencia y la antigüedad de la pieza. Se trata de algo muy poco visto en el noroeste peninsular, el lugar más alejado de todo por aquellos tiempos y hasta mucho después. Hay una teoría que dice que el hacha pasó de Piamonte a la Bretaña francesa y de ahí llegó a Galiza bien por mar, bien a pie. Yo ahí no me meto. Lo que sí se puede decir porque se sabe es que hay otra pieza muy parecida y todavía más rara, pues es la única conocida en el universo que aparece perforada y viene de la misma mina piamontesa y cuya antigüedad, como la anterior, anda entre los 5.500 años y los 6.500. Dejémoslo en 6.000 como buenos negociadores. Ésta apareció en Vilapedre, Vilalba, Lugo.

Y las que no han aparecido, pues es de suponer que si después de 6.000 años aparecieron dos, otras muchas se habrán perdido, se habrán esquilmado, que eso se hacía con todas las mámoas, o andarán todavía por ahí, debajo de una autovía. Hablando de elementos tan antiguos, encontrar uno es una rareza; dos pueden marcar una tendencia que nos permite calcular que se trataba de un elemento codiciado y solamente al alcance de unos pocos. Que una de esas hachas haya aparecido en una mámoa, lugar de enterramiento de líderes tribales, nos hace suponer que no pertenecía a un ciudadano cualquiera. Por su lejano origen, a miles de kilómetros de distancia, y por la pulcritud con la que fueron fabricadas no parecen piezas que estuvieran al alcance del vecino común. Serían símbolos de poder.

Son bienes muy escasos y más en esta zona nuestra. Algunas más las hay en el Mediterráneo, en lugares cercanos a la mina de Piamonte. Las dos gallegas son las más alejadas de su lugar de origen. Eso nos lleva a especular, que eso a usted le encanta, con la posibilidad de que hubiera una ruta comercial europea que terminaba aquí entre nosotros, a través de Bretaña o no, eso nos da lo mismo. Algún camino tendrían que seguir estas mercancías y otras, pues tampoco parece muy probable que alguien atravesara Europa para traer un hacha al fin del mundo entonces conocido. Algo más traería y algo llevaría de vuelta para aprovechar el viaje, un suponer.

Todo ello, ya que entramos en el terreno de las conjeturas, puede llevarnos a una serie de conclusiones, lo digo como aficionado que soy: una, la primera, que los pueblos que vivían en nuestra tierra eran poderosos, al menos hasta el punto de comerciar con artículos de lujo muy escasos; otra, que podría existir una ruta comercial, al menos intermitente, entre los pueblos gallegos prerromanos, 4.000 años prerromanos, y el centro de Europa. O eso o tendremos que creer que hace cosa de seis milenios vinieron dos tarados a la actual Galiza, cada uno con un hacha, las dejaron por ahí y tras haber recorrido distancias interminables en condiciones penosas, se largaron para siempre por casualidad. Me resisto a creer en las casualidades y en las insensateces. La gente entonces aplicaba la lógica mucho mejor que lo hacemos ahora y la lógica nos lleva a vislumbrar un comercio más o menos regular entre el noroeste peninsular y la Europa central.