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El gran duelo caballeresco de Ponte de Sionlla

Es una pena que esta historia no esté mejor referenciada. Aparece en la crónica de Vasco de Aponte, nuestro nuevo mejor amigo y la encuentro en un par de notas en un ensayo de Carlos Barros sobre el asesinato de la condesa de Santa Marta, otra historia que me tiene usted que contar un día de estos. La próxima semana, mismo, si le viene bien. O no.

Carlos Barros, cuando se refiere a este duelo entre caballeros, a su vez cita a Vasco de Aponte, lo que nos lleva a un callejón sin salida, pues no parece haber otra fuente ni historiadores contemporáneos que nos ofrezcan interpretaciones sobre este hecho o nos aproximen al contexto. Puede que la dificultad se deba en buena parte a que se trata de un hecho insólito en la Galiza medieval, donde apenas aparecen otros dos duelos, también referenciados en otro ensayo de Carlos Barros. Duelos en los que solamente participaban dos contrincantes y en el que tampoco queda muy claro que al menos uno de ellos se haya producido realmente, pues el autor parece dudar al proponer otra versión en la que el perdedor no murió en un duelo sino ahorcado. Y nada más que yo sepa.

Sabemos los motivos: la disputa por una herencia; conocemos la fecha exacta, el 20 de julio de 1470 y los líderes de ambos bandos, Sancho de Ulloa y Lópe Sánchez de Moscoso, ambos condes. Sobre los pormenores poco se nos dice. Participaron 14 personas por cada bando, siete caballeros y siete de a pie en duelos de uno contra uno. A los caballeros los menciona a todos: fulano contra mengano, y así. De los peones sólo menciona a dos. Al resto los omite porque, dice: «No cuento los peones de acá porque no conocí los de allá». Tampoco nos dice quién ganó cada uno de los duelos, lo que tendría su gracia, ni quién se hizo con la victoria global. Sólo que tras la celebración de los sucesivos duelos, los dos condes tuvieron una bronca monumental y llegaron a un acuerdo negociado en el que quien más cedió fue Lope, o sea que muy probablemente el asunto no se resolvió gracias al duelo, sino a las amenazas del poderosçisimo Diego de Andrade, uno de los combatientes, que amenazó a Sancho con la guerra si no cedía ante Lope, así que Sancho cedió, no por el duelo, sino por miedo a una derrota militar.

Hay un caso posterior en el que un gallego participó en un duelo contra un francés, pero fue en el contexto de guerras europeas. Fue Alondo de Soutomaior, un hijo de Pedro Madruga, que perdió la vida en un duelo contra el hercúleo y famosísimo Bayardo, un caballero francés. Pero no era el reino medieval de Galiza muy dado a los duelos. Eran más de tomar el castillo del adversario por la fuerza que de retarlo a un duelo, de ahí que este sea un hecho excepcional, por las reglas estipuladas de 14 duelos sucesivos, la mitad a caballo y la otra no y por la idea en sí. A nadie se le ocurría resolver sus asuntos a base de duelos.

Esto sucedió tras los dos años de gobiernos irmandiños. La nobleza recuperó el poder de manera fulgurante, pero llegó muy empobrecida y muy consciente de su vulnerabilidad. Los nobles querían más poder territorial, económico y militar del que habían tenido nunca y eso solamente podía lograrse con enfrentamientos internos y en muchos casos fratricidas. Nobles contra nobles. Tejían alianzas con los enemigos de los enemigos y cuando lograban el objetivo, se peleaban con los amigos de sus amigos. Y esas batallas, como las que hubo antes y las que vinieron inmediatamente después, lo se libraban en duelos caballerescos, sino asediando castillos, de ahí la extrañeza que ocasiona este hecho inusitado y algo exótico en el contexto de la época y el lugar. Los duelos de toda la vida se resuelven entre dos personas, no montando un partido entre dos equipos como si fuera la final de la Champions, total para acabar resolviendo las diferencias entre gritos y amenazas, que venían siendo los penaltis medievales en nuestro país.

Creo que, dicho todo lo anterior, pudieron haberse celebrado más duelos caballerescos. Y puede que en aquel convulso ambiente del final de la Edad Media en Galiza hayan pasado desapercibidos en años en que castillos y fortalezas caían y se levantaban por todas partes, o se tomaban y se reconquistaban una y otra vez. En ese escenario, quizá un duelo entre caballeros no era ni noticia, pero me da la impresión de que no debieron ser muchos. Ni los historiadores románticos más imaginativos como Benito Vicetto los mencionan, con lo bien que les vendría para rellenar algunos huecos. Bien, no estaría de más que alguien con acceso a todos los archivos y bibliotecas dedicara unas dos o tres semanas a investigar el duelo de Ponte de Sionlla y los demás que hubiere, para hacernos una idea cabal del alcance que tuvo esa práctica, o buscar por Europa adelante antecedentes de duelos por equipos para resolver asuntos que no tenían nada que ver con el honor y sí con el poder, porque de algún lado habrán sacado la idea los capitanes de uno y otro equipo. O eso o andaban a las drogas cuando lo decidieron y les pareció buena idea.

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