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El viaje de vuelta de Feijóo, un suponer

Va calando la idea de que el sucesor natural es su mano derecha
Alberto Núñez Feijóo baja del coche oficial con el que se desplaza habitualmente por Galicia. EFE
photo_camera Alberto Núñez Feijóo baja del coche oficial con el que se desplaza habitualmente por Galicia. EFE

El viaje de ida, desde Madrid a Galiza fue el que hizo Fraga cuando dejó la presidencia del PP español y vino a hacerse cargo de la Xunta. El de vuelta, mil años después, es el que hará Feijóo, quien está emprendiendo un lento proceso de hacer las maletas que durará cosa de un mes. Yo creo que a Feijóo le divierten todas las especulaciones que nos vienen de fuera sobre cómo gobernará el PP estatal, sobre quién formará parte de su equipo y quién será defenestrado, cosa que no sabe a fecha de hoy nadie, probablemente ni el propio Feijóo. Se citan mucho a las fuentes de su entorno, como si su entorno estuviera lleno de fuentes, cosa que jamás ha sucedido ni sucederá. Tengo un amigo que odia a Ana Pastor y se pasa los días preocupado por si Ana Pastor seguirá teniendo con Feijóo el peso que tuvo con Aznar, con Rajoy y con Casado. Nadie lo sabe. Estos días, si nos fiamos de todo lo que se publica, Feijóo contará absolutamente con todos y absolutamente con nadie, como si tal cosa fuera posible.

Nadie sabe nada aunque todos lo saben todo. Lo único que podemos vislumbrar es que compaginará la presidencia de la Xunta con la preparación de su ceremo nia de entronización y que una vez eso suceda, cosa de un mes, dejará la sucesión ordenada en Galiza. Se supone porque es el proceso lógico, no porque lo haya dicho él ni nadie de su entorno.

También es de creer que Feijóo hará a su llegada a Madrid lo que hizo Fraga en el viaje de ida: cambiar de registro. Fraga fue pisar Compostela y empezar a hablar galego para convertirse en autonomista y galeguista. Feijóo tendrá que hacer en Madrid el proceso inverso: despojarse a toda prisa del galeguismo estratégico y abrazar la bandera de España que nunca se veía en sus mítines. Es normal, todo sea dicho. No va a aspirar a la presidencia del Estado cantando que los imbéciles no entienden al pueblo gallego. Imagínese.

De todo lo demás, no crea nada de lo que lea y fíese de lo que vea. Los vaticinios sobre lo que hará en Madrid y de quién se rodeará tienen tanto valor como el de una gitana echando maldiciones. Todo lo más que podemos suponer es que mantendrá el talante centrista que aquí le ha funcionado y que no perderá el tiempo en batallas estériles ni en virajes ideológicos como hizo su antecesor, que pasaba de la foto de Colón al insulto a Abascal y vuelta a la foto de Colón y así una y otra vez, mientras se desgastaba en peleas con Ayuso. Ya sabemos cómo acabó aquello, con Casado muerto.

Casado hizo en Madrid lo contrario que Feijóo en Galiza: buscar pesca en los caladeros de la extrema derecha, entrar a todos los trapos habidos y por haber, temer mucho a Ayuso y ventilar sus complejos en público, que el tío llegó a parecer casi tan desequilibrado como la propia Ayuso. Feijóo buscara la centralidad, que es lo que ha evitado precisamente la entrada de Vox en Galiza. Es el único líder del PP que entendió que la batalla con Vox se gana ofreciendo moderación, no luchando por el espacio ultra. Y poco más se puede decir, porque nada más se sabe. A Feijóo se le conoce por lo que ha hecho, le parezca a cada uno bien o mal, no por lo que hará, ni cómo, ni cuándo, ni por qué ni con quién. Eso lo iremos viendo y tampoco me parece a mí que los cambios vayan a ser bruscos, o sea que poco a poco, que los madrileños siempre van a toda prisa a todas partes y Feijóo e más de cocinar las cosas en silencio antes de enseñarlas.

Luego está la sucesión. El melón no se ha abierto aunque sí las apuestas y una vez más, las predicciones basadas en fuentes de las que no mana agua, ni nada. El hermetismo es absoluto, pero va calando la idea de que el sucesor natural es el que ha sido su mano derecha desde siempre, Alfonso Rueda, su eterno vicepresidente. Hay otros dos o tres nombres, como el del vicepresidente segundo, Francisco Conde, creo que se llama, pero no lo veo; o Pedro Puy, que no creo que quiera aunque no sería un mal presidente para ser del PP.

Se puede suponer que el proceso lo dirigirá Feijóo y que lo hará también de manera ordenada, quizá ofreciendo una solución que sea favorable a los principales aspirantes, y también es más que probable que el actual presidente de la Xunta tenga cierta influencia sobre la acción de gobierno de su sucesor. Pero todo esto es un suponer, porque con Feijóo todo es un suponer y el que sostenga lo contrario no está en sus cabales.

Ana Pontón está en auge, aunque no entiendo muy bien esa estrategia de dedicar los últimos días de Feijóo en la Xunta en atacar a Feijóo. Si total se va. Lo que yo haría si fuera ella es embarrar el terreno sucesorio, no ese gasto de energías en una despedida inútil. Feijóo, como presidente de Galiza está amortizado, por lo que lo inteligente es ir a por los que se quedan, creo.

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