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Puede elegir el color que desee siempre que sea negro

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ENTRE 1907 y 1929, Henry Ford fabricó más de 15 millones de unidades de su Modelo T. Hasta 1914 se ofrecía en cuatro colores. Obsesionado por perfeccionar su maléfico invento de la producción en cadena, un día, echando cuentas, llegó a la certeza de que aquella gama de colores ralentizaba la producción y encarecía el producto, así que decidió pintarlos en adelante todos del mismo color, el negro, que nunca antes había utilizado. Eligió el negro porque el esmalte secaba con más celeridad que cualquier otro y además era el más barato.

Según dicen que cuenta el propio Ford en sus memorias, cuando alguien se quejó de aquel inesperado cambio, el fabricante le dijo: "Puede usted comprarlo en el color que desee, siempre que sea negro". Así, además de inventar la producción en cadena, inventó de paso la conformidad del cliente ante las imposiciones del industrial. Si era usted un obrero podía tener un coche barato y de cualquier color, siempre que fuera negro. Y usted lo deseaba.

La conformidad popular, y en el Estado español de eso sabemos mucho, es una constante desde entonces. Fíjese: puede usted desear la república siempre que sea monárquica, puede desear usted a un rey siempre que sea sucesor de Franco; puede desear un Poder Judicial funcionando siempre que sea el que quiera el PP; puede usted desear una cadena privada plural siempre que invente y transmita bulos; puede desear usted unos cuerpos y fuerzas de seguridad imparciales siempre que monten una Policía Patriótica; puede usted desear una clase política honesta siempre que indulte a los culpables de corrupción. La conformidad popular hay que ganársela. Si se impone la cosa puede acabar mal, que no estamos hablando de coches, que a fin de cuentas Henry Ford no obligaba a nadie a comprarle un coche ni aunque fuera negro. Mire a la reina de Inglaterra. Llevan más de una semana enterrando a la buena señora, paseando su cadáver de aquí para allá como hizo Juana la Loca con Felipe el Hermoso pero con cordura. La Corona británica tiene tanto peso y tanta tradición que reina en 15 países. Tan respetada es que en una reciente encuesta hecha en Escocia, el 55% se mostró a favor de la independencia pero manteniendo en la jefatura del Estado al rey o reina de turno. No sé por qué, pero es así. Allí, salvo el breve espacio en que gobernó Cromwell tras destronar y decapitar a Carlos I, la monarquía siempre ha sido aceptada y valorada. Luego llegó Carlos II, y en justa correspondencia, sacó a Cromwell de su tumba, hizo decapitar al muerto y expuso en público su cabeza. Y hasta hoy.

Supongo que los británicos creen en la legitimidad de su institución. Si a Carlos II lo hubiera nombrado Cromwell como sucesor a título de rey, la monarquía allá hubiera durado 15 minutos. Y esa legitimidad que convierte la conformidad en deseo, no la tiene ni la ha tenido en siglos la Corona española, lo siento. Podemos retroceder cuanto usted quiera, pero ni hace falta. Al bisabuelo del rey Felipe lo mandó el pueblo al exilio: el abuelo Juan de Borbón no reinó porque su hijo lo traicionó al saltarse la línea de sucesión en un pacto secreto con el dictador; el padre vive un autoexilio dorado en un emirato árabe. Las relaciones de Juan Carlos con esas monarquías dictatoriales tienen un trasfondo que va más allá del interés económico. La española es en los últimos siglos la monarquía más endeble de cuantas perviven en Europa y Juan Carlos necesitaba legitimidad. La encontró siempre en Arabia porque ellos, todos esos reyes y emires, son nietos de señores que pastoreaban cabras. Hacer negocios con un rey europeo es para ellos un honor. Juan Carlos cogía a un rey de esos, le llamaba "hermano" y recibía un maletín. Todos salían ganando. Isabel II no recibía a Juan Carlos cada dos años ni cada 10. Ella, por mucho parentesco que hubiera, sabía lo que es un rey de verdad.

Por eso cuando se votó la Constitución, tal como reconoció Adolfo Suárez, se dijo a los españoles: "Pueden ustedes tener la Constitución que deseen siempre que sea ésta", que venía con rey incluido. Y la gente se conformó y en ello estamos, sin que ni el CIS se atreva a preguntar por la monarquía porque los resultados, por mucho que se cocinen, igual no dan y acaba toda la familia en un emirato.

Y para finalizar, un rey o una reina tiene que saber reinar. A poco que busque usted en Google, encontrará fotos de Isabel II con Gerry Adams o Martin McGuiness, exmilitantes del IRA y líderes del Sinn Féin. En algunas de esas fotos se ve a Isabel II riéndose a carcajadas. Buscaba la concordia entre los pueblos de su reino. Compárelas con el discurso del rey Felipe tras el 1-O. Allí, por cierto, se puede votar la independencia sin que la Corona ponga reparos. Una cosa es que le obliguen a comprar un coche negro y otra que usted lo quiera precisamente de ese color.

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