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Justicia para Marcelo

Marcelo es el ángel de la guarda de Jorge Fernández Díaz
Fernández Díaz, durante su comparecencia en el Congreso sobre la Operación Kitchen. EFE
photo_camera Fernández Díaz, durante su comparecencia en el Congreso sobre la Operación Kitchen. EFE

Nadie piensa en el bueno de Marcelo, para quien piden hasta 15 años de prisión sin darle oportunidad a defenderse, negándole su derecho a la asistencia legal; sin tomarle siquiera declaración. Nunca sabremos si estuvo involucrado en la Operación Kitchen y en caso afirmativo, hasta dónde llegó su implicación. Nadie declarará a su favor ni contra él.

Marcelo es el ángel de la guarda del exministro de Interior de Rajoy, Jorge Fernández Díaz. Según declaró el principal acusado un buen día sin venir a cuento: "Me ayuda en pequeñas cosas, como aparcar el coche. Y también en las grandes, siempre ayuda". Es decir, que Marcelo puede ser cómplice necesario de los delitos de encubrimiento, malversación y contra la intimidad de los que acusan al exministro por espiar a Bárcenas con recursos humanos y económicos pagados con el dinero de usted. También puede ser el ángel inocente de todo ello, pero en cualquiera de los dos casos tendrá que compartir celda con su custodiado si este es declarado culpable.

El ángel de la guarda nunca abandona a la persona cuya protección le ha sido encomendada, así que como mínimo es conocedor de los hechos, pues los presenció en primera persona. Antaño a la infancia se nos hacía canturrear esto: "Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día". Su obligación es estar siempre ahí, arrimado, ayudando en las pequeñas cosas como aparcar el coche y en las grandes. Siempre ayuda. No lo digo yo, lo dice Fernández Díaz. O sea que si finalmente el exministro es declarado culpable, Marcelo tendrá que compartir celda con él. No cabe mayor injusticia. Todo el mundo tiene derecho a un juicio justo, también Marcelo.

No caiga usted en la insensatez de dudar de la existencia de Marcelo. ¿Por qué iba a mentir Fernández Díaz sobre este asunto? La única razón que se me ocurre es que si en el juicio le muestran pruebas incriminatorias lo utilice como excusa: "¡Sí, lo hice, pero porque me lo ordenó Marcelo!". Como estrategia de defensa podría funcionar, pero el exministro es un hombre pío, fervoroso creyente y practicante, de los de misa diaria. Esto último no tiene nada de malo, créame. Mi madre iba a misa todos los días y nunca contrató a nadie para robar información, que yo sepa. A lo que iba es a que si Fernández Díaz quisiese culpar a alguien, antes recurriría a una posesión satánica, nunca a su fiel ángel custodio.

Los ángeles de la guarda tampoco son tan buenas personas como nos parecen y el supuesto jefe la trama Kitchen lo sabe porque se conoce la Biblia de memoria y leyó cómo en el libro del Éxodo se describen así sus funciones: "He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él. Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren". Según esto, Marcelo puede ser una buena pieza, un tío cruel y vengativo capaz de hacer cosas terribles.

Leyendo estas cosas y tomándolas al pie de la letra es como algunos creyentes se convierten en fanáticos, que me parece a mí que es lo que le ocurre a este señor. Lo digo porque concedió dos medallas a la Virgen, que no acudió a recogerlas. Para eso que hubiera condecorado a Marcelo, que al menos estaría presente en la ceremonia. Yo lo llamaría a declarar, si bien sospecho que surgirían contratiempos procedimentales, pero al menos haría el intento. Jorge Fernández Díaz puede hacer de intérprete. Se conoce que hay comunicación entre ellos, pues de otra manera el ministro no conocería ni el nombre de su ángel. Y cuando encuentra aparcamiento, sabrá distinguir cuándo es cosa de Marcelo y cuándo el espacio libre estaba allí con Marcelo o sin Marcelo. Y ya no digamos los días que le ayuda con las cosas grandes, como espiar al que fuera tesorero de su partido.

Marcelo es un testigo clave. Tampoco se juega tanto. Si entra en la cárcel con su protegido ya sabe usted que no pasará allí más de un par de meses, y luego serán indultados o excarcelados por sufrir una enfermedad terminal que le curará Marcelo en cuanto pisen la calle. Merecemos justicia. El propio Marcelo merece ser escuchado y defendido. Vivimos en un Estado de derecho y estamos sujetos a una serie de normas que nos impiden encarcelar a nadie sin una orden de ingreso en prisión o una condena, sin que se le tome testimonio. Esta es la España a la que llamamos democrática, un lugar donde no respetamos ni a nuestros ángeles custodios.

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