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Él es Europa

Un soldado ucraniano sentado en un memorial a los soldados ucranianos caidos. EFE
photo_camera Un soldado ucraniano sentado en un memorial a los soldados ucranianos caidos. EFE

ESTAMOS PENDIENTES estos días que cosas irrelevantes que lo terrible se nos escapa. Las aventuras de Jácome o de Baltar son un ejemplo. De esa gente se puede esperar cualquier cosa. Los audios de Jácome no escandalizan a nadie, y menos en Ourense. A ver, que es Jácome. Lo raro es que aparecieran unos audios en los que se le escucha donar su sueldo a la caridad. Y Baltar es Baltar. Que lo pillen a 215 por hora es un galón más que se pone en el pecho. A Baltar se le han perdonado cosas mucho más graves y ahí está.

Entre eso y la campaña tenemos para entretenernos. Luego está Eurovisión, o sea que siempre hay temas que nos distraen de lo aberrante. "Preferiría gastar el dinero en el bienestar social, escuelas y hospitales, pero hay que apoyar a Ucrania". Lo dijo así, en primera persona, porque Europa es él. Pues como si nada nos anunció que dinero público con el que se financian servicios esenciales como la sanidad o la educación irá a parar a financiar la guerra, aunque el bueno de Borrel preferiría gastarlo en mantener el estado del bienestar, pero claro, hay que apoyar a Ucrania porque lo decide Borrell. Yo no sé si a usted le preguntó Borrell si está de acuerdo en que el dinero con el que se financia la educación de sus nietos y la prótesis de cadera de su suegra se gaste en armas y municiones.

"No es el momento para conversaciones diplomáticas sobre la paz, sino el del apoyo militar en la guerra", añadió inmediatamente. Este señor es el jefe de la diplomacia europea. Yo no entiendo esa diplomacia, la verdad. Para eso de echar gasolina al fuego valgo hasta yo. A mí me pone usted un sueldo, un despacho en Bruselas y una corbata, y hago ese trabajo con mucho más entusiasmo, que ya es decir. Creo yo que el jefe de la diplomacia europea tendría que dedicar cada segundo a buscar soluciones negociadas, que es lo que hacen los diplomáticos desde los tiempos de Atapuerca. Las guerras sólo tienen dos soluciones posibles: la victoria de una de las partes o la negociación de la paz. Y por lo que se ve, esta guerra no parece que vaya a desembocar en una pronta victoria militar de ninguna de las partes. En Bajmut los avances y las retiradas se miden en manzanas. Cada manzana puede tardar una semana en caer y cuesta centenares de vidas en ambos bandos, hay días que más de mil. Todos los que han pasado por ahí se refieren a esa batalla como una picadora de carne. Y eso, además de una salvajada cuesta un dineral. Para eso es para lo que Borrel tiene que gastarse nuestro dinero destinado a la salud y a la educación.

"Me siento como un diplomático, pero también como una especie de ministro de Defensa de la Unión Europea, porque he pasado una parte bastante importante de mi tiempo hablando de armas, de municiones. Nunca pensé que iba a pasar tanto tiempo pensando en cuánto armamento puedo proporcionar". No lo dice con pesar. Alardea de ello. Ha pasado tanto tiempo pensando en las armas que ni un segundo dedicó a intentar soluciones negociadas.

Si la diplomacia no sirve para hablar de paz, ya me dirá para que sirve

¿Cómo puede uno de los principales diplomáticos del mundo decir que no es el momento para conversaciones diplomáticas sobre la paz? A ver, Josep, qué tontería es esa: siempre es momento para hablar sobre la paz, te lo digo con la confianza que nos da el haber compartido aquel apasionado fin de semana en Venecia durante el que unimos nuestros hercúleos pero trémulos cuerpos desnudos. Si la diplomacia no sirve para hablar de paz, ya me dirá usted para qué sirve. Usar ese inmenso poder para alimentar una guerra que nadie ganará sobre el campo de batalla en los próximos años es sumir a Europa en la ruina. No tenemos bastante con asumir el coste de la pandemia y de la invasión como para seguir manteniendo una guerra interminable aunque sea a costa de desatender escuelas y hospitales. Tampoco creo que Europa deba mostrarse como una potencia servil a ninguno de los bandos. No nos interesa porque no tenemos nada que ganar. Estamos ahí en medio y el trabajo de la diplomacia debiera ser no provocar sangre que nos acaba salpicando a todos. Utilizar la influencia europea, si es que tal cosa existe, para mediar entre las partes, eso es lo que tendría que estar haciendo Borrell.

Por supuesto, todos sabemos que eso no sucederá salvo grave conflicto social que ya está tardando pero que llegará cuando constatemos que el alto coste en vidas y en recursos es insostenible a no muy largo plazo. O cuando llegue Borrell y como si tal cosa nos anuncie que después de las escuelas y los hospitales caerán los sueldos, las pensiones y todo lo demás, porque no es momento de hablar de paz, sino de armas y municiones. Tampoco hay que preocuparse. Nos pillará hablando de Jácome o de Eurovisión.

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