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Arritmias

Imagen del comité ejecutivo nacional del PP celebrado esta semana tras el 4-M. EFE
photo_camera Imagen del comité ejecutivo nacional del PP celebrado esta semana tras el 4-M. EFE

Lo de Madrid nos lo han intentado explicar desde allí a toro pasado pero yo, lo siento, sigo sin entenderlo. Eso igual es porque vivo en Pontevedra. Díaz Ayuso resultó ser una terminator programada para matar de las formas más despiadadas. En un día puso a Sánchez contra las cuerdas, echó de la política a Pablo Iglesias, hizo dimitir al secretario general del PSOE madrileño; a Gabilondo además de hacerle dimitir le provocó una arritmia la tía loca; evaporó a Ciudadanos y mientras, contuvo a Vox, que pasa ser una fuerza irrelevante. El resultado es tan aplastante que suma 7 diputados más que toda la izquierda junta y 41 más que Más Madrid, que quedaron de segundos, por decir algo, pues más bien parece que las tres posiciones del podio las ocupa la propia Ayuso. Con eso mismo y un bautizo, Coppola hizo una secuencia bestial.

A la vicepresidenta Carmen Calvo le costó aceptar la derrota: "Para un socialista es difícil hablar de cañas, de ex y de berberechos". Cuando quiso arreglar la frase al día siguiente dijo que "en lo de Ayuso nos movemos mal". Una y otra afirmación no son otra cosa que un reconocimiento de que los socialistas salieron a batirse contra una rival que había elegido campo, armas, fecha y padrinos. Usted y yo, no lo neguemos ahora que la conozco, fuimos los dos únicos que creímos que el tono mesurado de Gabilondo tendría algún reconocimiento del electorado. Pues no lo tuvo, pero tampoco pasa nada, que casi siempre nos equivocamos. Tendremos que hablar de ello.

Mientras, sigamos haciendo profecías a lo loco. Yo creo que el que a la larga va a salir perdiendo tras este resultado va a ser Pablo Casado, y le digo por qué: cuando Ayuso y Casado salieron al balcón de Génova, Ayuso se fue a una esquina. Casado no sabía qué hacer, pues la victoriosa presidenta le estaba robando la foto, así que quedó cariacontecido, o eso supongo porque llevaba mascarilla. Pablo Casado, quiero decir. Yo no llevaba mascarilla porque estaba en casa. Pues cuando al fin se juntaron Isabel y Pablo, sus fans desde la calle empezaron a aclamar a Ayuso al grito de presidenta, presidenta. Luego, en su discurso, unas de sus primeras palabras las dirigió a Pedro Sánchez. No a sus rivales en la Comunidad, sino a Moncloa. Eso tampoco debió gustarle a Pablo Casado, pero como para estas cosas es un blandengue igual no le dijo nada.

Si el verdadero rival de Ayuso es Pedro Sánchez, Casado es un estorbo

Casado queda ahora entre dos modelos y dos líderes tan victoriosos como antagónicos: Feijóo y Ayuso. Uno lleva gobernando Galiza con mayorías absolutas desde que los celtas resistieron a los romanos en el monte Medulio. Es un tecnócrata con visión posibilista cuya figura puede que no encaje más allá de Galiza tan bien como algunos pensamos. Los de fuera lo ven poco español, no sé por qué será. No imagino ya a Feijóo, en todo caso, emprendiendo a estas alturas la conquista de España.

Pero el modelo de Ayuso sí puede funcionar fuera de Madrid, a poco que se despoje de algo de su madrileñismo exagerado o hasta sin hacer eso. Toda su acción política durante estos dos años se ha dirigido a enfrentarse a Sánchez desde el minuto uno. Y con la llegada de la pandemia se convirtió en la líder oficiosa de la oposición, buscando encontronazos diarios con el Gobierno y robando portadas a Casado. Si al PP le tocara celebrar un Congreso Nacional mañana y Ayuso se presentase contra Casado, lo mismo el hombre acababa con una arritmia antes de irse a cultivar un huerto con Gabilondo, quien está felizmente restablecido de su dolencia.

Estamos viendo con qué facilidad los líderes pueden pasar del todo a la nada en unas semanas. Iglesias estaba de vicepresidente y ahora no es nadie; Albert Rivera tuvo la opción de ser vicepresidente con Sánchez y trabaja o lo que sea en un despacho de abogados; Inés Arrimadas ya ni le cuento el futuro que tiene en política. Y no hablemos de Rajoy, que en dos días se fue de Moncloa a Santa Pola. Vivimos épocas de liderazgos efímeros, de vuelcos electorales impresionantes y de inestabilidad, y a eso es difícil jugar porque nadie está entrenado, como reconocía Carmen Calvo: en lo de Ayuso se mueven mal.

Pues que vayan aprendiendo, porque en lo de Ayuso se moverá toda España de aquí a un par de años. Si hasta vi el otro día a un concelleiro de Pontevedra con una camiseta que ponía "comunismo o libertad". El frío que tuvo que pasar el hombre para hacerse esa foto; se equivoca si cree que el ayusismo tiene algo que ver con Feijóo. Si Feijóo se llega a presentar con ese lema, estaría ahora mismo debiéndole media docena de diputados al Parlamento gallego. Feijóo es la antítesis de Ayuso. Se parecen tanto como un ventilador y una barra de pan.

Si el verdadero rival de Ayuso es Pedro Sánchez, Casado es un estorbo. Da igual que Ayuso haya sido una apuesta personal de Casado. En política no existen las lealtades. A la primera ocasión, Casado acaba con una arritmia.

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