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Andrea Janeiro

UNO DE estos días pasados cumplió 18 años Andrea Janeiro Esteban, quien viene siendo fruto de un apareamiento entre Jesulín de Ubrique y Belén Esteban. Ese mismo día en que se convertía legalmente en mayor de edad y adquiría derechos y obligaciones, como los de votar o ingresar en prisión en caso de cometer un delito; ese día a partir del cual puede sacarse el carnet de conducir y firmar un contrato de trabajo sin permiso de sus padres; ese día en que Andrea Janeiro puede convertirse en una joven adulta e independiente, era el día esperado por miles, o decenas, o cientos de miles de depredadores. Su rostro, antes protegido por una ley que obliga a los medios a pixelar o difuminar a los menores de edad, era expuesto al público.

Andrea Janeiro fue toda la vida una víctima inocente. Víctima de la traumática separación de sus padres, televisada en directo minuto a minuto, mes a mes, año tras año. Víctima de sus propios padres, acaso más de la madre que del padre. Era la niña a la que toda España obligó a comerse el pollo. "Yo, por mi hija, mato", decía la madre y cobraba por decirlo. Las desavenencias entre un padre y una madre, o entre dos padres o dos madres las he visto yo en persona, en decenas de parejas que deciden separarse. Supongo que son más llevaderas para el niño o para la niña cuando no son retransmitidas en programas estúpidos e innecesarios. Podemos imaginar que Andrea tenía televisión y participaba en redes sociales, obligada a ver sí o sí los desencuentros televisados entre papi y mami. Su infancia la supongo difícil, no solamente viendo la televisión o entrando en Google: no me apetece imaginar lo que habrá escuchado en persona, de viva voz, por la calle o en el colegio. Ha sido, desde que nació, una niña explotada por los medios, por sus padres y por millones de españoles que celebraban cada programa en el que se hablaba de ella.


Esta sociedad es cada día más sádica y más machista.Hemos retrocedido a tiempos que ya ni se recuerdan


Y de un día para otro, la niña se convierte en adulta y se abre la veda. La ley ya no obliga a pixelar su imagen. Cumple 18 años y sus fotos pueden publicarse. La estupidez y la crueldad se abren camino. La niña que adquiere nuevos derechos y deberes, los 18 años que suponen un nuevo camino para quien quiera que los cumpla, se convierten para Andrea Janeiro en el día en que pasa del purgatorio al infierno. Miles o millones de machistas ven sus fotos y consideran que no es lo suficientemente guapa. Tristemente, entre todos esos miles de machistas hay muchas mujeres. Media España decidida a acomplejar a Andrea Janeiro Esteban, a juzgarla por su físico, a reírse de su cara o de su cuerpo.

Puede que algún medio, ya que todos han decidido convertirla en la Paquirrín 3.0, se haya interesado por las inquietudes de Andrea, preguntado sobre sus planes de futuro, sobre cómo se posiciona ante determinados temas, sobre cuáles son sus lecturas favoritas, si es que las tiene, sobre la música que escucha. Puede ser, pero yo no lo he visto. A nadie le interesa lo que opina Andrea, ni cómo es Andrea hoy, ni a qué quiere dedicarse mañana. Sería interesante, en el plano periodístico, preguntarle cómo ha sido capaz de sobrellevar, desde el mismo día en que nació, el acoso mediático, el ser una pobre niña que sin meterse con nadie ha sido durante los 18 años de su vida un producto de mercado televisivo sin haber dado jamás su consentimiento y sin que nadie le haya consultado.

Y ahora que es mayor de edad y ha llegado el día que ansían todos los niños, el de los 18 años, el que la convierte en una ciudadana de pleno derecho, con responsabilidades y obligaciones, resulta que media España se ríe de ella porque ya se le puede ver la cara y no se la considera un bellezón. Lo triste es que no recuerdo caso semejante. Esta sociedad es cada día más sádica y más machista. No es que no hayamos avanzado: hemos retrocedido a tiempos que ya ni se recuerdan. Ni en las crónicas medievales, que las hay y son abundantes, se encuentra una única referencia a una mujer considerada fea. Incluso en esos tiempos de machismo exacerbado, cuando alguien se refería a una mujer lo hacía reflejando virtudes o defectos, pero jamás juzgándola por su aspecto físico.

Igual todas y todos los que hoy se burlan de ella son personas hermosísimas además de imbéciles y por eso consideran que la chica es fea. Ante todo fea, lo que la invalida para ser algo bueno en esta vida, como una mujer inteligente. Por lo que a mí respecta, que no he conocido jamás a una persona fea, hoy por hoy Andrea Janeiro es la persona más bella que he visto en mi vida. Solamente cabe esperar que ella se dé cuenta. A fin de cuentas, mucho me temo que pasará buena parte de los próximos años siendo examinada con microscopio por una panda de descerebrados que se creen tan guapos y muy superiores como para destrozar la madurez de una chica que lleva toda la vida siendo una víctima.

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