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Alienígenas, caso abierto

El abrazo entre Formoso y Caballero. PEPE FERRÍN
photo_camera El abrazo entre Formoso y Caballero. PEPE FERRÍN

ES EMPEZAR a ver un capítulo de mi serie favorita, Alienígenas, caso abierto y acordarme de los socialistas gallegos. No falla. Tampoco veo ahí nada grave, ni siquiera me ocasiona la menor preocupación. A saber en qué piensa usted cuando ve esa serie. No sé, prefiero no preguntar. Por algún motivo me ocurre, pero puede que el hecho de que los socialistas gallegos sean la prueba de que los alienígenas existen tenga algo que ver con esos devaneos mentales que experimento. 

Siempre hacen lo mismo: cuando el rostro de un candidato empieza a ser reconocible para la ciudadanía, lo cambian y vuelta a empezar. Pues no sé si el electorado está para aprenderse la cara de Valentín González Formoso, el nuevo secretario xeral. Le voy a poner un examen que yo no superaría: dígame el nombre de cuatro candidatos socialistas a la presidencia de la Xunta en los últimos 40 años; o de tres candidatos. No hay persona capaz de aprobar. La lista de los líderes socialistas gallegos es un no parar. Hasta hemos visto a líderes que no llegaron ni a presentarse y pocos lo han hecho más de una vez. Laxe y Touriño, creo. Al menos recuerdo a dos. Dirá usted que si sumamos a Gonzalo Caballero y a Formoso ya serían cuatro, pero en eso no lleva razón. A Caballero ya lo he olvidado y Formoso no cuenta porque de momento no es candidato y además tuve que buscarlo en Google para poder escribir su nombre, y que me muera ahora mismo si miento. 

Desde el principio de todo, a los socialistas gallegos siempre le han importado más las llaves de la sede que el resultado. Un socialista gallego prefiere sacar un concelleiro, siempre que sea él, que impulsar a un compañero para ganar la alcaldía. Mandan los que tienen la sede, y cuando alguno además consigue una alcaldía, lo mejor que puede hacer es mantenerla discretamente, no vaya a ser que llame algo la atención y lo hagan candidato a la Xunta, lo que garantiza que su carrera está acabada. 

Ahora los alienígenas tienen un problema: el próximo candidato, que será Formoso si no lo echan antes, ni siquiera es diputado; y el portavoz parlamentario es el señor al que acaba de derrotar. ¿Qué hacemos ahora, dejamos que sea Gonzalo Caballero quien lidere al segundo partido de la oposición parlamentaria? No sé, digo yo. Es que las bases han dicho que no les vale ni para eso, que no lo quieren, y él dice que seguirá igualmente. Alguien tendrá que explicárselo: "Gonzalo, tío, me duele decirte esto, pero tienes que dejar la portavocía y el escaño. Te reclaman en Neptuno, donde viven todos los excandidatos gallegos, en el ostracismo, tío, de verdad que lo siento, pero es lo que hay. A ver si antes de irte quedamos un día para comer unos ratones vivos, echamos unas risas y nos despedimos para siempre". 

Formoso es alcalde de As Pontes y presidente de la Deputación de A Coruña. Póngale cara, esfuércese, que aquí somos de Lugo y de Pontevedra y la Diputación de A Coruña nos queda lejos. Es que nadie vota a un desconocido que poca visibilidad tendrá hasta que empiece la campaña porque ni siquiera es diputado. No debatirá con los otros dos líderes en el Parlamento, al que sólo puede acceder como visitante. Con todo lo que significa presidir una diputación, no da para estar en los medios de todo el país a diario. Tendrá que moverse a base de ruedas de prensa a las que nadie hará demasiado caso. Usted planta a Formoso en una terraza de cualquier ciudad o pueblo de Galiza que no esté en la provincia de A Coruña y nadie se acercará a hacerse un selfie porque nadie sabe quién es. Volverá a quedar tercero y lo mejor a lo que puede aspirar es a que sumando con el BNG le den las cuentas para ser vicepresidente de Ana Pontón, lo que significaría que Feijóo pierde la absoluta, que ya es mucho imaginar. 

Y antes vienen las municipales. Gonzalo Caballero perdió en Pontevedra, donde el grupo municipal apoyaba a Formoso; y en Vigo, donde su tío Abel, el único que logró volver de Neptuno, no apoyó a nadie porque como bien dijo, su partido es Vigo. Así que, en la tradición del socialismo gallego, Formoso ya estará preparando algunas guillotinas. No en Vigo, claro, porque Abel Caballero es desde hace años el socialista más poderoso de Galiza, sobre todo porque es el único que no oculta su origen extraterrestre y el electorado premia ante todo la honestidad y la naturalidad. Todos sabemos que Abel Caballero estuvo en Neptuno y que es el único que logró regresar y nos sentimos cómodos con ello, que no sólo no tiene nada de malo, sino que supone un mérito inmenso. Es el único que supo volver y arrasar. 

Así que el PSdeG tendrá que afrontar dos elecciones casi seguidas con un líder que no lidera de momento nada más que las llaves de la sede. Yo le deseo mucha suerte, como a los demás, y eso que es el único de los tres que no tiene ni la menor posibilidad de presidir Galiza. La cosa, si es que hay pelea, estará entre Feijóo y Ana Pontón. Y si el BNG sube en las municipales a costa del PSdeG, lo mismo le mueven ya la silla a Formoso y no llega a las autonómicas. Cómo no le vamos a desear suerte.

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