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Primavera

Lugo lleva demasiados años esperando un cambio de estación que no acaba de llegar en cuanto a los servicios públicos

Los veo a menudo. Normalmente cuando regreso de estirar las piernas, a última hora del día. Son dos chavales muy jóvenes. Puede que todavía adolescentes. No es fácil precisar su edad a causa de las mascarillas. Se sientan en un banco público, en una de las plazas por las que paso casi a diario de regreso a mi casa. Es un lugar inhóspito, carente de cualquier tipo de encanto. Como tantos otros de moderna factura en esta ciudad. Además, es un sitio poco resguardado, donde el viento del norte sopla normalmente con ánimo y hace bastante frío. Ellos parecen inmunes a esas circunstancias poco propicias. Se acomodan muy cerca el uno de la otra. Suelen pasar allí bastante rato. Hablan bajito y están a sus cosas. Inspiran ternura. El otro día, él sacó una manta polar de la mochila y los dos se arrebujaron debajo de ella para seguir charlando. Supongo que al amparo de tan precario refugio estarán esperando a que llegue de verdad la primavera. A sentir un poco más de calor. O no, quién sabe. La rasca espanta a la gente de las calles y propicia la intimidad de los espíritus resistentes a las bajas temperaturas.

Su juventud es envidiable. Les queda mucho por vivir. No hay que llorar los años cumplidos, pero tampoco avergonzarse de cierta melancolía por los buenos momentos pasados. Es curioso. Pensé en las primaveras consumidas cuando esta semana nos prepararon para un nuevo retraso en el remate de esa autovía que, algún día, conectará Lugo con Santiago. Tengo que reconocer que, a estas alturas, cualquier demora en esa infraestructura me parece una auténtica canallada. Me da un poco de vértigo recordar que cuando comenzó a gestarse la construcción de esa carretera era incluso más joven que esos dos chavales que intentaban resguardarse del frío de la noche con una delgada manta. Hace tres décadas que comenzó su planificación y más de cuatro lustros la ejecución de las obras. Conviene recordar que son poco más de noventa kilómetros. Cualquier disculpa es completamente inadmisible. Una falta de respeto.

También seguirán pasando los años hasta que logremos tener una conexión ferroviaria decente con la red de alta velocidad. Me conformaría con que no hubiese que lamentar más retrasos en la inversión prevista para la modernización del corredor Lugo-Monforte-Ourense. Con que estuviese lista para 2024, como nos anuncia el Ministerio. Tengo que confesar que nunca llegué a creerme que Adif estuviese dispuesto a invertir unos mil millones de euros para ejecutar las variantes de Os Peares y Rubián. Son muchos cuartos, pensará el responsable de administrarlos, para reducir en 23 minutos el desplazamiento entre ambas ciudades. Después veinte años esperando por la autovía a Santiago me he vuelto un poco incrédulo. El papel aguanta de lo que se escribe sobre él, pero una cosa es predicar y otra dar trigo. No creo que pueda disfrutar de las primaveras suficientes, por larga que sea mi vida, para ver completadas esas obras. Mande quien mande sobre la caja de caudales.

Sí confío en llegar a ver, más pronto que tarde, cómo abre sus puertas al público el nuevo auditorio de Lugo. Seguro que podremos disfrutar de buenas obras de teatro. Mejores, sin lugar a dudas, que ese absurdo sainete protagonizado en los últimos días por los ediles de la corporación municipal. Los populares se fueron a colocar una pancarta en el cierre del recinto, con la pregunta O auditorio para cando? A las pocas horas, recibían contestación de los ediles del Bloque, que ahora son parte del gobierno local, con otro cartel: Para cando A Tinería? Como niños pequeños. Habrá a quien le parezca divertida esta batalla. A mí, en cambio, esas cosas no me hacen ni puñetera gracia. Será porque me voy haciendo mayor o, simplemente, porque no comparto el gusto por el humor negro cuando se habla de dinero público.

Parece que va viento en popa, eso sí, la construcción del edificio de madera en A Garaballa, al que el gobierno local ha llamado Impulso Verde. Lástima que aún no tenga uso definido y que todavía no haya aceras en Infanta Elena para llegar a la parcela.

Lugo sigue esperando a que llegue su primavera. Habrá que comprarse una manta. Parece que va para largo.

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