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Esfuerzo

Los contribuyentes ponemos el dinero, pero no está de más reconocer el trabajo de quienes lo invierten con criterio

No es nada nuevo, pero de vez en cuando se perciben de forma más intensa las alusiones al "esfuerzo" que hacen las instituciones para sacar adelante determinados proyectos, para patrocinar distintas iniciativas o para buscar soluciones y dar respuesta a problemas y necesidades que afectan a la sociedad. Supongo que es una forma de hablar. Cuando en un acto público se agradece el denuedo de una administración para impulsar una obra o mejorar un servicio público, o incluso cuando se utiliza esa expresión en una nota de prensa o en una comparecencia política para realzar el trabajo propio ante los medios de comunicación, supongo que debemos leer entre líneas. Sobreentender que esas sentidas muestras de gratitud, en un caso, o de autoafirmación, en el otro, se refieren a las personas que trabajan en ellas o a los responsables de tomar decisiones.

Decir que la Xunta, la Diputación o el Ayuntamiento hacen "un esfuerzo" para ejecutar una cosa o la otra es, tiene que serlo, una forma de hablar. Entiendo que, al agradecerles públicamente su diligencia por una determinada actuación, lo que realmente hacemos es reconocer a las personas que eligen el rumbo a seguir en cualquiera de esas instituciones. La gratitud va dirigida hacia aquellos que deciden invertir el dinero en una cosa y no en la otra. En eso consiste gobernar, en tomar decisiones. Hacerlo bien implica gestionar los recursos públicos para conseguir el mayor bien común con el menor gasto posible. De eso se trata. De aprovechar bien hasta la última moneda que ponemos en sus manos para hacer más con menos.

Pensaba sobre ello esta semana, durante el acto organizado para celebrar el décimo aniversario de la apertura del Hula. Como toda obra humana, el hospital de Lugo no es perfecto. Seguramente puede mejorar en muchos aspectos, pero es innegable que su puesta en funcionamiento ha supuesto un antes y un después para la sanidad pública en esta provincia. Además, no ha dejado de incrementar su cartera de servicios en la última década. Visto en perspectiva, sin duda creo que merecen un reconocimiento todas aquellas personas que aportaron su empeño y su talento para poner en marcha este complejo hospitalario. También aquellos otros que, con su trabajo cotidiano, contribuyen cada día a mejorar la calidad de la asistencia que se les presta a los pacientes que, por un motivo u otro, tienen que pasar por sus instalaciones.

No es cuestión de agradecerle a la Xunta "el esfuerzo" que tuvo que realizar para construir y equipar este centro sanitario, a fin de cuentas, el capital lo pusimos entre todos, pero no está de más reconocer el acierto de aquellos que valoraron la importancia de la salud como criterio, fuesen del partido que fuesen, y tomaron la decisión de meter el dinero en este gigantesco proyecto. Y no en otra cosa.

Digo esto porque la caja pública no es ilimitada. Como pasa en cualquier familia, administrarlo bien implica ahorrarlo cuando se puede y gastarlo cuando es necesario. Lo más fácil, lo que hacen los malos gobernantes, es esquilmar al contribuyente cuando las cuentas no le cuadran. No es un invento contemporáneo. Ya lo hacían los señores feudales en la Edad Media. Eso, parece, es lo que pretende hacer el Gobierno cuando plantea la posibilidad de cobrarnos por el uso de las carreteras convencionales y las autovías. En vez de reformar la administración pública y reducir gastos superfluos, pretende ordeñar al contribuyente hasta dejarlo seco.

Honestamente, no creo que llegue a hacerlo. A lo mejor ganas no le faltan, pero dudo que tenga agallas para meterse con las canillas descubiertas en semejante jardín. A los señores feudales, de vez en cuando, les montaban revueltas. Ahora somos más civilizados. Cada cierto tiempo hay elecciones.

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