Blog | Patio de luces

Triste y cruda

Las ayudas de las administraciones son claramente insuficientes para paliar las pérdidas provocadas por la pandemia

SEGURAMENTE TODA AYUDA es poca. Es normal que mucha gente se sienta insatisfecha, incluso maltratada por las administraciones públicas. Nunca nos hemos visto en una situación semejante. Llevamos más de un año pendientes de la evolución de una pandemia que ha afectado de forma muy negativa a muchos sectores de nuestra economía. Al confinamiento inicial para frenar la primera ola, lo sucedieron múltiples restricciones que han condicionado nuestra forma de vivir y, consecuentemente, la actividad de los sufridos autónomos y de un montón de empresas, grandes y pequeñas. Alguno de los afectados seguramente no conseguirá remontar el vuelo. Las pérdidas son un lastre demasiado pesado para las frágiles alas de determinados negocios. A la espera de que lleguen los fondos europeos de reconstrucción y de que todo ese capital sirva realmente para impulsar la recuperación, a pie de calle la gente va tirando como puede.

Es innegable que el comercio y la hostelería, con todos los negocios asociados o que dependen de ambas actividades, son los grandes damnificados de unas circunstancias tan singulares como inéditas. Sin embargo, no hay que olvidar que son muchos los sectores que, de una forma u otra, se han visto también perjudicados por esta situación. Todos reclaman ayudas y apoyo de las administraciones públicas y, seguramente todos y cada uno de ellos, lo hacen asistidos por la razón. Cada empresa que cierra sus puertas y cada puesto de trabajo perdido es una tragedia. No está de más de recordar que lo que desaparece con esas pérdidas es el sustento de las personas. Los ingresos de los que dependen las familias para pagar sus facturas y vivir de una forma digna. Nos hemos acostumbrado, demasiado en los últimos meses, a hablar de números. Las grandes cifras que adornan las informaciones relacionadas con el coronavirus son tan elocuentes como frías. Sin embargo, este desastre que nos ha sobrevenido acumula nombres propios y apellidos de personas que han enfermado o están padeciendo los rigores de la pandemia económica.

Nuestros representantes políticos fueron incapaces aparcar sus diferencias hace algunas semanas para arbitrar, cada uno en la medida de sus posibilidades, un plan de ayudas único para llegar al mayor número de afectados y de la forma más ágil posible. Las administraciones locales encabezadas por gobiernos de diferente color al que rige la Xunta de Galicia tomaron la decisión de hacer la guerra por su cuenta. Se comprometieron a activar sus propias iniciativas para asegurarse también la fotografía de rigor. Para garantizarse que nadie salvo ellos cobrase el rédito por el dinero que sale de ayuntamientos y diputaciones. Como si ellos mismos fuesen los titulares de las cuentas bancarias.

Consecuentemente, la Xunta de Galicia activó su segundo plan de rescate, el Ayuntamiento de la capital lucense hizo lo propio con el suyo y la Diputación Provincial anunció también una serie de iniciativas bajo el paraguas de lo que ha llamado programa de Impulso da Economía de Lugo. Por supuesto, las administraciones locales han cuestionado la aportación realizada por el gobierno gallego, mientras que el Partido Popular ha llevado a la Valedora do Pobo la iniciativa "fantasma", el "fraude" supuestamente perpetrado por el bipartito desde los despachos de San Marcos para darse "autobombo" con inversiones que ya existían antes de la crisis sanitaria. Es una lástima que, ni siquiera en este momento, unos y otros fuesen capaces de dejar a un lado sus propios intereses políticos para facilitarle la vida a la gente. Ahora, para acceder a esos fondos, sin duda exiguos para cubrir las necesidades, los posibles beneficiarios, ajenos a esas batallas entre partidos, tienen que tocar en tres ventanillas diferentes.

Como era previsible, el dinero habilitado por el Ayuntamiento de Lugo para su segundo plan de reactivación económica se agotó en poco más de 24 horas. La realidad, la cruda y triste sustantividad, es que no hay dinero público suficiente para cubrir las pérdidas que ha provocado la pandemia. Ciertamente, toda ayuda es poca.

Comentarios