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Llama viva

HAY DÍAS que empiezan rematadamente mal y acaban maravillosamente bien. El tremendo parecido del cartel escogido inicialmente por el jurado para anunciar el Arde Lucus de este año con el diseño de otro, concretamente uno que fue utilizado para promocionar las Fallas valencianas en 2018, obligó a anular el fallo. No pasa nada. Esas "similitudes" fueron detectadas a tiempo y, en menos de veinticuatro horas, había otra ganadora. Se reaccionó con agilidad y con contundencia. Así tenía que ser, por otra parte. En todo caso, esa anécdota relacionada con la fiesta, que podría haber generado algún que otro titular negativo, quedó enterrada, definitivamente sepultada, con el anuncio de que esta celebración había sido declarada de Interés Turístico Internacional. En Lugo, cuando el contorno de la ciudad amanece difuminado por un denso banco de niebla, no perdemos la esperanza. Sabemos que, con un poco de suerte, a mediodía saldrá el sol. A lo mejor no es suficiente para calentar el ambiente —en invierno normalmente no lo es— y derretir la helada, pero lo ilumina todo de una forma diferente y nos cambia la perspectiva de la jornada.

A pesar de la bruma a primera hora, el sol también acabó por salir este martes, cuando la alcaldesa de la ciudad, acompañada por representantes de las diecinueve asociaciones que participan de forma activa en la organización del Arde Lucus, comparecía a media tarde en la Praza Maior, al lado de la estatua de los fundadores, para darnos la noticia. La llama de nuestra fiesta ha quemado etapas muy deprisa. Se ha comportado como esos jóvenes talentos que despuntan temprano y alcanzan muy rápido la excelencia en el desarrollo de sus aptitudes. Después, tienen que vivir el resto de su vida. Y responder, o no, a las expectativas que ha generado su precoz eclosión.

Durante su intervención, Lara Méndez se acordó de forma expresa de los padres políticos de esta fiesta, de López Orozco y de Carmen Basadre, así como de toda esa gente que durante dos décadas ha colaborado de forma infatigable para hacer del Arde Lucus una celebración de Interés Turístico Internacional. Habló de las asociaciones de recreación histórica, de los patrocinadores y de los colegios. Por supuesto, también de la ciudadanía en general. De tantas y tantas personas anónimas que, El Arde Lucus es como un joven talento, despuntó rápido y llegó pronto a la excelencia en el desarrollo en sus aptitudes Llama viva ramudo patio de luces a título individual, se han caracterizado, como romanos o como castrexos, y han tirado por muchos otros, tanto de Lugo como de fuera, para que se sumasen a este fenómeno.

Hizo bien la alcaldesa en recordarlo. El Arde Lucus es un éxito de sus creadores. De aquellos que tuvieron la idea y se animaron a ponerla en práctica. Los inicios nunca son fáciles. El triunfo tiene mil padres, pero el fracaso siempre es huérfano. Es motivo de reconocimiento para los sucesivos gobiernos municipales que decidieron apostar por ella y, convencidos de que todavía no había tocado techo, se implicaron para hacerla cada vez más grande, llamativa y atractiva para aquellos que nos visitan. Sin embargo, quienes realmente se merecen la mayor de las felicitaciones son las legiones de lucenses que, de un modo u otro, se han implicado en número creciente en su desarrollo. En su evolución han tenido mucho que ver las mencionadas asociaciones de recreación histórica. Algunos de sus representantes no podían disimular su emoción al conocer la noticia. El presidente de los hosteleros lucenses reconocía abiertamente que su sector "les debe mucho", por su trabajo "ímprobo" e "inconmensurable".

Como ya dije alguna vez, la fiesta somos los lucenses y nuestra es la fiesta, pero estamos encantados de compartirla. De eso se trata. De que cada vez más gente venga a visitarnos para conocer lo que fue, lo que es y lo que esperamos que llegue a ser nuestra ciudad. Está bien despertar el interés turístico nacional, pero llegar a hacerlo en el ámbito internacional es todavía mejor. En todo caso, la excelencia genera expectativas. Su precoz eclosión hizo que el Arde Lucus subiese muy rápido. Sabemos dónde está el origen, también cuál es el motor que favorece su ascenso, pero no sabemos todavía lo alto que está su techo. Casi todo depende de nosotros. La llama debe seguir viva para continuar quemando etapas.

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