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La factura

Si el viaducto fue mal construido y no se hizo un correcto mantenimiento, alguien tendrá que asumir responsabilidades
Estado en el que quedó el viaducto tras el derrumbe controlado del vano 2. AEP
photo_camera Estado en el que quedó el viaducto tras el derrumbe controlado del vano 2. AEP

DESPUÉS DE muchos meses esperando por una explicación, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana tuvo a bien aclarar, en base a los informes elaborados por dos empresas de ingeniería diferentes, las causas que provocaron el colapso del viaducto de Castro, en el trazado de la Autovía del Noroeste (A-6), a la altura de Vega de Valcarce. Aparte de los detalles técnicos aportados por los sofisticados programas informáticos empleados en el proceso de investigación y los sesudos cálculos matemáticos de los ingenieros que participaron en la elaboración de ambos estudios, las conclusiones expuestas por el secretario general de Infraestructuras fueron, en apariencia, bastante simples. Fue mal construido, no se hizo un correcto mantenimiento y las obras para repararlo no fueron convenientemente ejecutadas. La tormenta perfecta. Sería un milagro que se hubiese mantenido en pie.

A fin de cuentas, lo que demostraron ambos informes es que el colapso del viaducto fue provocado por el propio deterioro de los materiales con los que fue construido y por el proceso de demolición programado del tablero del mismo, precisamente para tratar de subsanar esas deficiencias. Todo, por muchas vueltas que se le dio al asunto en los últimos meses, bastante predecible, al menos a priori. El puente estaba muy deteriorado, rematadamente mal, y en el proceso para repararlo se vino abajo.

El secretario general habló del "cansancio" del hormigón empleado en su construcción como una de las causas principales que motivaron el derrumbamiento. Un eufemismo, supongo que para salir del paso. También mencionó que no se hizo convenientemente el mantenimiento del viaducto y que la filtración de agua provocó una acelerada corrosión de los elementos metálicos que sostienen la estructura. Los técnicos que realizaron la investigación constataron un deterioro muy superior al que sería normal por la antigüedad de esa construcción. Además, de una lectura pormenorizada del informe se desprende que la cimentación de los pilares se hizo de una forma muy poco convencional y "técnicamente incoherente".

Todas esas certezas, curiosamente, plantean otras muchas dudas que, lamentablemente, no han quedado resueltas. Para nada. Tienen razón quienes dicen que las explicaciones son totalmente insuficientes. Para que el asunto quede convenientemente aclarado, habrá que determinar si efectivamente la cimentación de los pilares se hizo de forma correcta, por qué el hormigón con el que fue fabricado el puente estaba extenuado, después de una carrera tan corta. Por qué las juntas del viaducto no estaban convenientemente selladas para prevenir las filtraciones de agua. Por qué no se hizo un correcto mantenimiento de la estructura. De qué modo influyeron las obras de reparación en el derrumbamiento. Y, por supuesto, aclarar si, con más diligencia por parte de aquellos que tenían la obligación de supervisar los trabajos, se hubiese evitado el desenlace final.

Tampoco estaría de más que alguien nos aclarase si el hormigón utilizado en los demás viaductos que atraviesan la Montaña de Lugo está igual de "cansado". Agotado, según se desprende de los informes técnicos. No vaya a ser que tengamos kilómetros de puentes fatigados en la principal conexión de nuestra provincia con el resto del mundo.

Lo único positivo de toda esta situación es que nadie ha resultado herido. Aún así, no puede considerarse como algo intrascendente el hecho de que se venga abajo un viaducto en una autovía, solo veinte años después de haber sido construido. Vivimos en una ciudad que todavía conserva un puente romano. Sedimentado el polvo del derrumbamiento, es necesaria una respuesta a todas las cuestiones que todavía flotan en el aire. Después, llegará el momento de plantearse una pregunta no menos importante. Quiénes fueron los responsables de esta soberana chapuza.

Aparte del peligro para los usuarios, evidente a tenor de lo sucedido, estamos hablando de una situación que ha generado perjuicios por valor de decenas de millones de euros. Quebraderos de cabeza, preocupaciones e incomodidad a muchos sufridos administrados. Alguien tendrá que asumir la responsabilidad de lo sucedido. Pagar la factura. Sea del ámbito público o de las empresas que ejecutaron la construcción. Hay que llegar al fondo del asunto. No es una anécdota. La broma nos ha salido cara. Y lo que queda.

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