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Desnudos

Resulta difícil conjugar la seguridad frente al Covid-19 con la llegada masiva de visitantes

DENTRO DE un mes estamos llamados a votar. El día 12 de julio se celebran elecciones autonómicas. Estamos a pocos días del inicio de la campaña electoral, pero el ambiente no es el habitual en estos casos. Es cierto que los partidos políticos empiezan a moverse, a hacer algunas cosas para activar a los suyos y a culparse mutuamente de todo, pero hasta ahora las restricciones impuestas por el estado de alarma han limitado también su capacidad de movilización y, sobre todo, la habitual convocatoria de actos públicos. Además, la emergencia sanitaria y sus consecuencias sobre la economía, junto con la delicada situación en la que se encuentra la fábrica de Alcoa San Cibrao, están focalizando el debate y, consecuentemente, también la atención de los medios de comunicación y de la propia sociedad.

Parece, en todo caso, que las elecciones se celebrarán, si no hay rebrotes inesperados, en condiciones de relativa normalidad. Por supuesto, con atención al cumplimiento de las medidas que recomiendan las autoridades. Con ‘sentidiño’. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, reconoció que "Galicia está haciendo un trabajo excelente" para evitar la propagación del coronavirus. Quizás por ello, la Xunta ha planteado la posibilidad de que la comunidad autónoma salga el próximo lunes del estado de alarma. Después de meses de confinamiento parece que hay cierta premura por recuperar cuanto antes la actividad que quedó alertargada a causa de la emergencia provocada por el coronavirus. Se percibe cierta prisa por poner de nuevo en marcha la economía, seguramente con la buena intención de reducir a la mínima expresión esas consecuencias tan negativas que, sin lugar a dudas, esta situación provocará en la vida de mucha gente.

Hay en todo caso cierta preocupación entre muchos ciudadanos por lo que puede pasar este verano. No sé si es miedo o simplemente precaución ante la incertidumbre que genera una enfermedad todavía muy desconocida, sobre la que todos vamos aprendiendo día a día, incluso aquellos que tienen la responsabilidad de combatirla desde el ámbito de la ciencia. Casi todo el mundo coincide en que tenemos que dar pasos hacia esa nueva normalidad que preconiza el Gobierno. Cuanto más tiempo permanezcamos parados, seguramente más nos costará empezar a andar de nuevo. Aun así, hay gente que se pregunta qué sucederá entre los meses de julio y agosto si finalmente se permite la llegada de gente procedente de otros lugares de España e incluso de países extranjeros.

Probablemente por una menor movilidad de personas en relación con otros lugares más afectados, Galicia, en general, y la provincia de Lugo, en particular, han capeado con relativa solvencia el momento más duro de la pandemia. Ahora, resulta paradójico que esa situación acabe por convertirse en un reclamo para que venga más gente a visitarnos. No nos falta potencial para ser un destino vacacional de primer nivel. De hecho, los lectores de una publicación tan conocida como Lonely Planet han elegido a nuestra comunidad como lugar preferido para pasar sus vacaciones en España. Las 20.000 personas que han participado en la encuesta destacan, precisamente, que es un sitio "completo y seguro" para este verano.

No es fácil buscar un equilibrio. Cáritas informaba este jueves de que la situación de las familias más vulnerables había mejorado el pasado año, pero con la pandemia las solicitudes de ayuda se han disparado en casi un 40% en Lugo. La llegada de turistas se espera por parte de la hostelería como agua de mayo, aunque sea en julio y agosto. Es uno de los sectores más zarandeado por esta crisis. En todo caso, la presencia de gente con dinero y tiempo para gastarlo en nuestra provincia es una fuente riqueza para todos. Pero también es cierto que, en este momento, el riesgo sanitario se multiplica con la apertura de puertas. Sin ir más lejos, de los cuatro casos de Covid- 19 detectados en las últimas semanas, dos de ellos, la mitad, son importados.

Los que mandan tienen que tomar decisiones con ese ‘sentidiño’ del que tanto se habla. Aún así, acertar no es sencillo. Debemos reconocerlo. Hay quien piensa que en esta situación hay que recurrir a aquello de ‘vísteme despacio, que tengo prisa’. Otros, en cambio, aunque comparten esa preocupación, piensan que si seguimos desnudos cuando llegue el invierno, corremos el riesgo de morirnos de frío. Crucemos los dedos.

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