Blog | Patio de luces

Desnuda ignorancia

ADMIRO Y AL MISMO tiempo envidio la sencillez con la que nos niños contemplan lo que sucede a su alrededor. Su mirada limpia. Muchas veces más lógica y certera que la de los mayores, demasiado nublada, quizás, por el exceso de información, los prejuicios y el peso de la vida, en general. La simplicidad de sus razonamientos no implica simpleza, en modo alguno. Más bien al contrario, a veces pienso que esa lucidez primaria es un claro exponente de inteligencia, revestida además con el encanto de la inocencia propia de los primeros años. No manejan todavía los artificios ni los códigos necesarios para ocultar la incapacidad o disimular el desconocimiento. Mi heredera, que acaba de cumplir ocho primaveras, me sorprendía el otro día con un comentario inesperado. Íbamos en el coche, escuchando la radio. El locutor nos informó de la última hora en relación con la guerra de Ucrania y de la movilización general decretada por el presidente ruso para enviar a cientos de miles de compatriotas a pegar tiros al frente. "Menuda montou o Putin ese". Casi me voy de la carretera. "Non está facendo ben o seu traballo. Deberían despedilo". Me entraron ganas de besarla. Ojalá las cosas fuesen tan fáciles. No lo son, aunque el razonamiento es inapelable.

Lo cierto es que el presidente ruso ha puesto el mundo patas arriba. Descontada su responsabilidad en muchas de las cosas malas que están pasando desde hace más de medio año, me gustaría que alguien me explicase mejor, como si fuese a un niño pequeño, qué diablos está pasando con la inflación que devora el dinero que ganamos con tanto esfuerzo todos los que estamos trabajando. No tengo pudor en desnudar mi ignorancia públicamente. A cambio, eso sí, de adquirir los conocimientos necesarios para abrigarla antes de la llegada de un invierno que se presenta frío como pocos.

Amparado por esa ignorancia, puedo plantear algunas dudas en relación con las decisiones que están tomando aquellos que dirigen el cotarro, supuestamente por nuestro bien y amparados en unos conocimientos tan profundos como la fosa de las Marianas. En las últimas semanas se ha producido una subida de los tipos de interés y muchos analistas auguran que será incluso mayor en los próximos meses. Es una decisión que entra dentro de la ortodoxia económica, cuentan, para frenar la inflación y contribuir a que los precios vuelvan a niveles más asumibles para nuestros bolsillos, especialmente en lo relativo a productos básicos para la vida de la gente.

Me cuesta entenderlo. Si esta situación ha sido provocada básicamente por un incremento desmedido del precio de la energía, por una subida del gas y de los carburantes que tiene su origen en una situación puntual, al margen de los hábitos de vida de la ciudadanía, incrementar los tipos de interés y, consecuentemente, encarecer las hipotecas que pagamos la mayoría para acceder a una vivienda digna, esquilma todavía más nuestra economía doméstica. Suma inflación a la inflación. No deja de ser una subida de precios, en este caso de productos bancarios. Añade un gasto que hace más difícil llegar a final de mes.

Dicen que, de ese modo, se frenará el consumo y, consecuentemente, el ascenso de una inflación que ya resulta insoportable. Lo cual, como ignorante que soy, me plantea otras dudas. Si se mantiene el origen del problema, la escalada de precios de la energía eléctrica y de los combustibles fósiles, cómo van a bajar los precios y de qué manera va a influir -para bien- la subida de los intereses a las familias que pagamos hipotecas.

La única respuesta que se me ocurre es tan simple como la que daría un niño. Los bancos van a ganar más dinero, las operadoras energéticas seguramente también y el Estado va a seguir recaudando a espuertas. Los demás vamos a consumir menos, eso seguro, porque no nos va quedar ni un euro después de pagar toda esta fiesta. Pido perdón, en todo caso, por mi desnuda ignorancia.

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