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Cena recalentada

Iván Ferreiro revisa la obra de Golpes Bajos, esencial en la escena musical española

El disco de Iván Ferreiro homenajea a Golpes Bajos. GONZALO GARCÍA
photo_camera El disco de Iván Ferreiro homenajea a Golpes Bajos. GONZALO GARCÍA

COMO EL joven que llega tarde y se sienta a la cena ante su familia tras pasar todo el día fuera de casa, Iván Ferreiro se sienta a la mesa de Golpes Bajos, tras forjar su brillante carrera musical, para reinterpretar unas canciones que permiten un homenaje gracias al cual emerge el poderoso magnetismo de un grupo clave en la música gallega y española que, como acostumbra a suceder con tantos otros, el tiempo va orillando de manera injusta.

Años ochenta es una de las grandes canciones de Iván Ferreiro, pero será en esos años ochenta en los que Golpes Bajos nace en Vigo para inscribirse en aquella Movida que cambió para siempre muchos de nuestros registros culturales. En aquel Vigo estudiaba Iván Ferreiro al igual que muchos otros jóvenes que nos fuimos amparando en esos sonidos distintos a tantas músicas con las que no existía la misma conexión. Eran letras cargadas de vida y experiencias que hablaban también de nosotros mismos y en donde los estribillos comerciales se desterraban en la búsqueda de hilar un relato en el que involucrarte. Golpes Bajos o Siniestro Total definieron un tiempo y a una generación que todavía hoy tienen a esas músicas como parte del paraíso original.

La vida cerró uno de esos círculos que debemos cruzar

Es de aplaudir que ahora Iván Ferreiro vuelva a poner en valor el legado de Germán Coppini, Teo Cardalda, Pablo Novoa (productor de este trabajo) y Luis García, grabando un disco enorme, con diecinueve canciones en las que, obviamente, hay mucho de Golpes Bajos, pero también del propio Iván Ferreiro. Una feliz y enérgica simbiosis que explica gran parte de la música del autor de Turnedo, de sus ritmos, de sus rasgos vocales, de sus teclados, esos teclados con los que soñaba ser músico cuando era joven, más joven aún, y que, como escribe Arancha Moreno en su espléndido libro, Iván Ferreiro. 30 canciones para el tiempo y la distancia: "Soñaba con ser teclista, como Teo Cardalda en Golpes Bajos, uno de sus grupos de cabecera".

Estos días de entrevistas y promociones Iván Ferreiro muestra no sólo su interés por defender este disco, sino por traer a nuestro tiempo todo aquel legado por el que él mismo entró en la música. Emociona imaginar esa escena en la que sentado en su casa junto a Teo Cardalda ambos comparten el sonido de este nuevo disco. Un momento de esos que se deben pegar al alma por todo lo que significan de tiempo pasado, de aprendizaje de un oficio, de rendir tributo al mito. Allí, juntos, en aquel sofá, la vida cerró uno de esos círculos que debemos cruzar de una u otra manera. Para muchos de los que formamos parte de una generación similar a la de Iván Ferreiro cada vez que escuchamos estas canciones significa también ir cerrando círculos, mirar hacia atrás y darnos cuenta de donde venimos y donde estamos. En No mires a los ojos de la gente, Malos tiempos para la lírica, Fiesta de los maniquíes, Estoy enfermo o en Cena recalentada estamos muchos de nosotros, por eso, cuando las escuchamos otra vez sentimos en la piel un estremecimiento que Iván Ferreiro ha sabido mantener vivo, sin estropear todo aquel tesoro convirtiéndose por él mismo en otro tesoro de nuestra música. Lo es para aquella generación, pero también lo será para muchas de las siguientes que quizás no le hayan hecho demasiado caso a aquellos chicos comandados por uno de los grandes talentos de nuestra música, Germán Coppini. Tiempo y distancia que le dan sentido a tantas palabras: "Será como aquella canción de los años ochenta, seré como el tipo que algún día fui".

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