Blog | Diario de un novato en campaña

Qué se yo

NO SÉ SI habré aprendido gran cosa a lo largo de esta campaña: digamos que sí aunque sospecho que no. Sigo sin saber cómo funciona la grabadora que me compré, no sé interpretar las encuestas, no entiendo por qué aplaudía Teodoro García Egea a un robot ni tampoco el significado de los golpecitos que se da Pablo Iglesias en el pecho al final de sus discursos. No sé conducir un tractor —Abascal y Casado sí— y las motos, como aquella en la que se dio un garbeo Rivera, me siguen dando miedo. No me he leído la tesis de Sánchez ni el libro de Dragó. No distingo a la derechita cobarde de la otra, ni a la verdadera izquierda de la auténtica izquierda. No sé qué problema tienen todos los partidos con el nacionalismo cuando en sus mítines no hacen más que dirigirse a gente envuelta en banderas. Por no saber, no sé ni en qué colegio electoral me toca votar mañana.

Sí sé, en cambio, que iré a votar aunque para ello tenga que tragarme el orgullo, llamar a mi madre y preguntar: "mamá, ¿en qué colegio electoral tengo que votar?". Y también sé que mi madre es una buena persona aunque de vez en cuando se le suba el patriotismo a la cabeza y termine compartiendo en Facebook alguna barrabasada de la ultraderecha. Porque ella no dejaría a un inmigrante morir en el mar, aunque luego diga que aquí no hay trabajo para todos o ponga carita de susto cuando alguien le cuenta que una banda albanokosovar anda suelta. Y no querría tener una pistola en la mesita de noche, mucho menos que la tenga yo, que me quemo con el hornillo cuando enciendo la cocina. Mi madre no cree que el matrimonio homosexual sea ofensa hacia su matrimonio católico y aspira a la igualdad entre hombres y mujeres. España está llena de mujeres como mi madre y hombres como mi padre del que no he dicho nada pero, créanme, es un bendito. Gente que ha trabajado toda su vida, que ha ejercido el amor al prójimo como una opción política, que ha sacado adelante este país porque la España que ellos recibieron en herencia no es que estuviera muy allá. Mis padres no quieren regresar a ese pasado reciente, a ese mundo tuerto, y ustedes, si lo piensan fríamente, tampoco. Vayan a votar, ejerzan su derecho con responsabilidad porque, aunque a veces no lo parezca, la democracia siempre vale la pena: eso —y supongo que algo es algo— sí lo sé.

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