Blog | Diario de un novato en campaña

Cosas de políticos

Comenzaba a atragantárseme este diario de campaña porque nuestros políticos parecían empeñados en no hacer cosas de políticos en campaña, valga la redundancia, que es la parte más divertida de este gran circo electoral. Uno buscaba y rebuscaba pero nada: ni un candidato despachando torrijas en una pastelería, regando un huerto de remolachas o pidiendo el voto a una vaca. Esto último, lo de plantarse delante de una becerra hermosa y susurrarle promesas de amor al oído, lo hizo Juanma Moreno Bonilla en las últimas autonómicas y, miren por dónde, hoy es presidente de la Junta de Andalucía con el apoyo de Ciudadanos y Vox. Casualidad o no, han tenido que ser los candidatos de los partidos muleta en San Telmo, precisamente, los encargados de sacarnos del tedio propio de los mítines, las entrevistas pautadas y los tuits institucionales.

Albert Rivera, que el pasado domingo sufría la ira de los intolerantes en Errentería, se desquitó este lunes a lomos de una moto de gran cilindrada, una de sus grandes pasiones confesables. Lo acompañaban representantes de diversas asociaciones de motoristas a los que prometió, entre otras cosas, desterrar de nuestras carreteras los tan temidos quitamiedos. No le faltaba detalle al candidato naranja, envuelto en un mono de cuero bicolor con ribetes rojigualdas que realzaba su imagen de Christian Grey constitucionalista. Su naturalidad al soltarse el pelo tras desprenderse del correspondiente casco podría elevarlo a las alturas entre una tribu, la de los moteros, acostumbrada a valorar este tipo de detalles molones como parte fundamental de su cultura. Sin confirmación oficial hasta el momento, tan solo quedaría saber si se atrevió o no Rivera con unas gotas de Jacks en el cuello y las muñecas.

La otra gran imagen de la jornada corrió a cargo de Santiago Abascal, que pasó la mañana del lunes en compañía del diestro Morante de la Puebla e hizo un poco de todo: condujo un tractor, echó de comer a los cerdos, e incluso charló con el dueño del cortijo sobre unas balas de forraje en actitud distendida a la par que viril, sin dar pie a las maledicencias. El líder de Vox se ha lanzado a por ese segmento del voto que los demás partidos parecían despreciar hasta que, primeras encuestas en mano, se dieron cuenta de su error. Ahora quizás lleguen demasiado tarde porque el campo mira a Abascal como el igual que monta a caballo, dispara escopetas y empodera a la mesonera; una imagen agreste y fachendosa que no se cultiva de la noche a la mañana.

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