Blog | Recto verso

¿Primos o hermanos?

Sigue vigente cierta ambigüedad en torno a la relación entre gallegos y asturianos

NO SÉ dónde se habrá inventado ese dicho de «gallegos y asturianos, primos hermanos», pero seguro que en Ribadeo no y en Vegadeo tampoco. En la frontera la mayor parte de la gente mantiene una mala relación de mentirijillas con los del otro lado. Ya saben: los asturianos no sé que, los gallegos no sé cuanto. Pero la realidad les empuja a comprarse cosas, venderse cosas, cruzarse por la calle, casarse y tener hijos sin preguntarse por el código postal, como hacen ahora en las grandes superficies, y no tan grandes.

Hace ya muchos años, un amigo de Santiago con el que disfrutaba de la ría de Ribadeo se quedó mirando a la orilla asturiana y exhaló un suspiro: «Así que allí es Asturias». Y fue un poco como Frodo de la Comarca: «Así que allí es Mordor». No arroja Castropol una estampa intimidante, sino más bien lo contrario. Pero eso no excluye lo dicho inicialmente: en el imaginario colectivo, unos y otros tenemos opiniones despectivas de los de enfrente tal vez por inercia o, lo más seguro, por pereza. Eso no quita que existan verdades ineludibles, como cierta diferencia de carácter entre la gente de Abres a un lado y otro de la ría. O que en Figueras no hablan igual que en Ribadeo, aunque esté a 500 metros en línea recta.

De modo que, en abstracto, los ribadenses ‘de toda la vida’ desconfían de la gente de Asturias y viceversa. Descendiendo al trato diario, nadie se plantea nada. Por eso son tan peligrosas las generalizaciones y por eso fue curioso que este fin de semana se celebrasen por segundo año consecutivo en Ribadeo unas jornadas gastronómicas dedicadas a la cocina asturiana. Se trata, me parece a mí, de bastante más que un guiño. Es todo un dardo certero de analítica social. Para desesperación de mi empresa editora, cada vez son más los asturianos que se vienen a vivir a Ribadeo, trayéndose consigo la pérfida manía de seguir comprando periódicos de Asturias. No hace tanto tiempo
que Valentín Álvarez Areces, cuando encadenaba mayorías en Asturias, tenía cita obligada en campaña electoral en Ribadeo, donde daba unos mítines a los que yo iba por voluntad propia, para ver en acción a un orador de los de antes: feo, gordo, calvo, gafotas, envejecido, pero con una capacidad de oratoria desarmante hasta el punto de despertar el entusiasmo de verdad (no el de pago, como pasa ahora) entre los asistentes, que sentían todos y cada uno de ellos que alguien les estaba hablando a ellos de forma individual y contándoles algo real, próximo e ilusionante. Ya no queda nadie así en el PSOE. Y en otros partidos tampoco.

Pero estábamos con las intersecciones de gallegos y asturianos en Ribadeo, que se prolongan en el IAE que tanto le alegra la vida al gobierno municipal y que está sufragado en buena medida por negocios montados por gentes del reino de Pelayo.

Esto, decíamos, lo supo ver bien la Asociación de Comerciantes, que seguramente ni se habrá percatado de ello porque muchos de los propietarios de los bares y restaurantes que participaron en la iniciativa son, precisamente, asturianos. Así que en cierto sentido se acercaron a sí mismos.

Todo esto va a ir a más. Porque finalmente  Ribadeo  quedó  enclavado  como localidad receptora de habitantes, lo que hará que siga captando a quienes llegan no solo de otras localidades gallegas, sino de las muchas asturianas que se encuentran próximas y otras no tan próximas, como por ejemplo de la comarca de Los Oscos, a quienes les tira notablemente la localidad gallega porque, como dice mucha gente, tiene de todo.

En eso seguro que los propios ribadenses discreparían, pero sí es cierto que ofrece un abanico razonablemente amplio de opciones vinculadas a los servicios necesarios para la vida diaria: desde un centro de salud donde hay pediatra (casi) siempre y servicio de urgencias las 24 horas hasta oficina de la Seguridad Social o plan de prevención de drogodependencias.

Y ya no digamos cine, que para encontrar las siguientes salas hay que irse hasta Viveiro por un lado, a Avilés por el otro y a Lugo por el restante.

De modo que de iniciativas como esta de impulsar unas jornadas gastronómicas no cabe concluir nada que no sea «normalidad, hasta cierto punto». Dicho en el sentido de que el hecho de que sea necesario hacer unas jornadas para reivindicar una gastronomía asturiana como si fuera la de Albacete, indica al mismo tiempo que todo va bien y que sigue existiendo cierta distancia. Es decir, puestos en lo de primos hermanos, hay que concluir que somos más primos que hermanos.

EL GUSTO

Una campaña de turismo mirando a los nuevos tiempos

LA PASADA semana el Consello da Xunta aprobó una iniciativa luego explicada por Raquel Arias según la cual se va a poner en marcha una campaña, con varias derivaciones, de promoción de la comarca de A Mariña en internet por diferentes medios. Hace bien Raquel Arias en enviar este tipo de señales  del futuro, porque cada vez se hace más evidente  la necesidad de buscar promoción  en otros puntos alejados de los tradicionales, ya que es obvio que hay que tender a buscar una repercusión mucho más allá de nuestras fronteras. El instrumento para hacerlo está ahí, con cosas así se aprovecha.

EL DISGUSTO

Siguen los problemas con el agua del grifo en Ribadeo

NO ES nada nuevo que el agua del grifo en Ribadeo es a veces intragable. Ni que hay problemas con vertidos al parecer inofensivos en
las instalaciones de Os Irmandiños, o que el estado de la traída es lamentable, pero lo cierto es que más pronto o más tarde Fernando
Suárez tendrá que acabar haciendo  frente  a la situación general que plantea   elabastecimiento de agua.  El tema de la traída lo tiene ya más que solicitado a la Xunta sin que de momento le  hagan mucho caso, en un claro acto de irresponsabilidad. Descontado esto, tocará remangarse con lo que sí está a su alcance.

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