Blog | Recto verso

No hay para tanto

A LOS QUE trabajamos en esto las conversaciones ajenas no nos convierten en cotillas de primera categoría, sino en rastreadores especializados. En 20 años escribí de casi todo, pero es casi seguro que lo que más impacto causó fueron dos temas muy concretos, ambos robados de una conversación ajena. Uno me lo guardo. El otro fue el cierre de la pastelería del convento ribadense de Santa Clara. Salió publicado como una noticia a cuatro columnas con una fotografía exterior del convento y unas pocas frases de la que entonces era la madre superiora (perdón si no es esa la terminología correcta) en las que simplemente confirmaba que, efectivamente, su generosa e irresistible producción de pasteles se cortaba. Decían que temporalmente, pero acabó siendo definitiva. Luego se reinventaron con un despacho casi sobre encargo que también ahora tienen cerrado. El impacto de aquello fue tremendo, porque los pasteles de las ‘monjas’ gastaban una fama que nos trascendía a todos, incluyendo (entonces, ahora no) a la playa de As Catedrais.

Nunca se sabe qué le puede interesar a la gente. Por ejemplo: creo que dentro de mes y medio casi nadie en Ribadeo recordará el episodio del jueves con Rodrigo Rato, o al menos no le importará. Sin embargo, muchos se lamentarán cuando pasen frente al convento de que ya no vendan como lo hacían.

Aunque me parece tremendamente maleducado andar poniendo la oreja por ahí, lo cierto es que a veces no puedes evitarlo porque no te dejan. Las chorradas están siempre infectadas de un imán.

Hace dos semanas, en Semana Santa, dos parejas se hacían un selfie ante la cola que subía y bajaba a trompicones de la playa de As Catedrais. Era marea baja, muy temprano, pero aún así ya había atascos en la escalinata de acceso. La intención de las parejas era cristalina: "Se lo mandamos a no sé quién para que vea que esto es una mierda".

Debemos trabajar nosotros por defender lo nuestro, nadie vendrá con una varita mágica

Ahora hay que tener mucho cuidado con estas cosas porque a internet la carga el diablo. Del mismo modo que al alcalde de Ribadeo le salieron a pedir de boca los vídeos y demandas en la red para pedir que se mejorase la playa, un día vendrá por aquí alguien con 3.000 seguidores en Twitter y se va a montar una de padre y muy señor nuestro. Porque además hay que tener en cuenta algo muy, muy importante: en realidad esa playa no es para tanto. Quiero decir que es innegable que se trata de un espectáculo de la naturaleza asombroso que se repite en escasísimos lugares de España. Pero incluso en marea baja la visita no soporta más de tres cuartos de hora de paseo, a menos que sea verano y quieras darte un chapuzón. Fuera de esa belleza salvaje, todo son problemas: no hay donde aparcar, la carretera de acceso es tercermundista, los servicios que se ofrecen se mejoraron, pero siguen siendo insuficientes, y en sus alrededores inmediatos no hay nada. Eso implica que tienes que ir a propósito. A día de hoy, y pese a que el Concello de Ribadeo me consta que se esfuerza de verdad, no está conseguido el objetivo de derivar esa avalancha de visitantes hacia Ribadeo.

Se hizo un pequeño avance inesperado: algunos visitantes llegan a As Catedrais con un paquete que incluye una visita a la catedral de San Martiño, en Foz. Aunque parezca raro, allí tendrán más donde entretenerse que en el arenal. En ir a ver la obra del siempre enigmático Caxigueiro, por ejemplo, que está allí mismo.

Todo esto deriva de cierto ombliguismo que tenemos todos: a los de Ribadeo nos parece que no hay mejor lugar en el mundo que nuestra ría, o la playa de Los Castros (As Catedrais no, que nunca fue del gusto local), o los anteriormente citados pasteles de las monjas cuando los hacían. Para los de Foz, Llas y A Rapadoira son el no va más, y San Martiño supera en casi todo a cualquier otro templo de la cristiandad. Para los de Viveiro su exilio en las vías de comunicación no responde a la realidad paradisíaca en la que viven y en O Vicedo creen sinceramente que el día que se conozcan sus playas eso será el Caribe, y en mi opinión estos últimos llevan parte de razón. No creo que haya playas más chulas que las suyas por aquí.

En cualquier caso, estas cosas son cuestión de educación y, que nadie se ponga nervioso, de tiempo. No se va a conseguir de un año para otro que las no sé cuantas decenas de miles de visitantes de As Catedrais en verano se vayan corriendo inmediatamente a ver la calle San Roque en Ribadeo. Eso solo pasa en Nerja con su cueva dichosa después de aquello de ‘Verano Azul’. Nosotros nos lo tendremos que currar. Y que nadie se engañe: no aparecerá un ángel que nos lo solucione. Tendrá que ser cosa nuestra.

EL GUSTO. Ollomao difunde el derecho a aprender en cualquier parte

EL COLECTIVO cultural Ollomao de Barreiros se embarcó en una iniciativa pionera: una universidad rural. Está destinada a los vecinos de sus parroquias, aunque pueden ir de cualquier punto. El colectivo de Tamara Rubiños llega a su tercera edición con una iniciativa que es todo un logro porque consigue acercar a este municipio a gente que de otra forma sería muy complicado que se pasase por allí y menos para acercar conocimientos que, aunque no impliquen un título oficial, sí permiten acceder a una información que por primera vez llega a entornos rurales, que también lo merecen.

EL DISGUSTO. Ya nadie conoce a Rodrigo Rato en Viveiro

UN DÍA RATO puso como condición para concedernos una entrevista que la foto fuese de cintura para arriba. La razón es que al hombre lo pillamos en bermudas. No era para tanto, pero él opuso muy serio que no era plan que alguien como él saliese retratado de tal modo, con la imagen que daba. Si por entonces le disgustaba salir en una foto de una entrevista en un periódico provincial en bermudas, imagino cómo se pondría el viernes al ver la foto de un poli empujándole la cabeza para entrar en un coche. Sabemos que no todos los que las hacen las pagan, pero está bien que algunos sí.

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