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Los días de las luces

Las iniciativas comerciales de estos días serían más lustrosas si se hicieran en común

ESTOS DÍAS las localidades de A Mariña, como las de toda España, lucen como nunca. Arrancan los alumbrados navideños y las calles de prácticamente todos los lugares tratan de recopilar los colores del arco iris para ofrecer una estampa que, en el fondo, lo que busca es enviar un reclamo muy claro: "¡Compra!". 

Hay muchas formas de empaquetar ese mensaje. Por ejemplo: el sábado a las nueve de la noche en Burela hicieron una especie de miniceremonia oficial en la que encendieron un árbol gigante instalado en la Praza do Concello y que es la envidia de cualquier Papá Noel. Solo un día antes en Ribadeo prendieron el alumbrado navideño que podría decirse que tiene su culminación en los adornos luminiscentes que le colocan al Juanín, el bote que perteneció a Leopoldo Calvo Sotelo ubicado en la rotonda de entrada al pueblo desde Foz. Cinco días antes, el turno le había tocado precisamente a las calles de esa localidad. En Viveiro es la puerta de Carlos V la que eligen como reclamo principal de un casco histórico que se engalana a base de bien. Y así sucesivamente. 

No tengo ni idea de dónde vendrá esta costumbre de iluminarlo todo. Aún así, me gusta cuando se hace a lo grande, como cuando éramos ricos y sopesábamos con seriedad irnos de vacaciones a Madagascar o comprar un apartamento ‘para invertir’. Es decir, para que se me entienda: me gusta como queda la calle Preciados. 

Tuve la suerte de estar en Madrid con esa calle exhalando luces de todos los colores a pleno pulmón. Contra lo que me dice un cerebro racional, tengo que admitirlo: estás allí y te entran ganas de comprar la calle entera. Si te vas de Preciados de noche en estas fechas sin gastar ni un euro, es verdad que puedes ir a Pasapalabra porque no tendrás problema alguno para sujetar los nervios si te queda una letra para completar el rosco. Si aquí las luces te dicen "¡Compra!", allí te dicen "¡Compra, compra, compra!" Y compras. Eso es así. Dicen que pasa lo mismo en Nueva York con el dichoso árbol de Rockefeller Center, pero ya no tengo el gusto. 

Es obvio que lo que se hace en Preciados no se puede hacer aquí, por varias razones. Primero, que se trata de una zona muy concreta y de una distancia más o menos asequible. 

La segunda es que de la iluminación de esa calle en concreto se encargan los comerciantes de la zona. Y eso sí que ya es otro cantar. Allí consiguieron ponerse de acuerdo en una asociación que básicamente se encarga de eso y algunas cuestiones más de carácter menor, que para eso está el Ayuntamiento. Además, allí hay mucho Corte Inglés, que mandan mucho. Pero aún así lo lograron. 

Tengo mis dudas sobre qué pasaría si hubiese que hacer lo mismo con todos los comerciantes que existen a lo largo de las travesías de nuestros pueblos, de Ribadeo, Foz o Burela, o los de entornos más centrados como el casco histórico de Viveiro o Ribadeo en sus lugares más comerciales. 

Eso es harina de otro costal. Leí una vez lo que cuesta mantener el alumbrado de Preciados y lamento no recordarlo, aunque huelga decir que era una auténtica exageración que aquí nadie podría permitirse porque realmente no compensa. De modo que no se tome esto como algo literal, pero sí es cierto que nos queda un larguísimo trecho que recorrer en lo que a iniciativas mancomunadas se refiere. 

No sé cuál es la razón. Tal vez sea nuestra propia idiosincrasia, o eso de que siempre se envidió el tractor que se compró el de la ganadería de al lado, o que va a ser verdad que el defecto nacional es la envidia, o que simplemente no compensa. Aunque lo más probable es que seguramente sea un poco de todo. 

Pero sí que es cierto que es una pena. En Ribadeo hay miles de problemas con la organización de las fiestas patronales. Alrededor de ese tema tan espinoso cada cual tiene su propia opinión, que se resumen en varias líneas de pensamiento. Una corriente de opinión, y no la menor, dice que tendrían que ser los sectores comerciantes directamente beneficiados los que asumieran el grueso de las patronales, que para eso les repercute. No sé, es una forma de verlo. Es obvio que bares, pubs, restaurantes, carnicerías, pescaderías... son los directamente beneficiados. Aunque luego habría que pensar si no lo son también las tiendas de ropa, aunque está claro que no todas. 

Es casi seguro que la solución tanto a eso de las fiestas como a todo en general se encuentre en un punto medio en el que, en un mundo ideal, todos arrimásemos un poco el hombro en beneficio de todos. Pero es obvio que eso no va así. Disfrutemos de las luces que nos tocan.

EL GUSTO: Una religiosa de las que dan ejemplo de verdad

EL JUEVES la religiosa afincada en Burela Martina Sendino fue objeto de un homenaje por los 50 años de su consagración. Hubo una misa y la religiosa se llevó los parabienes que sin duda de ningún tipo se merece. Martina Sendino se pasó una vida entera entregada a los demás de una forma no precisamente fácil. Alejada del boato de Roma, por donde pasó, prefirió estar a pie de obra en barrios marginales de Cataluña o en Bolivia, donde lo dio todo y reconoce que le afectó personalmente. Ahora lleva esa ilusión a Burela. Con más religiosas como ella seguro que la Iglesia Católica cambiaría de imagen. 

EL DISGUSTO: Una información cuya mera existencia denota un problema

MANUEL MIRANDA entregó a dos comisarios europeos un informe con los estragos que los yacimientos arqueológicos de A Mariña están sufriendo en esta época. Es una verdadera pena que tenga que existir un informe de estas características, porque lo que denota es que en ese campo no se están haciendo las cosas bien. Se trata de cuestiones a las que no se presta ningún interés porque simplemente se cree que son cuatro piedras o memeces por el estilo. Son mucho más bonitos los edificios de hormigón. Miranda se dedica a tratar de cuidar esos restos. Sus buenos disgustos se llevará al ver cómo están.

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