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Las penas del trabajo

La emoción presidió la jornada de puertas abiertas en la residencia de Ribadeo

DE LA GENTE que organiza cosas se puede aprender mucho. Por ejemplo, perciben a veces (demasiadas veces) la escasa solidaridad que suelen encontrar incluso entre los beneficiarios de esas acciones que ellos promueven. También pueden hablarte de la soledad y de cómo al final algo que parece muy complejo acabó estando impulsado de verdad por dos o tres personas, no más.

Los organizadores por excelencia son los que están en política. Ellos organizan a lo grande. No campeonatos de tute, horas de fútbol sala o cursos de cocina. Organizan servicios o infraestructuras que, al menos en principio, deben estar pensados para durar.

En los periódicos les vamos contando, a veces demasiado meticulosamente, los pasos que se van dando cuando esas infraestructuras o esos servicios son relevantes. Es una información fría que solo se caldea cuando de por medio surge alguna confrontación política, cosa que hoy en día es más común de lo que la razón aconseja.

El ejercicio de la política y de sus protagonistas como organizadores se fue desprestigiando como se fue hacia abajo también nuestro oficio y, en general, cualquier cosa que no sea justa y exactamente lo que cada uno de nosotros hace, porque la asunción de responsabilidades es algo que hace tiempo que pasó a la historia. Cuando no queda más remedio se 'piden disculpas'. Luego llega tu jefe y dice: 'Es que fulanito ya pidió disculpas', como si eso lo curase todo. Pero es cierto que lo de la política es un problema porque ya nadie quiere saber nada. Un ejemplo de esto lo vamos a ver, desgraciadamente, en las próximas municipales. Pero más aún en las siguientes. La desbandada que se avecina va a ser algo que acabaremos pagando.

Pero por el momento debemos pensar que de vez en cuando se hacen cosas bien. Y que a veces hay gente que se esfuerza y que pone en ello un empeño que va más allá de la remuneración que pueda obtener con ello. Rara vez, pero todavía pasa.

La jornada de puertas abiertas de la residencia de Ribadeo del pasado sábado tenía que ser un día de fiesta y acabó en un valle de lágrimas durante los discursos. Créanme si les digo que es algo que no pasa prácticamente nunca cuando de lo que hablamos es de discursos de un político.

Ya caldeó el ambiente la concejala Sonia Meilán. Luego se emocionó un poco el presidente de la Diputación, Darío Campos. Y lo remató el alcalde de Ribadeo, Fernando Suárez, quien rompió a llorar sin consuelo en un emocionadísimo discurso al relatar cómo había acudido a enseñar la residencia a sus hijos.

Él no lo contó allí, pero lo que de verdad les enseñaba era por qué había faltado tanto tiempo de casa. Por qué algunas veces que tenía que estar, no estaba. O por qué aquellos días estuvo de mal humor. O por qué le gritaba a no sé quién por teléfono mientras ellos hacían los deberes hace tres años.

Porque la historia de la residencia de Ribadeo da para todo eso y para mucho más. A las trabas que siempre tiene una obra de esa envergadura, en esta ocasión hubo que sumarle un enorme embrollo con la Xunta de Galicia. El Gobierno gallego se empecinó de tal manera en la negación de esta residencia que acabó arrastrando a su propio partido a un abismo profundo del que a día de hoy no salieron. Veremos en mayo. Dicen que ya no quieren más guerra y que ya no habrá más impedimentos a la residencia de Ribadeo. En unas semanas se verá.

Mientras Fernando Suárez lloraba lo hacía también otra mucha gente alrededor. Casi todas las concejalas y concejales que tuvieron algo que ver en el asunto. O no, pero que también se dejaron en el camino sus buenas horas que tuvieron que recortar en casa cuando las necesitaban allí y veían cómo el alcalde verbalizaba su propia situación. También se emocionó la alcaldesa de Trabada, Mayra García, que conoce bastante bien todo lo sucedido en Ribadeo con la residencia porque ella misma está en medio de una lucha por abrir la suya que la tiene muy preocupada, y Mayra García no es, ni por asomo, de las que miran el reloj para irse a comer a la hora en punto.

Entre el auditorio estaban tres de los actuales concejales del PP de Ribadeo, con cara de circunstancias. Ahora están virtualmente fuera del partido. Uno de ellos enfrentado. Fueron de los que se comieron el marrón de dar la cara en Ribadeo por la Xunta y ahora sin embargo están satisfechos de que esto se ponga a andar y votan siempre a todo que sí, que adelante. Saben que no hay vuelta atrás con su postura anterior, pero su presencia allí fue importante.

Ahora queda lo mejor: abrirla.

EL GUSTO. Un trabajo que debe dejar un poso de cara al futuro

LA CONCEJALA de igualdade de Ribadeo, Mari Luz Álvarez Lastra, ejerció de maestra de ceremonias en el acto del Concello contra la violencia de género. Como es habitual, fue un acto transversal en el que tuvo protagonismo absoluto el alumnado de los diferentes centros de enseñanza de la localidad. El trabajo de Mari Luz en los años que lleva al frente de esta delegación (la primera que se creó en A Mariña) debe de ser una semilla para el futuro. Todo lo que se habla allí refleja un trabajo más hondo que debe calar en las conciencias de esos niños y jóvenes. A ella le tocará un trocito si se consigue.

EL DISGUSTO. Un desembarco que se agradecería para otros problemas

TODA LA estructura sindical de UGT, desde un afiliado de calle a su mismísimo secretario general, Pepe Álvarez, acudieron a manifestarse a las puertas de Sargadelos en defensa de Rogelia Mariña, su exdelegada sindical. El desembarco fue de tal calibre que resultó rechinante hasta el punto de que uno se plantea cómo es que no lo hacen con otras reivindicaciones. Uno acaba por pensar que va a ser cierto que el problema de Sargadelos no es solo un tema personal entre la ugetista y Segismundo García, sino un desafío en toda regla al poder sindical. Sea como sea, ojalá sean tan solidarios con otros en el futuro.

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