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La vuelta de lo viejo

El casco histórico de Ribadeo se va recuperando, en gran parte con negocios de hostelería

MALAS NOTICIAS para los padres hipocondriacos: la zona vieja de Ribadeo parece que va reviviendo poco a poco. Desde el punto de vista de su pasado como zona de bares y pubs. A diferencia de la época dorada de principios de los 90, parece que es más bien de bares que de pubs. Durante una larguísima travesía del desierto permanecieron allí como testigos mudos de un pasado glorioso un pub emblemático y un bar celta. Es paradójico que en ese mundillo cuanta más competencia te rodea, mejor. La soledad de estos dos locales era complicada de asumir porque era necesario ir allí adrede. No había nada más que incitase a pasarse por allí, y eso que eran unos metros desde la zona peatonal de Ribadeo.

Luego les abrieron un bar con buena cocina para las tablas y las raciones, abundancia de pinchos y resultó que tuvo un gran éxito. Tanto que acabó por apabullar a su impulsora.

Fueron pasando los años y los jovenzuelos que patrullábamos a diario por allí empezamos a volver, ahora ya más o menos ajados y a mezclarnos con la chavalada que se resiste a ir a los locales de la zona nueva de la localidad, donde por alguna razón no consiguen plantar un pub con personalidad propia. Seguramente sea cosa del entorno y no de los empresarios, pero el resultado objetivo es ese.

Así que alguien abrió otro bar más. Luego cerró un histórico lavadero de coches que un joven avispado transformó con gusto en un local de esos que sin razón aparente alguna resultó tener un éxito masivo e instantáneo. Ese fue un punto de inflexión.

Justo al lado quedaba un bajo, pequeño, estrecho, alargado y bastante incómodo que había sido también bastante afamado y que tras una etapa vergonzosa recogió alguien con ganas de seguir ahí y le pasa lo mismo que hace veinticinco años: no le cabe la gente dentro.

Recientemente abrieron dos locales más, uno de ellos un restaurante y la zona, aunque sin el glamour de aquella época porque eso es muy complicado que se repita por razones hasta sociológicas o demográficas que no vienen al caso, va respirando de nuevo y desde luego no parece que se trate de una mala noticia.

A dos calles proliferan otros bares que fueron ganando mercado en torno a uno de los más originales de cuantos hay en el pueblo. Una mezcla de bar, supermercado de la tierra, sala de conciertos y galería de arte que supo hacerse un hueco.

Y en torno a todo esto, esa zona va ganando de nuevo peso específico.

Es curiosa la querencia de la gente por los locales en los cascos antiguos. En aquella época en la que Ribadeo era un punto de referencia, la zona nueva también funcionaba a pleno pulmón, pero nunca acabó de competir en igualdad con la zona vieja. Es complicado saber la razón. Los pubs, como ya queda dicho, no alcanzan nunca la misma personalidad que los de allí, y las propias calles en las que se encuentran dificultan la apuesta.

Luego parece que los pies nos llevasen con más facilidad hacia esas zonas de callejuelas y edificios ajados.

Ese es un punto clave al menos en el caso de Ribadeo: el de los edificios. ¿Qué sucede con todo esto? Pues que la zona cobra vida y los caserones se pueden recuperar. Aunque es evidente que la gente en la calle genera algunos problemas, básicamente de ruido, no se trata ya de lo que sucedía en 1990, por decir algo. Salvo contadísimas excepciones ahora se respetan los horarios y los locales están razonablemente insonorizados. Al menos en el caso de Ribadeo, esa es ahora una cuestión menor.

A día de hoy hay que ser realistas y comprender que las zonas viejas o se revitalizan a base de iniciativas por el estilo o están condenadas a ser lugares mortecinos: las calles no tienen buenos accesos en coche, no hay supermercados cerca, pocos edificios tienen ascensor...

Como desgraciadamente esto no es una ciudad en la que puedas alquilar los bajos para que venga Amancio Ortega y te plante un Zara en casa, cada cual debe explorar sus propios recursos. No hay más que darse una vuelta por Chueca para comprender lo que puede llegar a hacerle a un barrio la industria del ocio. Acabaron consiguieron que una plaza de abastos (¡una plaza de abastos!) sea un lugar chic al que ir a pasar el rato. Afortunadamente aquí no es necesario enfrentarse a retos de tal calibre porque casi con total seguridad no saldríamos bien parados. Bastante tenemos con aguantar las pocas que nos quedan. Mientras tanto, bienvenida sea la vieja moda de recuperar los cascos viejos para tomarse algo.

MERCEDES RODRÍGUEZ inicia una nueva etapa profesional, aunque sigue en el mundo de la pesca. Lo hará con un puesto de responsabilidad en la Consellería do Mar. Es complicado encontrar a otra persona con los conocimientos acumulados de esta mujer que lleva toda la vida, como quien dice, metida en harina, así que es de esperar que su trabajo se deje notar. Sería muy feo pedir que se dejase notar especialmente para los barcos de nuestra costa, aunque con lo que sabe de su problemática es seguro que es de las más cualificadas para poder plantearla y para poder resolverla, o intentarlo.

JAIME DE OLANO, acompañado de Elena Candia, ofreció el miércoles una serie de avances sobre lo que quieren que se haga con el tren en 2017. Concretamente en el último tramo del año. Lamentablemente, las explicaciones que dieron son un claro indicativo de los problemas por los que atraviesa Feve y que hacen que el número de viajeros vaya experimentando recortes a cada año que pasa sin que de momento se le augure un freno a esa situación. Hay que esperar que sus declaraciones se basen en información que el resto desconocemos o, de lo contrario, se llevarán un disgusto por haberlas hecho.

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