Blog | Recto verso

Hábitos de la política

EN UN pleno en Ribadeo en 1998 se estaba aprobando el presupuesto de ese mismo ejercicio. El año iba ya muy avanzado. No recuerdo la fecha exacta, pero acababa la primavera. El alcalde era José Carlos Rodríguez Andina, Manuel Valín el primer teniente de alcalde y Francisco Rivas el segundo. El portavoz del BNG era todavía Eduardo Gutiérrez, que había perdido las elecciones en 1995, y el del PSOE era Ramón López. Cuando arrancó aquel mandato iba algo de gente a los plenos. Por la novedad tras ocho años de gobierno del Bloque, pero para entonces ya estábamos en familia. Aún así, aquel día se montó una buena. Los grupos de la oposición afearon a Rodríguez Andina la fecha para aprobar un presupuesto municipal: con el año consumido a la mitad. En aquella corporación no se andaban con tonterías. Eduardo Gutiérrez no era hombre que se exaltase jamás, pero era dueño de una lengua viperina que alteraba muchísimo el ánimo del alcalde, que le miraba de soslayo mientras hablaba y se notaba a leguas que no quería problemas con él. Luego se curtió bien y daba gusto verles pelearse (dialécticamente). Ramón López era otra cosa. Mucho más directo y sin los sarcasmos de Gutiérrez también sacaba de quicio a Rodríguez Andina, que varias veces llegó a echarle del pleno.

Tras las discusiones por la fecha llegaban las disquisiciones por la filosofía del presupuesto. Yo gastaba hojas y hojas tratando de no equivocarme con las cifras y las partidas (lo que desde luego no siempre conseguí) y pensando en cómo plasmar luego en 150 líneas de periódico una discusión de dos horas y pico. Aquel pleno en concreto acabó al límite de lo establecido por ley: las doce de la noche.

Dieron vueltas y más vueltas sobre la escuela de música y la extraña actitud que Rodríguez Andina mantenía con ella y que dejaremos estar dado que hay quien ya no podría defenderse de lo que se dijese o dejase de decirse. Eduardo Gutiérrez atacó duro con el "auditorio de Play Móbil", aludiendo a que entendía que era muy pequeño para las necesidades de Ribadeo, algo que ponía a cien a Rodríguez Andina. Ramón López preguntaba sin parar por unas partidas de medio ambiente para el punto limpio que nunca acabó de ver claras.


Todo esto es algo triste porque sospecho que emparenta con la percepción generalizada de que en realidad da igual lo que hagas o digas en los plenos porque nadie te hará ni caso


Y así eran las cosas entonces. El martes pasado se votaron en Ribadeo los presupuestos para 2017. Si no llega a ser por las explicaciones (que nadie le pidió) ofrecidas por el alcalde, Fernando Suárez, del Bloque, el punto se habría ventilado en cinco minutos escasos. Suárez Barcia, muy en la línea didáctica y pragmática que preside su gestión últimamente, se entretuvo un rato explicando los enormes problemas que se encuentran ahora las administraciones locales por las restricciones que les impone el Gobierno central.

Fue un hablar por hablar, porque en la oposición cada cual votó lo que votó por no votar que sí, simplemente. PSOE y Ciudadanos porque dijeron no haber tenido tiempo de estudiarlos, y el PP rizó un poco el rizo diciendo que los presupuestos le parecían estupendos pero ¡hombre! no creen que se vayan a cumplir, así que votaron en contra.

Mediáticamente los presupuestos no le importan a nadie. Son complicados de explicar, las partidas son enrevesadas, admiten juegos posteriores para ajustar algunos desajustes y por lo general no transmiten ninguna sensación de urgencia.

Otra cosa es su trascendencia real, que es fabulosa. En esto los grupos en la oposición deberían tener algo más de cuidado. Otro chorreo que le cayó a Rodríguez Andina aquel día del 98 fue a propósito de que BNG y PSOE se quejaban de que no les dejaban ni consultarlos. El otro día dijeron que dos semanas no son suficientes. Y es cierto que no lo son. Pero también es cierto que da para comprobar las partidas más importantes y para plantear alguna propuesta alternativa. Porque la lectura del pleno del otro día es esta: si el Partido Popular gobernase Ribadeo los presupuestos serían más o menos estos. Es decir, el PP haría estas mismas cosas que propuso el Bloque. Entre tanto, no sabemos qué harían ni los socialistas ni los miembros de Ciudadanos, que no plantearon alternativas.

Todo esto es algo triste porque sospecho que emparenta con la percepción generalizada de que en realidad da igual lo que hagas o digas en los plenos porque nadie te hará ni caso. Seguramente algo de eso hay. Pero quiero creer que algo de lo que haces en el día a día trasciende. Por ejemplo: por mucho que el BNG diga lo contrario, hay que cumplir lo que llevas en el programa y no quejarse a otro grupo de que no se puede cumplir. Eso es bastante ridículo.

EL GUSTO: La pista de hielo de Ribadeo no deja a nade helado
El presidente de Acisa de Ribadeo, David Martínez, puede estar más que satisfecho de cómo le están saliendo las cosas con la participación de su colectivo en la inatalación de la pista de hielo que funciona en este municipio. Es un enorme rectángulo de 320 metros cuadrados del que se puede disfrutar libremente, aunque a mitad de precio si previamente se hace una compra superior a 20 euros en alguno de los establecimientos asociados a este colectivo. Este pasado fin de semana quedó más que patente el enorme tirón que tiene esta actividad entre jóvenes y no tan jóvenes.

EL DISGUSTO: Un problema a tratar y que quedó claro que preocupa
Sonia Meilán, concejala de servicios sociales de Ribadeo, se encontró esta pasada semana con un problema que seguro que intuía pero no en su magnitud: el botellón. Su propio departamento, con Mónica Fernández Lamparte al frente, organizó una mesa redonda sobre este tema que resultó ser un éxito de público pese a la poca gente que suele acudir a actividades de estas características. Lo peor fue lo que allí se escuchó y los datos que se ofrecieron, que según salía la gente quedó claro que se habían llevado un buen disgusto. Un elemento de reflexión para una edil de ese departamento concreto.

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