Blog | Recto verso

La Física es cuestión de fe


Ser un buen aficionado a la Física es a día de hoy lo más cercano que existe a ser un numerario del Opus Dei. Yo soy miembro de los primeros pero, como a los segundos, me exigen una fe ciega que ponen a prueba una y otra vez a la que además es necesario hacer contribuciones más o menos regulares. Uno de esos saltos de fe es el gato de Schrödinger, que por si no lo sabe según la física cuántica está vivo y muerto al mismo tiempo. Y no es coña. 

La segunda teoría ya confirmada es la de una partícula que está en dos sitios al mismo tiempo separados por varios kilómetros de distancia. 

Una tercera vuelta de tuerca llegó la semana pasada, cuando se confirmó que existe un metal que es sólido y líquido a la vez. Cuando lo leí recordé cuando hace ya muchos años viví con un físico teórico que me explicaba todas estas cosas como quien transforma el agua en vino, pero luego se fue de aquel piso y yo me quedé sin guía espiritual. Por eso ahora cuando me dicen que existe un metal que lo pones en un colador, se cuela y al caer se recompone, no busco una ecuación que me lo explique, sino que rezo tres avemarías. Cuando acabo me digo que si miles de millones de personas creen que un camello cabe por el ojo de una aguja yo debería tragarme que un gato está vivo y muerto al mismo tiempo. Pero no puedo. Así que llegué a un punto medio y ni recito avemarías ni llamo a mi excompañero de piso: le rezo directamente a él y así creo y no creo. Y vivo sin vivir en mí.

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