Blog | Recto verso

El comercio del futuro

De puro asombro un día conté cuántos tipos de mantequillas y margarinas hay en mi supermercado habitual. Eran 34. Iban desde su simple trozo amorfo envasado al vacío hasta sofisticadas margarinas con cero en todo lo que uno se pueda imaginar. Aunque fotografié el estante que abarrotaban, luego me acordé de los turrones de gin tonic y de los helados de fabada. Puede que 34 mantequillas, después de todo, no sea algo tan disparado.

Hace años que perdí la cuenta de los canales que tengo ahora en la televisión. A veces hago excursiones por el dial y me llevo sorpresas como el día que me topé con uno de telepredicadores sudamericanos. Pero si consumimos móviles que se llaman Pepe Phone, ¿por qué no va a existir Radio María?

Estas boutades son factibles porque no hacen daño a nadie, y no me refiero a usted o a mí, faltaría más. Me refiero a los del piso de arriba. Porque el cerco se estrecha. Esto se acaba y en unos años todo se resumirá en si somos de Apple o de Android, de Coca Cola o de Pepsi, de Nike o de Adidas. Cuando llegue ese día en mi súper habrá dos mantequillas y dos margarinas. El espacio sobrante lo ocupará el holograma de una pareja monísima en un crucero. Que no podremos pagar.

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