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Actitud ante la Iglesia

La institución religiosa conserva su poder de forma tangible y abstracta, aunque se desgasta

HACE YA varios años que la parroquia de Ribadeo publica una revista que se llama Ágape. No llega la revista a mucha gente, pero sus autores se esfuerzan sinceramente. Los artículos que salen son, como no puede ser de otro modo, de contenido tirando a religioso con algunas aristas, aunque menos de las recomendables. Se trata de un ejemplo de un problema que viene arrastrando la Iglesia Católica desde hace tiempo: su falta de conexión con los que no tiene ya ganados. 

Seguramente será porque considera que le bastan, que los que tienen son suficientes. Pero las matemáticas son una ciencia testaruda que muestran que a este ritmo la gente que se case ante el altar va a quedar reducida a una pura anécdota y eso es un indicativo de que su número de fieles no va precisamente en aumento. Está de sobra comentar que un problema lo tienen entre la chavalada, más inclinada a pasar su tiempo libre en otros menesteres. 

Pero resulta también curioso pensar en el abandono de la clase media dicho desde el punto de vista de la edad. Porque desde luego a ciertas edades ya no se puede cambiar, porque todo en lo que había que creer está ya creído, y en lo que no se haya creído en su momento, tendrán que plantártelo delante y aún así será difícil asumirlo. Veo a Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos y me cuesta creérmelo como para ponerme a darle vueltas de nuevo a la Santísima Trinidad como cuando estaba en octavo. 

Aún así, resulta asombroso el poder que aglutina esta institución. Por ejemplo: hasta donde conozco, la alcaldesa de Trabada, Mayra García, es la única de A Mariña Oriental que pasa olímpicamente de asistir a actos de contenido religioso. Misas y cosas de esas. Ni siquiera en las patronales del pueblo. 

Como nunca fue a ninguno, ya nadie se llama a engaños y desde luego no parece que eso le haya restado votos en las anteriores elecciones municipales. En este extremo mariñano los concejales del Bloque Nacionalista Galego no tienen empacho alguno en acudir a esas misas de las que reniegan en el municipio vecino, particularmente de la de las patronales. 

¿Quién tiene razón? Pues seguramente los dos la tengan. 

Desde un punto de vista estrictamente personal la razón asiste a la alcaldesa socialista de Trabada, que dice que simplemente no es creyente y punto, que a ella los vecinos la pusieron ahí para gestionar el Concello y no para ir a misa. Indiscutible. 

Desde la óptica política, tampoco les falta razón a los concejales ribadenses, que consideran que si los vecinos que les votaron ven con buenos ojos que acudan a una misa al año por las fiestas del pueblo, pues tampoco es para tanto y al final son representantes públicos tanto de los que van a misa como de los que no van. Igualmente indiscutible y casi fijo que más rentable desde una óptica puramente electoral. 

Hay una anécdota bastante buena de una reunión del Bloque de alto nivel de hace ya unos años en la que se trató esta cuestión y los mandamases nacionalistas advertían de que nada de misas. Entonces el alcalde de Ribadeo y el que lo era entonces de Mondoñedo, Orlando González, les avisaron de que ellos acudirían a la ofrenda de los Remedios, por si querían expulsarlos en ese momento. Da para reflexionar que, hasta donde se sabe, nadie les rechistase. 

Y es que sigue habiendo cuestiones que todos sabemos que están ahí: un cardenal manda mogollón y si se te ocurre hacer bromas o arte con cristos crucificados sabes que vas a tener un problema. Y ya no digamos si se te ocurre protestar en una iglesia en sujetador. Que le pregunten a Rita Maestre. Cuesta creerlo, pero a los curas se les sigue llamando "don fulano de tal". A mí la única vez que me trataron de don fue para insultarme acto seguido en un semanario local. Un cura me llamó bolchevique, entre otras cosas, y me pareció muy bien. En aquel contexto y viniendo de quien venía, considero que se trata de un apelativo del que sentirse bastante orgulloso. 

Y volviendo al tratamiento de don, que parece una muestra de respeto, es en realidad una muestra de alejamiento de la que parece mentira que esa gente no se dé cuenta. ¿Qué necesidad hay de llamar a un cura de "don"? ¿No serían ellos mismos los que tendrían que promover justamente lo contrario? A menos que consideren que, efectivamente, ellos sí que son merecedores de una muestra de reconocimiento por parte del pueblo llano. 

Tal vez no sea para tanto y simplemente alguno crea conveniente guardar las distancias. Pues al final las guarda: unas distancias siderales.

EL GUSTO: Burela protagoniza un hecho exótico: abre una guardería

LA APERTURA el próximo curso de una guardería en la localidad de Burela debe ser un hecho que agrade a su alcalde, Alfredo Llano, que ve cómo consiguen ofrecer un servicio más en la localidad. Pero al mismo tiempo debe ser también un motivo de alegría para el resto de los vecinos, ya que es una forma de indicar que el pueblo está vivo. También tendría que ser motivo de una reflexión muy muy profunda en otros estamentos de muy diverso tipo, porque habría que pensar por qué cada vez hay menos niños y por lo tanto estos centros son cada vez menos necesarios. Eso sí es un problema grave.

EL DISGUSTO: La progresión de los radares y no de los asfaltos

EL RESPONSABLE de la DGT, Gregorio Serrano, está destapándose como un auténtico adalid de la instalación de radares. Ahora que la tecnología también fue entrando en ese campo y se dieron cuenta de que también ellos tenían un filón, no se cortan un pelo. Los están implantando sin titubeos y sin miramientos. Proliferan por todas partes hasta en lugares insospechados como será el puente de los Santos, un tramo de 600 metros en línea recta. Eso sí, a la hora de exigir desde su propio organismo la mejora de los asfaltados para reducir la peligrosidad, no aceleran tanto.

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