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Fractura neroazzurra sobre el verde de Bérgamo

La Curva Nord del estadio del Atalanta permanece dividida tras años de enfrentamientos internos por distintas ideologías y episodios de violencia dentro y fuera del Atleti Azzurri d'Italia

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Roberto Baggio midió la distancia con el balón, alzó su mirada y observó la situación de todos. El cuero estaba entre el límite del área grande y la línea lateral de la banda izquierda. Llevaba sobre su pecho la camiseta azul con la V blanca característica de la zamarra del Brescia y el 10 a la espalda, el número que lo definía, que siempre había llevado, como es costumbre en los inmensos talentos que ha dado el fútbol transalpino en la mediapunta. Il Divino tocó la pelota con la diestra y el efecto elevó el cuero por encima de las cabezas hasta que se coló, para sorpresa general, en la meta de Massimo Taibi. Era el 3-3 en el derbi ante el Atalanta después de ir perdiendo 1-3. Era el minuto 92 en el Mario Rigamonti bresciano un 30 de septiembre de 2001.

Era el tanto soñado en un partido de máxima tensión. Sobre todo para uno: el técnico local, Carletto Mazzone.

El mito de tantos equipos en Italia no contuvo la rabia acumulada durante 90 minutos de insultos. Carletto Mazzone romano de merda, Carletto Mazzone figlio di puttana... Carlo ya había estallado con el 2-3. Prometió, en el minuto 75, en medio de la algarabía y el griterío, que igualarían el partido y se lo haría pagar a la grada neroazzurra. Se famo il 3-3 vengo sotto a curva..., había dicho.

Cuando Baggio hizo su hat trick, Mazzone corrió con el puño en alto hacia el fondo azul y negro, superando agarrones que pretendían evitar lo inevitable. Los insultos contra su madre, que había muerto de cáncer poco antes -el dolor más grande de mi vida, confesó- y contra su ciudad natal -Roma- le hicieron estallar. Fascisti, razzisti di merda. Así se despachó Carletto ante una grada y un sector de la afición atalantina en la que la Lega Nord había ganado terreno con el paso de los años. De hecho, de la Curva Nord del Atalanta procedía Daniele Bellotti, que llegó a ser secretario regional de la Lega en Bérgamo.

"Fascisti, razzisti di merda", le dijo Mazzone, a gritos y con el puño en alto al fondo de los seguidores del Atalanta

Detrás de aquel romano di merda había algo más que una provocación, había una ideología que había calado en la Curva Nord del Stadio Atleti Azzurri d'Italia de Bérgamo, feudo del Atalanta. Su sector ultra, que había tenido una vida de disensiones y batallas políticas internas, había parido una guerra fría, una pax ficticia por el bien del club en el que sectores de izquierdas y de derechas, estos últimos próximos a la Lega Nord -asociación que pretende la separación del Norte de italia del Sur y de corte neofascista-, convivían sobre la fina frontera de la unidad promovida por el líder ultra Claudio Il Bocia Galimberti -un tipo igual de peligroso que carismático- desde 1998. 

Esta situación, en la que la derecha había ganado terreno y había impuesto su visibilidad en forma de conflictos y violencia, fue la que se encontraron Mazzone y muchos otros en el Calcio durante años.

Sin embargo, esto no siempre había sido así. Nacidos de forma organizada en 1971 bajo el nombre de Atalanta Commandos y situados en la Curva Sud del Comunnale de Bergamo, los ultras bergamascos se mudaron al fondo de enfrente poco después y se fueron nutriendo de nuevos grupos. La Curva Nord fue terreno de encuentro de nuevas formaciones, como los Ultras-Fossa y, sobre todo, las Brigate Neroazzurre (BN).

Situadas a la izquierda politicamente -el Che era la imagen de su logo- fueron tomando el mando en la grada. Con una ideología de corte antifascista y antiracista, comenzaron los enfrentamientos con otros grupos de otros clubes y de pensamiento contrario, principalmente neofascistas.

Pero las BN nunca fueron un colectivo sólido. Siempre contaron con tensiones internas, desavenencias que dieron lugar a escisiones que fracturaron la comunidad, que convirtieron en un fondo atomizado en el que surgió una facción que se elevó como codominante. 

kaos

El alzamiento de los llamados Wild Kaos le dio presencia, identidad y fortaleza a los grupúsculos de derechas que habían convivido en la Curva Nord del Atleti Azzurri d'Italia. Partidarios de la Lega Nord, de ideología ultraderechista, no tardaron en llegar los enfrentamientos y la violencia interna con los miembros de las BN, en una guerra civil ya no disimulada. Era una grada rota, con una trinchera en la que resguardarse de vez en cuando para unos y otros.

Inicialmente de izquierdas, en la Curva Nord del estadio del Atalanta aparecieron grupos de ultraderecha que fracturaron la unidad

Aquí surgió la controvertida figura de Galimberti. Il Bocia, el capo de la Curva Nord consiguió que se pusiera fin a la guerra para transformar el frente en una paz momentánea en 1998. Impulsó la unidad de los diversos grupos -Nuova Guardia, Brigatte Neroazzurre, Wild Kaos y Nomadi- bajo la pancarta común de Atalanta Supporters para iniciar una era de peligrosidad y violencia y un dominio de la derecha. 

galimberti

Fueron numerosos los incidentes bajo el ordeno y mando del Bocia. Como el tiro recibido por el fan de la Lazio Gabriele Sandi en un Atalanta-Milan en noviembre de 2011, o la carta bomba lanzada desde la Curva Nord que hirió a un cámara de televisión que cubría un Atalanta-Napoli de 2014.

Quizás el episodio más recordado fue en 2013, cuando, para celebrar una permanencia en la Serie A, los seguidores neroazzurri llevaron un tanque de la II Guerra Mundial, propiedad de un coleccionista bergamasco, por las calles de la ciudad destrozando coches con los colores de sus máximos enemigos: el Brescia y la Roma.

Los seguidores 'neroazzurri' llegaron a sacar un tanque a la calle para festejar una permanencia destrozando coches

Pero también ellos recibieron castigo, sobre todo de los ultras de su eterno rival, el Brescia. Seguidores brescianos enviaron una artefacto que destrozó, en 2016, la sede del Gussago, un club de la zona de Brescia que había firmado un acuerdo de colaboración con el Atalanta.

El historial de violencia y conflictos les pasó factura a los supporters. Galimberti, junto con otros 140 ultras, fue procesado -y absuelto- por ser los responsables de una serie de episodios violentos en 2010. En marzo de 2017 otros 20 miembros de la grada fueron acusados de vender cocaína antes y después de los partidos, robo e intento de extorsión.

En desacuerdo con el giro de los acontecimientos, la ideología y el cariz que había tomado la unión en la Curva Nord, la grada ya se había fracturado, ya que volvió a producirse una nueva escisión en 2006. La parte izquierdista de los Supporters decidió emigrar a la Curva Sud y crear Forever Atalanta, donde acuden cada domingo a apoyar a un club con la grada siempre dividida, donde las curvas mandan en función de sus intereses, sin que se trace una línea recta que una a un equipo histórico que llegó a poner en aprietos al mismísimo Borussia Dortmund en los dieciseisavos de final de la Europa League hace unas semanas. El Atalanta camina sobre aguas turbulentas en un entorno complejo, donde las ideologías de izquierda y de derecha, junto a la violencia, han creado una brecha cainita difícil de cerrar.

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