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El arte de la reduflación

Las cantidades de algunos productos en el súper han menguado sin que el consumidor se percate, en una subida encubierta de precios
Clientes en un supermercado. J. CERVERA-MERCADILLO
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Como ocurrió con la prima de riesgo durante la crisis financiera que detonó en 2008 o con el confinamiento y las PCR en la pandemia, la escalada de precios también ha abierto su propio diccionario con térmicos cada vez más comunes en las noticias o en nuestras conversaciones. Uno de esos conceptos que se está poniendo de moda es la reduflación, y nos toca directamente al bolsillo. Se trata, básicamente, de que en el supermercado nos den menos producto por el mismo precio.

Un puñado menos de snacks en cada bolsa, chocolatinas o helados un poco más pequeños, menos cantidad en las botellas de refrescos... Son tácticas de las que se valen los fabricantes para enmascarar subidas de precios en momentos como el actual, con una inflación galopante, sin que los consumidores se den cuenta. Muchos suelen controlar lo que cuestan los productos que compran, pero muy pocos —o casi ninguno— están pendientes de si un paquete de pasta o de gallegas tiene unos pocos gramos menos.

¿Es legal lo que hacen las marcas para mantener el margen de beneficios es un escenario de subida de costes? Sí, siempre que reflejen la cantidad real en los envases. Ahora bien, es un engaño, o al menos un intento, para que el consumidor meta el producto en su carro pensando que no ha subido y evitar así que se vaya a la competencia o a la marca blanca.

Pero, si la estrategia queda al descubierto, el fabricante se arriesga a perder ‘clientes’ y a ver empañada su reputación. Precisamente hace unos días la Ocu puso en el foco a seis marcas —Pastas Gallo, Danone, Pescanova, Colacao, Tulipán y Campofrío—, a las que denunció ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia tras concluir que echaron mano de la reduflación. Esta asociación de consumidores realizó un estudio que relevó que al menos un 7% de los productos de la cesta tipo que utilizó se han visto afectados por esta práctica.

En algunos casos puede ser más difícil de detectar que en otros. Por ejemplo, ¿quién se pone a medir los metros del rollo de papel higiénico? Lo que está claro es que si queremos controlar el gasto en el supermercado ahora que la inflación aprieta no basta con fijarse solo en el precio, habrá que mirar con detalle las cantidades y comparar. Vamos, que tocará hacer la compra a lo Sherlock Holmes. Y anotarlo todo en un bloc de notas si la memoria nos falla.

Lo que recomiendan las organizaciones de consumidores es que, en lugar de mirar y comparar precios por producto o envase, hacerlo por kilo o por litro. Los establecimientos están obligados por ley a mostrar el precio por unidad de medida en las etiquetas de los lineales.

La cantidad no es lo único on lo que pueden jugar los fabricantes para camuflar subidas de precios. También tienen la opción de sustituir ingredientes o materias primas por otros más baratos, y de menor calidad. ‘Cheapflación’ es el término acuñado para referirse a esta práctica. Es legal si el cambio está reflejado en el envase. Supone, por ejemplo, sustituir el aceite de oliva por el de soja, o el chocolate por esencia de chocolate.

Son estrategias tan viejas como vender y comprar, pero cuando la inflación amenaza el beneficio de las marcas y hace tiritar las economías domésticas, se usan y se detectan más. Sea de una manera u otra, a nadie se le escapa el fuerte encarecimiento de la cesta de la compra. Uno de los capítulos de gasto, el de la alimentación, que más contribuyó a empujar al alza la inflación en junio, hasta situarse en una tasa del 10,2%. Se dice que es el impuesto de los pobres.

Jesús Quintá: nuevo reconocimiento para la lucense Alibós

Consolidada como uno de los mayores productores mundiales de castaña pelada y ultracongelada, la empresa monterrosina sumó esta semana un nuevo reconocimiento: el que le otorgó el clúster alimentario de Galicia por contribuir con su proyecto a aupar el sector primario. Pilotada por Jesús Quintá, procesa 7 millones de kilos de castaña al año que viajan casi en su totalidad al extranjero. Mercado no le falta.

Mané Calvo: palos en las ruedas para el negocio de Calvo

La conservera con sede en Carballo vio lastrada su facturación el año pasado por dos circunstancias: la subida de costes por la energía, el aceite de girasol y materiales como el aluminio, y la depreciación del real en Brasil, su principal mercado en ventas. Obtuvo un volumen de negocio de 555,4 millones, un 4% menos que en 2020. Aun así, el grupo pone en valor su "capacidad de mantener la rentabilidad".

Protagonistas
J. María Benavent ▶ Nueva Pescanova ha creado un prototipo de gemelo digital multifábrica con el que podrá gestionar 17 plantas.

Javier Touza ▶ El presidente de los armadores de Vigo ha puesto voz al malestar de la flota con Bruselas por querer cerrar a la pesca de fondo 94 zonas de España, Francia, Portugal e Irlanda para proteger ecosistemas vulnerables.

Del Vecchio ▶ Adiós al creador de la exitosa marca Ray-Ban. Segunda fortuna de Italia, Leonardo Del Vecchio convirtió las gafas en un complemento de moda. Falleció esta semana a los 87 años de edad dejando un imperio empresarial.

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