Opinión

No tiene gracia

La realidad se ha desmadrado tanto que todo el país parece un enorme fake

Terrorista Valtonyc, Comando Rap. EFE
photo_camera Terrorista Valtonyc, Comando Rap. EFE

QUIM TORRA. ¿De verdad, Quim Torra? Que a mí lo mismo me da, ni sabía quién era hasta hace dos días ni me interesa, hace tiempo que voy saturado del circo catalán, pero ¿de verdad era necesario proponer para presidente a Quim Torra? El problema del bloque independentista no está siendo encontrar un candidato válido para la Generalitat, sino siquiera uno con nombre de presidenciable.

Es que con estos nombres no hay manera de tomarse en serio nada, parece que se los inventan de cachondeo, en plan puteo, como lo de Sant Esteve de les Roures. Con alguien así lo mínimo que puedes hacer es prohibirle que use tu despacho, como ha hecho Puigdemont, otro clown mudado en salvapatrias en la parodia nacional.

Ahora pasa mucho, que escuchas algunas cosas y lo primero que piensas, con la que está cayendo por las redes, es que es un fake. Hasta ingenioso si quieren, pero un invent de manual. De un tiempo, ya más que suficiente, a esta parte todo parece un enorme fake, la realidad en este país se ha desmadrado de tal manera que a uno a veces le cuesta incluso creer lo que ven sus propios ojos y escuchan sus oídos.

Y nos reímos, hay que reconocer que nos reímos mucho y que a veces hasta cura, una risa de autodefensa y trinchera, para no reventar de rabia y tener que echarnos al monte como el maquis. Pero luego lo piensas y no tiene ni puta gracia. Por fortuna, aún no sé como lo conseguimos, hasta de eso, de cualquier cosa, podemos llegar a cachondearnos en un momento de alivio de tensión, pero que tenga chiste no significa que tenga gracia.

Al final voy a tener que acabar dando la razón al hispanista británico Paul Preston, que está escribiendo un nuevo libro sobre nosotros y la historia de nuestra corrupción. Muchas veces se ve mejor con la mirada ajena, tiene más perspectiva y menos odio. En una entrevista con Irene G. Pérez para Contexto, Preston se preguntaba por qué la corrupción no es penalizada electoralmente en España: "Me parece alucinante", reconocía, "que la gente siga votando al partido corrupto, sea cual sea, el PP, el PSOE, Convergencia... ¿Y por qué lo hacen? Es porque están acostumbrados... Yo creo que el español, por su historia, es una persona cínica. Y no es una crítica, me parece un acto de inteligencia, porque después de tantos siglos de mal gobierno, de injusticia social, de políticos totalmente corruptos o incompetentes o ambas cosas, no me extraña que sean cínicos. Si todos son corruptos, bueno, pues da lo mismo, les votamos igual".

 

Podemos seguir refugiándonos en el cinismo de nuestros votos o en nuestro ingenio tuitero

 

Tiene sentido, pero hasta eso nos están quitando, el cinismo como escudo y el sentido del humor como vacuna. Esta misma semana una jueza de Barcelona ha dejado al director y al subdirector de la revista satírica El Jueves al borde del banquillo de los acusados, al observar un posible delito de injurias en un chiste sobre la Policía Nacional. En aquellos días locos del 1-O, el Piolín y el "a por ellos, oe", El Jueves publicó una coña acerca de la escasez de cocaína en Barcelona a causa de la presencia de los miles de policías desplazados. La jueza considera que ese chiste fue "una ofensa y una falta de respeto al Cuerpo Nacional de Policía", lo que de paso nos da una idea bastante aproximada de la consideración que la libertad de expresión merece para dicha jueza y de la preocupante fragilidad ética y emocional de nuestros cuerpos de seguridad.

Coincide la petición de procesamiento con la absolución de ese nuevo Rinconete del despropósito nacional conocido como el Pequeño Nicolás. Él, sin ningún ánimus iocandi, con total seriedad y con intención de sacar a las televisiones un buen puñado de billetes, acusó públicamente al Centro Nacional de Inteligencia y a varios policías de organizar escuchas ilegales y preparar pruebas falsas. No era verdad, como Nicolás reconoció después, pero para el juzgado en este caso no hay atisbo de injurias ni calumnias. Las risas, como las penas, van por barrios.

En los próximos días tendrá que ingresar en prisión un rapero, de nombre artístico Valtonyc y cuya capacidad creativa era desconocida para casi todo el mundo hasta que la Fiscalía se empeñó en convertirlo en una referencia, al que este país ha condenado a tres años y medio de prisión por las letras de dos de sus canciones. Delitos de calumnias e injurias a la Corona y enaltecimiento del terrorismo. Repito: CANCIONES, TERRORISMO.

Será el primero en entrar en prisión, pero no el único ni el primer condenado por estos motivos. Ya lo fueron, por ejemplo, los raperos del colectivo La Insurgencia. Sus temas resultaron ser demasiado reivindicativos, inconformistas e izquierdistas para el gusto del tribunal de orden público, la ley de vagos y maleantes o lo que sea que les juzgó y se les aplicó.

No son excepciones, son ya la regla. Ahora podemos seguir refugiándonos en el cinismo de nuestros votos o en las risas de nuestro ingenio tuitero, pero no tiene puta gracia.

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