Opinión

Pensé que se calmarían

Normalmente. AEP
photo_camera Normalmente. AEP

MELANIA TIENE rota la nariz. Su sangre y la de su pareja, Chris, enrojece sus rostros y sus ropas y los asientos y el suelo del autobús. Recuerda que unos instantes antes estaba tratando de "mediar", que pensaba que haciendo unas pequeñas concesiones "la situación pasaría como un desagradable momento que normalmente debemos soportar como mujeres y homosexuales. Pensé que se calmarían". No se calmaron.

Melania y Chris no cometieron ningún error cuando salieron esa noche a tomar unas copas por Londres, ni cuando subieron a aquel autobús para regresar a casa, ni cuando se abrazaron y se besaron cuanto les dio la gana. Si acaso, se equivocaron cuando pensaron que aquellos cuatro animales que se les acercaron a insultarlas por lesbianas eran capaces a su vez de pensar, que se les podía calmar con concesiones y razonamientos.

No se puede razonar con alguien que no concibe a dos mujeres amándose si no es para su propio disfrute. "Empezaron a llamarnos lesbianas", cuenta Melania, "hacían alusión a posiciones sexuales y pedían que nos besáramos, como si fuéramos un espectáculo y ellos la tribuna a entretener". Ellos les tiraban monedas, envalentonados y provocadores, aprovechando que estaban solos en el bus. Cuando se vieron en la disyuntiva de razonar, lo hicieron de la única manera que conocen, a golpes.

La imagen de las dos chicas ensangrentadas en el autobús saltó a todos los medios porque la hicieron pública a través de las redes sociales, pero la rabia no ha pasado porque Melania sabe de primera mano que estos casos son demasiado habituales pero solo tienen impacto "cuando se llega a la sangre" porque las acosadas han cometido el terrible error de tratar de defenderse. Pero parejas gais acosadas y agredidas solo por serlo las hay todos los días en todos los lugares del mundo, son solo "un desagradable momento que normalmente debemos soportar como mujeres y homosexuales". Normalmente. Debemos soportar.

Ese mismo día, la imagen de las dos mujeres ensangrentadas compartía espacio en los periódicos con la foto del inicio de conversaciones entre PP y Vox para llegar a pactos de gobierno. En el equipo de negociación del PP, junto a Teodoro García Egea y Ana Beltrán, se sienta Javier Maroto. Me sorprende ver que sonríe, que no tiene la nariz rota y que su ropa no está ensangrentada. Javier Maroto es un político homosexual que se casó con Mariano Rajoy como padrino justo mientras Mariano Rajoy y su partido llevaban ante el Constitucional la ley que legalizaba el matrimonio homosexual. Los líderes de Vox, seguro que incluso personalmente alguno de los que tiene sentados enfrente en esa foto, le tiraron monedas y le jalearon babosos y le agredieron con saña hace nada. Lo hicieron en forma de argumentario político distribuido a todos sus cargos y voceros periodísticos. No lo hicieron por político, ni por popular; lo hicieron por homosexual, aunque en realidad lo que querían escribir y se cortaron era maricón.

En el argumentario, desvelado por La Marea, Vox escribía: "Javier Maroto es el ejemplo de político trepador sabedor de que esa condición de homosexual es una ventaja de la que él se beneficia... Utiliza el rollo gay para exhibir una pretendida modernidad". Además, en un delirante juego de homofobia constructiva, los líderes de Vox se permitían recomendarle una forma correcta de ser un maricón como dios manda: la de Otto Weininger, un psiquiatra austríaco judío y homosexual que renegaba pública y activamente de ambas condiciones y se terminó suicidando por esa causa, con lo que se convirtió en una figura muy utilizada como ejemplo por la propaganda nazi.

Y, sin embargo, allí estaba Maroto, con la ropa sin sangre, sonriendo a unas personas que no solo exigen la derogación de cualquier ley contra la homofobia y la igualdad, sino que lo consideran en lo personal un ser enfermo e inferior que haría mucho mejor al bien común si se suicidara. La reunión fue corta y terminó en acuerdo; al parecer todos los presentes compartían ideas y valores.

A mí me trae sin cuidado con quién duerma cada uno, pero me pregunto qué pensaría Maroto ante la foto de las dos mujeres ensangrentadas en ese autobús de Londres. Me pregunto también qué pensarían ambas si vieran esa foto de Maroto condescendiendo con Vox. Pero, sobre todo, me preguntó cómo puede Maroto dormir consigo mismo.

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