Opinión

Pedro es un palo de selfie

Los influencers de la nueva política creen que en su democracia de postureo y meme todo se arregla reseteando al votante
Pedro Sánchez. FERNANDO VILLAR (EFE)
photo_camera Pedro Sánchez. FERNANDO VILLAR (EFE)

ANDABA por las redes y las webs en busca de claves y análisis que me permitieran comprender algo de lo que está pasando con la dichosa investidura, opiniones más formadas e informadas que la mía, y se me ha colgado el ordenador dos veces. Será mi torpeza, será investidura o será la política misma, que corrompe hasta los enlaces, pero llevo media tarde apagando y encendiendo, como si estuviera en la mesa de negociación entre PSOE y Podemos.

Con la política nos pasa a muchos como con la informática, que tenemos conocimientos pero solo a nivel de usuarios. Eso significa que te manejas con unos cuantos cursillos de iniciación al voto, de carácter presencial pero breves y muy básicos, y los consejos de un cuñado que dice que sabe instalar contenidos piratas. Así que al final lo poco que vas sabiendo es a base de instalar y desinstalar, perder un tiempo que no tienes navegando entre la basura y haciendo limpiezas regulares de virus. Y a base de reiniciar el equipo: apagar y encender es el 95 por ciento de la informática nivel usuario, hay quien piensa que también de la política.

Será esto lo que les pasa, y nos pasa a todos, con estos chicos de la nueva política, que se creyeron la versión 3.0 de la democracia y solo eran unos cuñados con una cuenta zafia en Instagram. Eran los ingenieros de telecomunicaciones que iban a conectar la sociedad con el Parlamento con banda ancha y se han quedado en simples tuiteros de mente estrecha. Son como esas actualizaciones de sistema operativo que perpetra de vez en cuando Windows, que al final no hacen más que desconfigurarte todo el equipo, ralentizar todos los procesos y agotarte la paciencia hasta que las desinstalas.

Deben de creer por eso que en esta democracia de postureo y meme todo se arregla y se borra reseteando al votante, desinstalando repartos de escaños incómodos y apagando y encendiendo al ciudadano. Sobre todo encendiendo.

Yo lo tenía que haber sospechado antes, pero luego debí instalar alguna de esas actualizaciones trampa que me dejó sin memoria interna. Fue hace unos años, puede que en 2015. Era la primera vez que Pedro Sánchez visitaba Lugo en calidad de secretario general del PSOE, cuando todavía era parte del aparato y no el aparato entero, y todos estábamos dispuestos a descargarnos aquella nueva app atractiva y gratuita que tantos ratos buenos prometía. Estuvo solo unas horas en la ciudad y se fotografió con una camiseta con el lema a favor la creación de la unidad de Hemodinámica en el Hula, en un stand que se había colocado en la calle Raíña. Organizaba la federación vecinal y patrocinaban diputación y Concello. Luego hubo rollos raros para cuadrar facturas y viajes de autobús a las manifas, porque todo en la política de esta país parece girar en torno a quién paga las facturas, pero esa es otra historia.

El periódico me envió a cubrir el paseo de Sánchez, sería que no le quedó otro remedio. Me llamó la atención la reacción que despertaba entre los ciudadanos que se cruzaba por la calle, bien es cierto que muchos de ellos y ellas eran grupies socialistas, que lo abordanban como si fuera un tronista. no dejó su postureo de instagramer en ningún momento y aprovechaba su altura y la envergadura de sus brazos para hacer él mismo los selfies con los teléfonos de los que se le iban abrazando. no dijo nada de interés ni contenido, más allá de un apoyo memorizado a lo del Hula; creo recordar que titulé aquella información, o al menos lo intenté, "Pedro es un palo de selfie".

Pienso ahora en ello y poco ha cambiado. Una vez que aquel "no es no" que a todos nos ganó se ha convertido en "no, porque no"; su discurso, sus planes, sus propuestas, siguen siendo siendo un vacío, una actualización de gobierno fallida. no se me ocurre ni un solo argumento que aportar en favor del otro influencer en esta red de sinsustancias, Pablo Iglesias, un supuesto ingeniero de la teoría política que no es capaz ni de encontrar el boton On/Off y que subasta su dignidad y la de sus 3,7 millones de votantes en el mercadillo de la ambición. Pero ni siquiera la estulticia de los líderes podemitas puede ocultar la incapacidad del principal responsable de llevarnos, si nos llevan, a unas nuevas elecciones, ocupado únicamente en mantener su postureo de presidente de la nada.

La política en este país no necesita otra actualización electoral. Lo que precisa, y de manera crítica, es un potente antivirus que desactive a estos troyanos que nos ha infectado el sistema operativo de nuestra democracia.