Opinión

Mecha corta

"No a la España insegura" es un lema de concursante de certamen de belleza
Piquete. NACHO FRADE
photo_camera Piquete. NACHO FRADE

Quien más quien menos tiende a la generalización injusta en algún momento, cada uno según fobias y filias. Es así, no es un reproche, es una constatación de lo evidente. Luego cada quien se pone sus límites y asume sus circunstancias, aunque también en este punto hay algunas actitudes comunes: no somos tan ligeros generalizando cuando alguien cercano a nosotros forma parte del colectivo en cuestión; entonces admitimos razones y hasta excepciones. Es lo normal, mera naturaleza. Todo nos es lejano hasta que podemos ponerle nombre. Si no, es pura abstracción, carne de debate, masa. 

Aún así, nadie escapa de conceptos globales, de parámetros aprendidos, de utopías más o menos razonables. Los creamos para manejarnos con los gobiernos, con el capital, con las personas del género complementario, con las multinacionales, con los ídolos de K-Pop, con los fontaneros, con los turistas o con los abogados. Los necesitamos para vivir en sociedad. 

Con los años, y si acompaña la tolerancia, las personas de vidas felizmente anodinas tendemos a estrechar nuestros círculos más próximos, tanto en cantidad como en diversidad. Acabamos en entornos en los que hay más posibilidades de interactuar con varios miembros de un mismo colectivo que de intimar con personas de colectivos nuevos. 

A lo que iba es que de todos los colectivos que he tenido la suerte de conocer y apreciar, los taxistas y los miembros de cuerpos de seguridad son los que tienen la mecha más corta. Así, en general. Sobre los taxistas me dieron una explicación. Creo que fue mi amigo Primitivo y lo mismo me podía estar vacilando, pero yo no le veo fallos: hay estudios que determinan que, debido a su trabajo, los taxistas tienen los testículos como un grado y pico por encima de la temperatura normal. Por lo que a mí respecta, es motivo más que suficiente para merecer mi indulgencia, porque de lo suyo comen. Sobre la predisposición al cabreo de los policías y los guardias civiles, sigo sin hipótesis sólidas. 

Esta semana, sin ir más lejos, los he visto manifestarse por toda España, airados y desafiantes, crecidos por el acompañamiento de la ultraderecha y la derechita extrema. Algunos son individuos a los que aprecio. Marchan bajo el lema "No a la España insegura", que es como decir "Sí a la vida" o "Paz mundial ya", un deseo de concursante en un certamen de belleza. El objetivo es frenar la reforma de la Ley Mordaza que limita las actuaciones discrecionales que ahora pueden justificar los policías ante una huelga, una intervención o una protesta. 

Quiero entenderlos, quiero estar de su lado, pero me preguntó en qué modo la recuperación de unos derechos individuales como ciudadanos puede hacer el país más inseguro y de qué modo eso los sitúa ante un riesgo mayor que el que han asumido al elegir presentarse a esa oposición. 

Sí que sé que solo en las tres comisarías de la Policía Nacional de la provincia de Lugo faltan unos ochenta policías para completar sus plantillas. Y sé que la Guardia Civil en la provincia tiene un catálogo de puestos de trabajo cercano a los 1.200 guardias y están cubiertos poco más de 900. Son muchas decenas de agentes que deberían estar en nuestras calles, en nuestros pueblos, en nuestras unidades contra la violencia machista, en los grupos judiciales de investigación de delitos. Agentes que sí harían más seguro Lugo. Pongo Lugo porque es a lo que estamos, pero la situación se repite en todas las comisarías y comandancias de España. 

Solo una vez antes había visto a policías y guardias manifestarse con la misma unidad, intensidad y agresividad que ahora: cuando, aprovechando el conflicto catalán, reclamaron y consiguieron cobrar lo mismo que las policías autonómicas. No recuerdo, más allá de alguna pataleta sindicalista para hacerse notar, que se hayan movilizado nunca con este entusiasmo para exigir que se cubran esos puestos necesarios en Lugo, o que no se cierren algunos cuarteles de pueblo, o que haya más personal para proteger a las víctimas o que se haga ya la prometida comisaría de Lugo. 

Por eso no soy capaz ahora de entenderlos, de mantener el apoyo que como colectivo reclaman. Ni siquiera recordando por su nombre a los amigos que son. Al revés, creo que habría que tener los cojones cerca del punto de fusión para hacer lo que están haciendo. Me conformo con que no provoquen una más gorda, porque hay un montón de individuos y colectivos que cada vez tenemos la mecha más corta.

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