Opinión

El último trozo de pulmón

Estoy harto de los valientes que se empoderan a través de los demás

ALGUNA DE LAS cuentas que sigo en Twitter reenvía un mensaje de un tal Salvador, un ‘pringao’ al que le están metiendo caña de la dura porque, según parece, le han pillado pidiendo desnudos por las redes adelante, nada extraño por otra parte, y ha salido con esta disculpa: “Si un hombre como yo: en proceso de deconstrucción te pide nudes NO ES para sexualizarte, ni para jalármela. Es porque me gratifica ver como te apoderas de tu cuerpo, de tu sexualidad, de TU SENSUALIDAD. Me enloquece y complace el simple hecho de saberte libre, feliz y loca”. Por lo que sea, este burdo lamento de pajero patético no ha colado, quién lo iba a suponer.

A mí, sin embargo, me ha recordado tal cual al creciente movimiento de opinión que observo últimamente, según el cual los españoles debemos revelarnos contra el confinamiento y el resto de medidas que hasta ahora hemos soportado como manera de empoderarnos ante el Gobierno, que con todo ello no pretende sino controlarnos a través del miedo y convertir nuestro país en un Estado totalitario.

Estos onanistas ideológicos son los mismos que hasta hace un par de semanas nos daban seguido la paliza, y seguramente con razón, con que las medidas de confinamiento se tenían que haber ordenado en agosto del año pasado, pero ahora están en proceso de deconstrucción y nos quieren libres, felices y locos, aunque para ello tengamos que estar muertos. Nosotros, claro, ellos no, ellos se pondrán una corbata negra, bajarán sus banderas a media asta y guardarán un respetuoso minuto de silencio por los héroes caídos en la lucha por la libertad individual. Me toca mucho las narices la manera que tienen estos individuos de interpretar la libertad individual.

Lo hacen en el sentido más estricto: solo existe la suya y es absoluta, no conlleva ninguna responsabilidad. Se empoderan contra el gobierno que consideren que no es de su gusto, aunque haya sido votado democráticamente, y por encima de los derechos de quien se ponga por delante, porque al fin y al cabo solo son cobardes entregados a una obediencia ciega de la que necesitan ser liberados.

Son, ya digo, los mismos de siempre. Llevan toda la puñetera cuarentena dando la paliza, este sábado por una cosa, hoy por la contraria, mañana por la que toque. Ya me da lo mismo, que cada uno apoye a quien le dé la gana. Es más, he decidido hacerles caso, deconstruirme, empoderarme y tomar conciencia de mí mismo: ser libre, feliz y loco.

Así que voy avisando: he cumplido y voy a seguir cumpliendo libre y voluntariamente las medidas sanitarias y de seguridad que se me indiquen para proteger a los demás. Pero, sobre todo, para protegerme a mí mismo, porque entre otras cosas tengo un sistema respiratorio dañado y una pleura pegada a un pulmón.

Si aún así me toca el maldito coronavirus, mala suerte. Pero si me alcanza porque uno de estos patéticos pajilleros del liberalismo irresponsable se atraviesa en mi camino durante su cruzada libertaria, porque alguno de ellos ha decidido que su derecho a no obedecer cualquier norma sanitaria y de seguridad está por encima de mi derecho a mantenerme con vida, prometo intentar reservar mi último aliento para escupir en su cara libre de mascarillas opresoras el último trozo de pulmón que me quede. Y después juntos, abrazados, podremos masturbarnos en un épico final, libres, felices y locos.