Opinión

Apartarse de los coches

Roce. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Roce. VICTORIA RODRÍGUEZ

CUANDO LLEVAS los suficientes años en esto, acumulas un buen montón de frases que en tu vida pensaste que ibas a escribir. Por ejemplo: les debo una comida a los concejales nacionalistas de Lugo. ¿Por qué? Pues por lo de siempre, por hablar, por no estar callado.

Fue durante la campaña de las pasadas elecciones municipales. Estaba preparando un perfil sobre Rubén Arroxo y esa tarde lo acompañé a un acto electoral a Ombreiro. Él conducía su modesto utilitario conmigo en el asiento del acompañante; en el de atrás se apretujaban otros tres destacados miembros del comando. En aquellos momentos ya se olía en el ambiente que las cosas iban bien para el BNG en Lugo. Arroxo había centrado toda la labor de la oposición y toda la campaña en propuestas pedestres, muy centradas en la ciudad y alejadas de las típicas arroutadas nacionalistas. Además, el desmoronamiento de Lugonovo y el regreso a la insignificancia de EU le favorecían, solo faltaba saber hasta qué punto.

Yo aventuré que pasarían de los dos concejales que tenían a cuatro; el doble, que no es poco. Arroxo dijo que por lo menos cinco; demasiados, evidentemente. Vi mi oportunidad: apostamos una comida para los del coche. Una semana después, el BNG obtenía cinco concejales, que sumados a los del PSOE bastaban para la mayoría absoluta. Hoy, Rubén Arroxo es teniente de alcalde y todos los del coche aquel cobran del Concello, menos yo, que les debo una comida por no saber estar calladito.

Arroxo ha resultado ser un pardillo con una notable sagacidad para la política, un aprendiz con una capacidad de adaptación que parece mantenerlo a salvo de los dogmas. En sus primeros pasos en la cosa de la gestión pública lo ha adoptado José Manuel Balseiro, delegado de la Xunta y brazo armado del PPdeG en Lugo. Balseiro fue antes que Arroxo otro líder improbable, otra inteligencia política natural escondida donde algunos solo alcanzaban a ver un tonto útil. Su mejor definición la hizo posiblemente él mismo, creo recordar que subido al estrado de oradores del Parlamento de Galicia: "Tontos somos, pero dos coches aínda nos apartamos".

Pues ha resultado que a Balseiro, como a Arroxo, todo lo que tiene de tonto le hace falta. Donde otros correligionarios que pasaron por el mismo puesto solo vieron la oportunidad de sestear y hacer de decorado en las fotos, él ha visto el instrumento perfecto para crear una agenda propia y dar sus propias batallas. Solo aquellas que cree que tiene opciones de ganar, de las otras se aparta como de un coche sin frenos.

Por suerte para Lugo, parece que José Manuel y Rubén se gustan, que entre ellos ha prendido algo que puede ser muy hermoso. Igual no hace falta que sea ni amor, nos basta con que se aproxime al cariño a fuerza de rozarse. Y que con cada roce nazca un acuerdo: hoy este bache, mañana esa casa rehabilitada, pasado... quién sabe, quizás hasta un auditorio.

Me gustaría pensar que es algo más profundo, que no es solo un romance de verano, un drama de Capuletos y Montescos. Esperemos que sea el principio de algo más duradero, los primeros escarceos de una nueva manera de entender la política que se parezca más a la idea que deseamos los administrados, una que busque soluciones en lugar de culpables.

No creo que la vieja manía de tirarse los presupuestos a la cabeza y ponerse palos en las ruedas entre administraciones dé ya un solo voto ni a unos ni a otros, no sirve más que de relleno para discursos en mítines a los ya convencidos y de cabreo para el resto. Cansa. Ojalá triunfe el amor entre este PP de Balseiro y este BNG de Arroxo, otra frase que en mi vida jamás pensé que iba a escribir.