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Sin túnel no hay paraíso

▶Los lucenses tendrían que empezar a mirar hacia Santiago y no hacia Ourense como su estación de referencia para el Ave
La presidenta de Adif, Isabel Pardo de Vera. SEBAS SENANDE
photo_camera La presidenta de Adif, Isabel Pardo de Vera. SEBAS SENANDE

A la responsable del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), la lucense Isabel Pardo de Vera, no hay que agradecerle tanto los 550 millones de inversión para modernizar la línea de tren de Lugo a Ourense como su sinceridad. En un mundo como el de las obras ferroviarias, dominado por la palabrería política y el incumplimiento de plazos, esta es la primera vez que de boca de un alto cargo público sale una verdad como la que ella le contó al compañero de El Progreso Miguel Olarte: no habrá variantes de Os Peares y Rubián. O explicado para los que no somos ingenieros: no se construirán los dos kilométricos túneles para salvar el desnivel de Os Peares a Canabal ni para atravesar la montaña de Oural y salir a Sarria.

Y esto, en el mundo ferroviario, es un notición por todo lo que significa. Sobre todo porque a partir de ahora ya ningún político podrá hablar nunca más de Ave o de alta velocidad a Lugo. Porque una condición indispensable para que circule un tren de estas características es el trazado de la vía (pendientes, ratios de curva...) y sin estas dos macroobras, el trazado de la vía entre Lugo y Ourense seguirá siendo igual de sinuoso, empinado y enrevesado, más propio de un tren panorámico o turístico suizo que de una línea de alta velocidad.

Así que se acabaron los anuncios de que la alta velocidad llegará a Lugo en 2021, 2022, 2023 o 2030. A Lugo llegará el actual Alvia 730, que en lugar de ser híbrido —diésel y eléctrico— será solo eléctrico. O como mucho llegará uno de los nuevos Talgo Avril de rodadura desplazable. Pero circulando a la misma velocidad que ahora, que para que se hagan una idea es de unos 47 kilómetros por hora de media en este trayecto.

Así que cuando se habla del Ave entre Lugo y Ourense, se puede afirmar con certeza que sin túneles no hay paraíso.

→ ¿Cómo quedará entonces?

Esto no quiere decir que la decisión de Adif sea errónea. Al contrario. Razonada, parece lógico pensar en que no tiene mucho sentido enterrar una millonada de euros en ambos proyectos si realmente el ahorro de tiempo no es mucho. Hay que pensar en que el túnel ourensano de O Corno es el más largo del Ave gallego con 8,5 kilómetros. Pues el que se necesitaría para salvar la montaña de Oural por la base, que aparecía en un estudio de Ineco del año 2000, era de unos 7 kilómetros en total. Y para Os Peares se necesaría uno todavía mayor.

En la línea de Ourense a Lugo, como quizás ocurra después con la de Ourense a Vigo, se va a invertir una auténtica millonada, pero no para convertirla en alta velocidad sino para que deje de ser una línea prehistórica y un oasis diésel en medio de un tejido ferroviario totalmente eletrificado. Se cambiará la vía, se electrificará, se suprimiarán pasos a nivel, se reforzarán taludes y se hará un nuevo túnel —pequeño y paralelo al actual— en Oural para poder meter la catenaria, ya que por el actual no entra. El resultado de toda es inversión será una ligerísima mejora de los tiempos —los trenes no tendrán que frenar en los pasos a nivel y subirán con más potencia las pendientes—, una sustancial mejora del confort del viaje y una enorme mejora de seguridad. Pero ir de Lugo a Ourense en tren seguirá siendo un viaje de hora y media. Es lo que hay.

→ La alternativa de Santiago

El único problema de este plan de Adif es que para que Ourense sea la estación del Ave de Lugo hay que llegar rápido a la ciudad de As Burgas y, a corto plazo, eso no lo facilitarán ni el tren ni una autovía inexistente. Por eso los lucenses tienen que empezar a pensar que su verdadera estación del Ave será Santiago. Si la A-54 se completa en 2022, ir en coche o bus a la capital gallega será menos de una hora y, desde allí, hay frecuencia de trenes a Ourense, a donde llegan en 38 minutos. Echen cuentas.

 Romay estrena cargo a los 87 años y sigue los pasos de Albor y Fraga
Después de haber sido casi de todo en política —presidente del consejo de Estado, de la Diputación, senador, diputado, conselleiro o vicepresidente de la Xunta— , José Manuel Romay Beccaría pretende seguir en activo con sus 87 años recién cumplidos. El de Betanzos asumirá la presidencia de la Fundación Alfredo Brañas, el laboratorio de ideas del PPdeG, según desveló el fin de semana su más aventajado alumno político, Alberto Núñez Feijóo. Ambos coincidieron en un acto en Santiago en el que si algo quedó confirmado es que Romay Beccaría está dispuesto a seguir los pasos de políticos como Albor o Fraga y trabajar mientras el cuerpo aguante. XOÁN REY.
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