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Los jugadores de póker

En una partida entre amigos el dinero cambia de mano pero nunca sale de ese círculo; y esa es la receta para la inmigración
 

Inmigrantes que saltaron la valla de Ceuta. EFE
photo_camera Inmigrantes que saltaron la valla de Ceuta. EFE

RESULTA FÁCIL imaginar a un grupo de amigos que un día a la semana, durante mucho tiempo, se reúnen para jugar una partida de póker. Pongamos los jueves. Y pongamos además que llevan años con esa rutina. Un día puede faltar uno y otro día ausentarse otro, pero más o menos estamos ante un grupo de personas bastante definido. Esa es la forma en la que se sienten más cómodos, sobre todo porque el dinero puede cambiar de mano según la suerte y las cartas, pero en el fondo nunca sale de ese círculo. Incluso pueden pactar que el ganador pague la cena y las copas, que es una forma de que los derrotados recuperen parte de sus pérdidas, al ser socializadas las ganancias.

Pero un día aparece un personaje ajeno al grupo. En realidad, lleva tiempo dándose a conocer y ganándose su confianza, pero mostrando absoluto desinterés por las cartas. Solo después de cierto tiempo decide aceptar la invitación del círculo de amigos para sentarse en la mesa de póker con ellos. Evidentemente gana. Despluma al resto, pero ni paga la cena ni las copas, sino que desaparece con las ganancias de la partida, con el dinero de todos ellos.

 La aplicación práctica
Evidentemente, el grupo de amigos es Europa y el deconocido que los desplumó, Turquía. En concreto, se llevó 6.000 millones de las arcas de la UE con el compromiso de ejercer de tapón para la oleada de inmigrantes en los peores momentos de la guerra de Siria, en lo que ya se conoce como el acuerdo de la vergüenza. Con el dinero a buen recaudo, el Gobierno de Erdogan no solo no cumplió su parte del trato, sino que dejó desfilar un reguero de refugiados y emigrantes de forma continua hacia Europa, para alimentar todos los campamentos de los Balcanes y los países del Este cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. Y lo peor de todo: Turquía sabe que, como quien tiene el grifo del agua en medio de la sequía, puede chantajear y seguir extorsionando a una UE inoperante.

Y es que los socios comunitarios harían mejor si actuasen como el círculo de jugadores de cartas. Esos 6.000 millones repartidos entre España —con Portugal—, Italia —con Malta— y Grecia —con Chipre— e invertidos en políticas de empleo activo servirían para acoger a muchos de los emigrantes que huyen de la miseria y las guerras de África y Oriente garantizándoles un trabajo legal, que en el fondo es la mejor forma de integración que existe, como han demostrado los años. Además, aliviarían la sangría demográfica de los PIGS —la denominación despectiva que durante la crisis se acuñó para Portugal, Italy, Greece y Spain—.

Como en la partida de cartas, el dinero ya no estaría en Alemania o Francia sino en los estados del sur, pero no saldría del mismo círculo. Dándoselo a Turquía, o hace solo unos días a Marruecos —55 millones desbloquedos por la UE de urgencia para contener la llegada de pateras—, lo único que intenta la vieja Europa es construir a golpe de billetes un enorme muro para proteger lo que queda de sus estados de bienestar y su privilegiado modelo de vida. Pero ni el muro más alto puede contener algo cuando lo que hay fuera de él es cada día más numeroso y tiene menos que perder.

El quinto problema en España
El CIS acaba de confirmar que la emigración irrumpió con fuerza como el quinto problema más serio para los españoles. Aunque quizás esté algo amplificado por el mediático caso del Aquarius, lo cierto es que la agenda política tiene que empezar a dedicar páginas a cuestiones antes minimizadas como la demografía y la emigración, que además deben ir de la mano.

Y tomarse en serio ambas cuestiones es lo contrario a lo que hicieron esta semana Pablo Casado y Ana Miranda. El nuevo líder del PP no estuvo muy fino en los comentarios sobre inmigración y, para arreglarlo, se hizo unas fotos con los sin papeles en Algeciras, al estilo Fraga en Palomares; un tipo de política anacrónica en estos tiempos. Y la eurodiputada del BNG le deseó a Casado "violaciones múltiples", "torturas" y otras lindezas en un desafortunado tuit que, pese a no ser su estilo, está fuera de lugar.

Se buscan soluciones, no jugar a la política con la emigración, porque al final no habrá dinero que llegue ni muro contenga la esperanza de lograr un mundo mejor. A diferencia del póker, en un asunto tan serio como este no sirve ir de farol.

El Monte do Gozo, ante la última oportunidad de recuperar su pasado

Inaugurado por Fraga y Portomeñe en mayo de 1993 para el primer gran Xacobeo de la era moderna, el complejo del Monte do Gozo es todo un símbolo del Camino. Desde sus 380 metros de altitud los peregrinos divisan por primera vez su meta, la catedral de Santiago, a 4,8 kilómetros de allí. Pero en 25 años el complejo de albergues, cafeterías, restaurantes, parques, piscinas y miradores ha ido muriendo poco a poco. En 2016 la Xunta empezó a inyectarle dinero para lavarle la cara y ahora lo saca a concurso —por tercera vez— para 15 años. El Monte do Gozo tiene potencial, pero hasta ahora nadie dio con la tecla para aprovecharlo. Así que esta puede ser su última oportunidad.

Justicia divina entre Quiroga y Otero
El aterrizaje del diputado socialista José Antonio Quiroga en la Confederación Hidrográfica Miño-Sil supondrá, en cierto modo, un ejercicio de justicia divina dentro de la política, ya que su movimiento dejará vía libre a la mariñana Patricia Otero para ocupar su escaño en el Parlamento. Es, aunque de forma indirecta, un favor que le presta el también secretario de organización del PSdeG a la teniente de alcalde de Burela para compensar lo ocurrido en las primarias a la secretaría provincial de Lugo. Entonces, Otero decidió dar el salto para hacerse con las riendas del partido con la etiqueta de candidata oficialista de Gonzalo Caballero y Quiroga, frente a los restos del besteirismo que representaba Álvaro Santos y la tercera vía de Arias y Martínez. Santos ganó y como se impuso en el municipio natal de Quiroga, O Saviñao, desde algunos sectores del PSdeG hablaron de una "traición" del secretario de organización, que dejó a Otero tirada a los pies de los caballos mientras él salvaba los muebles. 

El CIS cuestiona el aguante de En Marea
Aunque al barómetro del CIS se le agota el crédito dentro del mundo político, todos coinciden en que, cocina gubernamental aparte, puede ser útil para mostrar algunas tendencias. El último que se publicó apunta cuestiones obvias, como la subida del PSOE y la caída del PP, y otras que a lo mejor resultan un tanto sorprendentes. Es el caso de En Marea, a la que el CIS sitúa en caída libre ya que, en caso de celebrarse ahora mismo elecciones generales, tendría una estimación de voto del 0,7%, casi la mitad del 1,3% que le otorgaba el barómetro en el mes de abril. La coalición gallega logró cinco escaños en las últimas elecciones generales con el 1,44% de los votos y, desde entonces, en todos los sondeos del CIS se mantuvo en esos porcentajes del 1,3% y el 1,4%. Unas cifras que alimentaron la doble teoría de que el electorado rupturista no penaliza los líos internos y que la marca En Marea tiene más resistencia que la de Podemos. Lo que ocurre es que esta semana el CIS acaba de poner eso patas arriba. 

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